Dialéctica del fracaso

El empeño de la oposición (o de lo que queda de ella) en el fracaso pudiera competir con la más entera comodidad y ventaja en los más exigentes anales de la derrota.

No se conoce en la historia tan extraordinaria capacidad para el desatino en un mismo grupo o sector de la sociedad, considerando incluso a los despistados y los orates, a quienes de alguna manera se les ha atribuido desde siempre una especial facultad o don para la recurrencia en el disparate, en virtud de lo cual son benignamente excusados en sus torpezas por el resto de la gente.

Quizás el rasgo más resaltante de ese tan proverbial empecinamiento en la torta bien puesta, sea la manía de negar cada una de ellas de la manera más enfática y tajante. Es decir, el empeño en afirmar ante cada revés que ya derrotaron a Chávez y que "ahora sí que está listo el tirano".

Una posición cómoda, si se mira desde la óptica estrictamente política (que no clínica), porque coloca al disparatado y a quienes lo siguen en la fácil condición del iluso que, como se sabe, no tiene nunca nada que perder porque la sociedad no obliga (ni las leyes se lo permiten) a que la fantasía de los individuos tenga que ser verificable en la realidad de los acontecimientos.

De modo que usted puede elucubrar tantas sandeces como su mente sea capaz de procesar, como esa según la cual una llamada desde Washington a unos muchachos que juegan al héroe acostándose entre ellos con las nalgas al aire, sea una victoria que acabe con el poder del más descollante y popular líder que jamás haya tenido nuestro país, y nadie podrá acusarle o reclamarle siquiera por impostura alguna.

Es el mundo fascinante de la fantasía llevada a su más alto nivel, en el cual todos quisieran vivir alguna vez, fundamentalmente porque no requiere erogación alguna ni involucra riesgos de ningún tipo (a menos que usted quiera pagar por ello, como hace la gente que va a Disney World precisamente porque no tiene capacidad para imaginar con mente propia).

Pero, ganar algún trofeo de la derrota representaría un triunfo en sí mismo y eso tendría una connotación catastrófica para un récord tan tesoneramente labrado.

En verdad un drama el de esta oposición que ni siquiera atina a percatarse de su propia y cada vez más bochornosa tragedia.

albertoaranguibel@gmail.com


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Alberto Aranguibel B.

Comunicador social e investigador. Conductor del programa Sin Tapujos, que se transmite por Venezolana de Televisión. Asesor Comunicacional y de Imagen en organismos y empresas públicas y privadas.

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