Oposición antiparabólica

Los adversarios del gobierno de Hugo Chávez han tratado de mantener la compostura y mostrarse fríamente indiferentes ante el exitoso lanzamiento y puesta en órbita del Venesat-1, o satélite Simón Bolívar. Algunos, inclusive, todavía ligan que los chinos metan la pata y el aparato que debe orbitar en la estratosfera se descomponga o, mejor aún, caiga en picada y se vuelva polvo.

Entonces podrían alegar que se trata de uno de los polvos más costosos del presidente Chávez, con un monto de 406 millones de dólares cuando las finanzas mundiales hacen prohibitivo todo gasto superfluo.

Si fuera por el espacio brindado a la noticia en casi todos los grandes diarios nacionales, se pudiera pensar que Venezuela colocó en el espacio un papagayo gigante, tan inútil e insignificante como cualquier volador o papalote, pero eso sí, con un costo que en realidad resulta exorbitante por aquello de estar en órbita.

Desde luego no soy técnico en la materia y apenas entiendo que se trata de un aparato que girará a la misma velocidad de rotación de la tierra para lograr una órbita geoestacionaria que lo mantenga todo el tiempo sobre Venezuela, como una estrella artificial de nuestra exclusiva propiedad.

La guarandinga espacial tiene unas alas que le permiten absorber los rayos del sol y convertirlos en energía para ahorrar combustible, pues aunque tenemos gasolina de sobra lo difícil sería llenarle el tanque cada vez que se vacíe.

Aparentemente el Venesat-1 tiene capacidad para transmitir simultáneamente varias señales aptas para la radiodifusión y otras tantas de televisión e Internet, capaces de cubrir todo el territorio nacional y varios países vecinos. Además nos dotará de cobertura total en telefonía celular, ampliando el servicio y reduciendo los costos.

Entre todas las cretinadas que he podido escuchar, la más singular provino de los animadores de un programa nocturno de Globovisión, quienes se preguntaban, escandalizados, para qué sirve un satélite. Que esto lo digan unos pitiyanquis cuya señal de televisión llega a gran parte del país gracias a la transmisión satelital gringa de Directv es una demostración de pendejez absoluta.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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