Para la oposición racista el gobierno es absolutamente asqueroso, contaminante, pardo, comunista, bruto, el Mal. Al no ser una condición relativa sino absoluta, no consiente comparaciones; por ejemplo, esto es más sucio, aquello más limpio, sino de una índole perfecta y por tanto incorregible, es decir, radical, pues ensombrece con oscuridad propia.
Toda acción del gobierno es por tanto abominable, aún un hospital cardiológico que salva vidas niñas. Si es del gobierno es inmundo. Conozco un enfermo de la vista. Si se hace una operación sencilla, la recupera totalmente. Pero él se la quiere hacer en Houston porque no desea ponerse en manos de médicos del Tercer Mundo, cuantimenos del Cuarto, como Cuba, según él, pues isla es también absolutamente sucia. Porque para esta gente todo lo europeo y preferiblemente yanqui, es decir, blanco, es absolutamente limpio, capitalista, inteligente. Es un opositor heroico, porque, como no puede ir a Houston, está dispuesto a quedarse ciego con tal de seguir oponiéndose a lo que no ve ni con ojos sanos.
Por ello es absolutamente creíble para esta gente lo de la leche radioactiva. Los sádicos que torturan a la oposición acaparan primero la leche y, cuando al fin el gobierno se la consigue, dicen que es radioactiva. En la estructura digamos que mental de esta gente toda la ex Unión Soviética es un barrio como del tamaño de Alto Prado, desde Moscú hasta Vladivostok, incluyendo a Bielorrusia, de donde vino la leche sucia. Bielorrusia, por supuesto, queda a dos cuadras de la accidentada central nuclear de Chernóbil, como mucho, porque está en la misma especie que la antigua Unión Soviética, lo que abroga el espacio.
La radiación es absolutamente sucia, ergo es creíble lo de la leche radioactiva, obviamente de vacas chernobles. Y como la leche es radiactiva, contamina el resto de la comida de Casa, Mercal, Pdval. El gran filósofo francés Jean-Paul Sartre decía que el típico antijudío es el que se queda súbitamente impotente al enterarse de que su amante es judía, es decir, absolutamente sucia. La misma estructura.
Pocas veces brilló tanto la imbecilidad como con esto de la leche radiactiva. Pero hasta la imbecilidad tiene estructura. Gracias Roland Barthes y Ludovico Silva por los favores recibidos.
roberto@analitica.com