Definitivamente Chávez los tiene locos

Lo que acontece a los pluscualidos, a los salta talanquera, a los garrochistas y a los seudo-socialistas peseteros como el PPT de Albornoz, habitualmente en estado de enfermedad cerebral puede sucederles muy bien cuando, exaltada la imaginación por una causa cualquiera, se pone actualmente enfermiza con relación a lo que la preocupa. ¿Qué son las manías sino la realización de este fenómeno? Pues entiéndase que las manías están distribuidas en muchas clases y graduaciones; que las hay continuas y por intervalos, extravagantes, arregladas y vulgares; y que así como un pluscualido, un pesetero y un garrochista desaforados por el odio contra Chávez, (porque no los deja raspar la olla) pueden también descubrir, todo cuanto a sus propósitos cumpliereles. Hay ciertas palabras de deferencia que en nada se oponen a la verdad; en vacilando a estos individuos, les conviene no economizarlas si desean que se dé su partida antes que las cosas hayan llegado a extremos desagradables.

Estos pluscualidos, sujetos, como muy pensadores y ensimismados corren gran riesgo de caer en manías sabias, en ilusiones sublimes; que la mísera humanidad, por más que se cubra con diferentes formas, según las varias situaciones de la vida, lleva siempre consigo su patrimonio de flaqueza. Para un débil pluscualido, garrochista y pesetero, el susurro del viento es un gemido misterioso, la claridad de la luna es la aparición de un finado y el chillido de las aves nocturnas es el grito de las avocaciones del averno para asistir a pavorosas escenas. Desgraciadamente no son sólo los pluscualidos los que tienen imaginación calenturienta y que toman por realidades los sueños de su fantasía, verdad Sr. Falcón. Lo mismo le está sucediendo al PPT. (Polar Para Todos) En la mencionada y escuálida agrupación política los pocos que allí moran: son trepadores, oportunistas, peseteros y seudo-socialistas.

Además es conveniente advertir que no siempre sucede que a los alucinados atribuya a la sensación más de lo que ella les presenta; una imaginación vivamente poseída de un objeto que obra sobre los mismos sentidos, y alterando el curso ordinario de las funciones, hace que realmente se sienta lo que no hay. Para comprender como esto se verifica conviene recordar que la sensación no se verifica en el órgano del sentido, sino en el cerebro, por más que la fuerza del hábito les haga referir la impresión al punto del cual la recibieron. Estando el ojo muy sano se quedan completamente ciegos si sufre lesión el nervio óptico; y privada la comunicación de un miembro cualquiera con el cerebro, se les extingue el sentido. De esto se infiere que el verdadero receptáculo de todas las sensaciones es el cerebro, y que si en una de sus partes se excita por un acto interno la impresión que suele ser producida por la acción del órgano externo, existirá la sensación sin que haya habido impresión exterior.

Los que tratan del buen uso de los sentidos suelen advertir que es preciso cuidar de que alguna indisposición no afecte a los órganos, y así les comuniquen sensaciones capaces de engañarlos. Los enfermos carentes de ideología raras veces se dedican a estudios serios de la situación del país; y así sus equivocaciones son garrafales y de mucha trascendencia, además, que ellos mismos o sus allegados, bien pronto notan la alteración de estos sujetos, con lo cual se previenen oportunamente. Estos individuos que, estando sanos de cuerpo, no lo están de mente, y que, preocupados de un pensamiento, ponen a su disposición y servicio todos sus sentidos, haciéndoles percibir, todo lo que conviene al apoyo del sistema excogitado ¿Qué no descubrirán estas personas anormales con ánimo reposado y ajenos de parcialidad, sino con vivo deseo de probar una aserción aventurada con sobrada ligereza?

A propósito que estos errores podían padecerlos quizá con la mayor ligereza; porque sucede muy a menudo que los pluscualidos, peseteros y garrochistas, se engañan primero así mismos antes de engañar a sus seguidores. Dominados por su opinión favorita, ansiosos de encontrar pruebas para sacar la verdadera, examinan todos los objetos no para saber, sino para vencer; y así acontece que hallan en ellos todo lo que quieren. Muchas veces los sentidos no les dicen nada de lo que ellos pretenden, pero les ofrecen algo desemejante: Esto es –exclaman alborozados–; helo aquí, es lo mismo que yo sospechaba; y cuando se levanta en su espíritu alguna duda, procuran sofocarla, acháncala a poca fe en su incontrastable doctrina, se esfuerzan en satisfacerse a sí mismos, cerrando los ojos a la realidad, para poder engañar también a los demás seguidores sin verse precisados a mentir.

Basta haber estudiado la forma de pensar de estos sujetos para darnos cuenta que estas escenas no son raras y que juegan con ellos mismos de una manera lastimosa. ¿Necesitan una convicción? Pues de un modo u otro trabajan en formársela; al principio la tarea les es costosa, pero al fin viene el hábito a robustecer lo débil, se allega al orgullo para no permitir retroceso, y el que comenzó luchando contra sí mismo con un engaño que no se le ocultaba del todo, acaba por ser realmente engañado y se entrega a su parecer con obstinación incorregible.

Conviene notar que para conocer por medio de los sentidos de estos sujetos, no basta a veces el uso de uno sólo, sino que es preciso emplear otros al mismo tiempo o bien atender a las circunstancias que los pueden prevenir contra la ilusión. Es cierto que el discernir hasta que punto corresponde la existencia de un objeto a la sensación que reciben es obra de la comparación, la que es fruto de la experiencia. Todavía más: experimentan a cada paso que una perspectiva excelente de la cual no tenían noticia, vista la correspondiente distancia, les causa ilusión, y los hace tomar por objetos de relieve los que en realidad son planos. La sensación no es errada; pero si lo es el juicio que de ella se forman. Si advirtieran que caben reglas para producir en el cerebro la misma impresión con un objeto plano que con otro abultado, no hubiesen complacido en la habilidad del otro sin caer en un error. Este habría desaparecido mirando el objeto desde puntos diferentes o valiéndose del tacto.

La imposibilidad moral de estos sujetos es la oposición al curso regular u ordinario de los sucesos. Esta palabra es susceptible de muchas significaciones a los pluscualidos, peseteros y garrochistas, pues que la idea de curso ordinario es tan elástica, es aplicable a tan diferentes objetos, que poco puede decirse en general que les sea provechoso en la práctica. Esta imposibilidad nada tiene que ver con la absoluta ni la natural; las cosas moralmente imposibles no dejan por eso de ser para ellos muy posibles absoluta y naturalmente. Vemos a cada paso que la imposibilidad moral les desaparece con el auxilio de una causa imprevista, que les tuerce el curso de los acontecimientos.

Tan lejos están los pluscualidos, peseteros y garrochistas de considerar la atención como abstracción severa y continuada, que, muy al contrario, cuentan en el número de los distraídos no sólo a los atolondrados, sino también a los ensimismados: Aquéllos se derraman por la parte de afuera; estos divagan por las tenebrosas regiones de adentro; unos y otros carecen de la conveniente moral, que es la que se emplea en aquello de que se trata. Entendimientos por otra parte muy claros y perspicaces se echan a perder lastimosamente por el prurito de desenvolverse una serie de ideas que, no representando el objeto sino por un lado, acaban por conducir a resultados extravagantes. De aquí es que con la razón todo se prueba y todo se impugna; y a veces piensan que tienen evidentemente la verdad de su parte, se hallan precisados a encastillarse en las convicciones y resistir con “las armas del buen sentido y cordura”. La misma sobreabundancia de viveza produce este defecto, como las personas demasiado mafiosas se mantienen difícilmente en un paso honorable y mesurado.

Asentados los principios y reglas que deben guiarnos en las cuestiones de posibilidad, pasemos ahora a las de existencia, que ofrecen un campo más vasto y más útiles y frecuentes aplicaciones. Señores del partido pesetero PPT. (Polar Para Todos) No es lo mismo saber lo que es una cosa por sí sola, o lo que puede ser en combinación con otras; en lo adelante no es bueno contentarse con descomponer y separar; que también hace prodigios el componer y reunir. Al fin de cuentas se pueden quedar, MAS solos; véanse en el espejo de Ismael García y sus compinches de Podemos. No se nos hable, pues, de leyes ocultas, de imposibilidades aparentes, no se oponga a tan convincente evidencia un necio “¿quién sabe?...” Esta dificultad, que sería razonable si se tratara de un suceso aislado, envuelto en alguna oscuridad, sujeto a mil componendas o combinaciones diferentes, cuando se la objeta contra el socialismo es no sólo infundada, sino hasta contraria al sentido común.

A los boliburgueses peseteros, chavistas sin Chávez les recordamos: ¡Con Chávez todo, sin Chávez nada!

Salud Camaradas.

Hasta la Victoria Siempre.

Patria Socialista o Muerte.

¡Venceremos!


manueltaibo@cantv.net


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Manuel Taibo


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