Un nuevo tiempo adeco

Los gringos, que son esencialmente lógicos, dicen que si vemos algo que parece un pato, que tiene pico y patas de pato y además hace cuac cuac, entonces es un pato.

A mi desde hace tiempo los integrantes del partido denominado Un Nuevo Tiempo se me parecen demasiado a los adecos. Ellos hablan como adecos, las contadas veces que usan el cerebro lo hacen como adecos, y, a la hora de hacer alguna vaina, actúan como adecos. Así pues, estoy seguro que William Brownfield o cualquier otro observador, aunque no sea el embajador gringo, podría asegurar que son adecos.

La cosa llega al extremo que hay quienes en vez de UNT, los llaman Un Nuevo Adeco. Esto resulta discutible pues, si a ver vamos, Omar Barboza o Liliana Hernández, por nombrar apenas un par, no tienen nada de nuevos, aunque Liliana, desde luego, tiene menos lustros de vuelo que el portavoz partidista, quien parece extraído del CEN de La Florida, cuando Gonzalo Barrios llevaba la batuta del cónclave cogollérico.

El caso de los neoadecos me recuerda las tácticas del Partido Comunista de Venezuela cuando recibió el visto bueno para volver a la legalidad en el primer gobierno de Caldera. Entonces los camaradas, escamados todavía por las persecuciones, en vez de identificarse como PCV lo hicieron con la siglas de UPA (Unión Para Avanzar), que era una fachada por completo transparente.

Al menos los camaradas tenían el temor que inspiraba la Digepol, convertida en Disip, pero con los mismos esbirros. Los adecos en cambio debieron disfrazarse debido al desprestigio que produjo la repulsa popular contra el socio mayor de la conchupancia, el partido de las barraganas y las tribus judiciales.

Pero si algo sobra en Acción Democrática es caradurismo y, por lo tanto, dejaron el disimulo y salieron a dirigir la oposición, donde los efebos de Primero Justicia y los estudiantes de manos pintadas andan como pollos descabezados tras las inhabilitaciones de los "pitiyanqui idols". Éstas, por cierto, eran cosa sabida y anunciada.

Ahora Ramos Allup se quitó la careta, impone candidatos y da órdenes a diestra y siniestra. La sentencia romuliana: "We will come back" parece condenada a cumplirse.


augusther@cantv.net



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Augusto Hernández


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