En menos de media hora, el oposicionismo nacional (o lo que queda de él), en una nueva demostración de su extraordinaria capacidad para el delirio, tenía ya en todo el país más de cinco mil versiones sobre lo que consideraba las razones del apagón del martes. En todas, disímiles y diversas hasta el infinito, el factor común era que Chávez era el culpable del contratiempo.
Las colas en las estaciones de gasolina que inmediatamente se formaron en algunas ciudades del país, como en previsión de un inminente cataclismo institucional, podrían haber servido para hacer un rápido censo de la idiotez criolla. Todos ellos, por el sólo hecho de una falla de energía perfectamente atribuible a unas dos millones de razones antes que a una invasión norteamericana o una sublevación de las fuerzas del antichavismo, supusieron de inmediato que el desastre que desde hace años advierte Globovisión en su permanente terrorismo mediático era ya una realidad.
Los más moderados advertían sobre la incompetencia del gobierno bolivariano para el manejo no sólo de los asuntos eléctricos, sino de cualquier otra índole, tal como lo hacían cuando aseguraban durante el paro de 2002 que no habría nadie, salvo un buen antichavista, que pudiera mover tan siquiera un milímetro el "Pilín León" de la rada del Lago de Maracaibo, porque "esos barcos –como decían– requieren de una inteligencia superior".
Seis años después de operaciones chavistas (hasta con una sola mano, según me cuentan) de todos esos barcos, los ingenuos siguen aferrados a su arrogancia y suponen que una falla como la que tuvo el sistema eléctrico del país, más que insignificante comparada con las terribles anomalías del mismo tipo padecidas por las más importantes ciudades del mundo, entre ellas la mismísima Nueva York, es achacable de manera personal al Primer Mandatario nacional.
Se trataba de hacernos creer, en medio del disparatado delirio de los escuálidos, que el mismo Presidente que se ha preocupado como ningún otro Mandatario de nuestra historia por la necesidad del ahorro energético, que ha puesto en marcha más complejos hidroeléctricos que todos los demás mandatarios juntos, que ha lanzado la Misión Energía para sustituir los bombillos de todos los hogares por una tecnología ahorradora, sería el mismo Presidente que ahora estaría castigando al país con un apagón descomunal por el puro placer de hacerlos sufrir los supuestos rigores del comunismo. Después dicen que los ignorantes somos nosotros.
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