La unidad desunida

Desde hace más de una década, y de manera por demás desconsiderada e irrespetuosa hacia el pueblo, los venezolanos hemos sido sometidos al más fatigante y absurdo carnaval de incompetencia jamás visto en el ámbito político, como lo es el de los vanos y recurrentes intentos unitarios por parte de la oposición (o de lo que queda de ella).

Un proceso signado por la farsa y la demagogia, que persigue hacerle creer a la población que quienes se enfrentan al presidente Chávez tienen un único destino común, supuestamente asociado al buen futuro de la patria, cuando en realidad, como lo demuestra precisamente su carácter variopinto y multidoctrinario, es todo lo contrario.

Existe en las filas de esa sopa unitaria infinidad de sujetos que se autodenominan dirigentes sin haber sido electos por nadie y que han saltado hasta dos y tres veces sus propias talanqueras sin mediación de pudor alguno, pero es definitivamente impensable suponer jamás a un adeco plegado a los designios de copeyano alguno, ni mucho menos a un copeyano sometido por los lineamientos de un partido de renegados sin esperanza como el llamado Un Nuevo Tiempo o de tránsfugas crónicos como Primero Justicia.

La mayoría de lo que ellos tan pretenciosamente denominan "partidos políticos de oposición", son en realidad apenas franquicias televisivas con las cuales aseguran su nivel de flotabilidad en el ambiente político no sólo del país sino del mundo, pero que no les reporta respaldo popular alguno que les permita, por ejemplo, contar con una que otra sede en, por lo menos, las principales ciudades y poblaciones del país, que es donde está la gente que ellos dicen representar, y con lo cual podrían demostrar su asiento en la realidad.

El sólo hecho de la unidera a cada rato es demostración más que palpable de la inviabilidad y estupidez de un proyecto tan choreto como ese, que persigue unidad pero sin mezcolanza.

En eso, lo más grave es el intento de hacerse aparecer en cada oportunidad como un nuevo cuerpo, completamente distinto del anterior, cambiándose apenas el nombre pero dejando siempre a los mismos integrantes, incluso casi con la misma vestimenta, con lo cual lo único que dejan claro es su sempiterno empeño en querer engañar a la gente. ¿Cómo hacer para creerles? Periodista


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Alberto Aranguibel B.

Comunicador social e investigador. Conductor del programa Sin Tapujos, que se transmite por Venezolana de Televisión. Asesor Comunicacional y de Imagen en organismos y empresas públicas y privadas.

 albertoaranguibel@gmail.com      @SoyAranguibel

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