Habría que analizar si son empresarios o qué. José Ignacio Cabrujas habló de “capitalismo guasón”, el estudioso alemán André Gunder Frank de “lumpenburguesía” y así. También podríamos hablar de empresarios de puerto, entre ellos los agricultores de contenedores.
Venezuela, por ejemplo, llegó a producir zapatos de alta calidad y en suficiente cantidad. No sé qué pasó, pero el año pasado importamos cien millones de pares. No compré ninguno porque los que tengo andan, así que si cada venezolano se compró 3,5 pares, alguno debe estar tongoneándose por ahí con mis 3,5 pares de pisos nuevos.
La economía de puerto, entre campamento minero y mercado neoliberal loquito, por poco no acabó con el mejor cacao del mundo, por ejemplo. Y nos habría dejado descalzos si no hubiese sido por la industria de puerto.
Pero no es solo eso. Ya los empresarios guasones habían de facto devaluado el bolívar cuando importaban a Bs F 2,15 por dólar y vendían a lo que se les pegara la gana. Un iPod de $ 249, ó sea Bs F 535,35, lo vendían en diciembre en la MacStore del Sambil a Bs F 2500. Es que ni que lo hubieran comprado al dólar permuta, libre, paralelo, tramposo, pues. Estos pícaros que llamamos empresarios han tenido el dólar a no menos de cinco veces su precio nominal desde siglo XX adentro. Por lo menos. Especulan pero crean empleo desde la época de la Guipuzcoana, como dijo uno de los fulleros más representativos.
Algo habrá que hacer junto con la devaluación, porque nunca ni jamás ni en ninguna circunstancia ha habido "estímulo para la inversión". No lo hay en un país con una ubicación geográfica ideal, recursos naturales que pida usted por esa boquita, bienes de capital que cuando no son baratos son gratis, clase obrera pacífica, cuadros medios formados por el gobierno, ¿qué más? Y no se estimulan. Cuando la Segunda Guerra Mundial ¿había reglas claras para invertir?
Por eso se solicita burguesía de verdad, que persiga lucro capitalista y no picardía rentista.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com