El concepto y las funciones
primordiales de la ciudad tradicional burguesa, como espacio territorial,
tiene su razón de ser en la existencia de clases sociales, en la división,
en la exclusión reproductora de pobreza y miseria, que considera a
los seres humanos como una mercancía, requiere ser repensado como espacio
de socialización y de convivencia humana.
En la Venezuela contemporánea,
la ciudad tradicional tuvo un corto período de vida útil y la misma
se corresponde aproximadamente con las primeras décadas del siglo XX,
por cuanto una vez que la industria petrolera desplazó a la actividad
agrícola como primera fuente generadora de ingresos en el país, las
emigraciones generadas por tales efectos, desbordaron las posibilidades
reales de las autoridades de aquel entonces, de dar respuestas satisfactorias
a los grupos humanos que crecían vertiginosamente y demandaban bienes
y servicios que satisficieran sus necesidades.
La noción de ciudad
asumida por el país a principios del siglo XX, se corresponde con el
criterio centro-periferia existente en otras latitudes del mundo antes
de la Revolución Industrial (1760) y cuando la actividad petrolera
desplaza a la agricultura como principal actividad económica del país
(1924), a principios del siglo pasado, este criterio territorial se
mantiene, sin tomar en cuenta la incidencia que tendría el crecimiento
desproporcionado de los indicadores demográficos, económico-financieros,
territoriales y culturales originados por la emigración que se producía
y los desplazamientos poblacionales causados por la presencia del petróleo,
lo cual contribuyó significativamente a darle una configuración particular
a la organización de las ciudades, incrementando la división de las
clases sociales.
A los efectos generados
por la actividad petrolera en el país, es necesario agregarle la incidencia
causada por la Revolución Industrial y los cambios producidos en el
modo de producción capitalista, particularmente aquellos sucedidos
en la División Social del Trabajo y en la División Internacional del
Trabajo, la incidencia que tuvo el papel del Estado en los planes de
desarrollo de las naciones, la automatización de los procesos productivos
y del transporte, entre otros, los cuales fueron asumidos esquemáticamente
por los distintos gobiernos de la época, sin considerar la particularidad
del contexto venezolano, dándole al país el rol de proveedor de materia
prima en el mercado internacional.
En la medida que el crecimiento
poblacional desbordó la oferta disponible de los entes gubernamentales,
para solucionar los problemas y las necesidades de los conglomerados
humanos, la ciudad pasó a convertirse en el foco de perturbación que
es hoy en día, caracterizada por el anarquismo, el caos y sus expresiones
de pobreza, corrupción, de agresividad y violencia que la caracteriza
en la actualidad.
En el marco del capitalismo
moderno, las nuevas expresiones del poder se han transfigurado, (Galeano,
E: Patas Arriba: El Mundo al Revés, 1998) otorgándole valor
a nuevas formas de producción: la ciudad central de hoy en día, ha
invertido sus valores y sustituido las formas tradicionales de producción,
por rublos como la producción, distribución y el consumo de drogas,
la manipulación mediática y la desinformación, la globalización,
el armamentismo, el lavado de capitales, los monopolios, la usura, la
inflación y la especulación, la prostitución y la pobreza, lo cual
ha desvirtuado las formas tradicionales de socialización de la familia,
el trabajo, la iglesia y los medios de información y comunicación,
generando desencuentros en la triología sujeto-producción-organización,
que deben ser superados con planes y programas de desarrollos novedosos.
Por tal razón, el concepto
tradicional de ciudad, asociada a los intereses y a la imagen y semejanza
de los valores del sistema capitalista burgués, desdibujado, colapsado,
con su vieja y excluyente división político-territorial-administrativa,
debe ser descartado como opción en los espacios de equidad, justicia
social y del modelo de participación protagónico, donde se considera
como figuras fundamentales, la existencia de los consejos comunales,
el fortalecimiento del poder popular, su espacio territorial humano
y la ética socialista
La dimensión espacio-territorio
humano-productivo-cultural y político actual del país, debe ser reordenado
a luz de los cambios y transformaciones experimentados en la implementación
de la Ley Orgánica del Consejo Federal de Gobierno y del Plan de Desarrollo
Económico y Social “Simón Bolívar” 2007-2013, la ley de los Consejos
Comunales y otras leyes de reciente creación. En tal sentido, deben
tomarse en cuenta los siguientes aspectos:
- Convertir la Ley Orgánica del Consejo Federal de Gobierno, en Ley Orgánica del Consejo Federal del Poder Popular, considerando el concepto eco-socialista de ciudad (Núñez, 2010) (PDES “Simón Bolívar 2007-2012)
- Seleccionar a tres estados pilotos del interior del país, como espacios permanentes de debate amplio y abierto, bajo los criterios y visión del poder popular, donde se facilite la conformación del modelo socialista de ciudad y sus principios humanistas.
- Considerar las variables establecidas en los distintos polos de desarrollo planificados en el país, como parte integral de las ciudades (Ejemplo: Eje Orinoco-Apure, Barinas-Puerto Nutrias, etc.) y espacios de producción-territorial del poder popular
- Continuar los planes de construcción y defensa del derecho a la vivienda, bajo la visión de desarrollo-integral-sustentable en el país.
- Implementar iniciativas pedagógicas que incluyan la participación de amplios sectores del país, particularmente a los sectores de clase media
- Considerar la transformación de dos barrios populares en el Distrito Capital, (efecto vitrina) como espacio territorial sustentable, bajo la visión eco-socialista de ciudad (Núñez, 2010) (PDES “Simón Bolívar 2007-2012). Para ello se debe accionar, tomando en cuenta las actuales amenazas de las lluvias.
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