El refranero popular tiene sus maneras sencillas, cortas pero profundas para describir o proyectar situaciones. El refrán que nos dice: "A todo cochino gordo le llega su sábado", es una de esas maneras de ofrecer un veredicto sobre algo que obligadamente deba suceder. ¿Será un PODER, el Poder Popular? ¿Llegará el día en que el Poder Popular, tena efectivamente PODER?
Por ahora, estamos en un "debate" que suelta algunas luces para ver comprender la situación. Venimos oyendo excusas y explicaciones desde las líneas del PSUV que nos adverten que las gobernaciones y las alcaldías no van a desaparecer. Esto no dice mucho, pero alguna señal envía. Asumo, desde una perspectiva individual, que con esta posición de no desaparición de las gobernaciones y alcaldías, continuaran existiendo costosos e inoperantes "aparatos burocráticos" que poco aportan a la existencia, fortalecimiento y desarrollo del llamado Poder Popular. La oposición encontró una buena forma para chantajearnos y el proceso -sin el poder suficiente o con cierto miedo- hace caso al chantaje y ha estado anunciando a través de diferentes voceros y voceras, que efectivamente las gobernaciones y las alcaldías con sus otros aparatos burocráticos continuaran vigentes. Entiendo que la estrategia de la oposición es meter miedo a la clase media usando esta matriz y que el proceso revolucionario, efectivamente no desea borrar a las gobernaciones, pero observo en esta afirmación un gran vació.
En una alocución del jueves 15/11/2012 por radio y televisión, el jefe del Estado fue enfático al afirmar que no se tiene previsto eliminar a las gobernaciones y la Alcaldías. Es bueno salirle al paso a esta matriz de opinión (tipo chantaje) que está montando la oposición, pero afirmar tan drásticamente este posibilidad de no producir cambios sustantivos en estos dos niveles del Poder público, nos comunica también que esto del Poder Popular con una seis leyes orgánicas a cuesta, es o viene siendo una ligera exageración o una situación, que debería recomponerse y redefinirse para no mantener al pueblo bajo una expectativas de PODER (tomar decisiones) que no podrán ser realidad.
Una revisión es obligatoria, no porque se diga ahora que el Poder Público Municipal y estadal no serán ni eliminado ni reformado, sino porque eso de SER PODER y depender de un ministerio que nos diga: eres poder, suena muy contradictorio. Si no existe posibilidad de cambio y reforma a nivel de estos dos poderes, conviene más bien, una alternativa que explícitamente nos comunique que el Poder Popular es solo una opción referida única y exclusivamente para optar por un aporte de la renta petrolera a través de las opciones que ofrece el Fondo de Compensación Interritorial (FCI) del Consejo Federal de Gobierno (CFG). O sea, si no hay una reforma que conduzca a una modificación del sistema en las entidades federales y los municipios, nos convenceremos que hemos superado a las antiguas Asociaciones de Vecinos, pero que esto no alcanza para darnos el calificativo de Poder Popular.
Entiendo perfectamente que la figuras de la gobernación y las alcaldías, en tanto preserven la noción de una persona al frente de un proyecto de gestión que requiere de una gerencia, son figuras que por ahora parecen insustituible, pero no dejar abierta la incorporación de una alternativa que acompañe a esas dos figuras y haga sinergía con la propuesta de unas comunidades organizadas (Comunas y Consejos Comunales) empoderándose, nos advierte de la inviabilidad de ese supuesto Estado Comunal, tal y como debe asumirse entre nosotros la idea de Estado.
Tiene sentido la idea de una nueva institucionalidad y en el marco de esa nueva institucionalidad que debe irse construyendo, es necesario salir de "aparatos" costosos y que en el camino de un "Estado Comunal" no parece tener mucho sentido. Pienso que la viabilidad de la comuna, como un esquema de organización territorial, cobra significación no como una formula aprobada y permitida desde un ministerio. Tiene lógica, como elemento constitutivo del Poder Público Municipal y en condiciones de superar la limitada capacidad de maniobra y operatividad de las juntas parroquiales. La comuna, entendida como una forma de organización comunitaria, puede ser efectivamente la diferencia entre la institucionalidad actual que tenemos y la nueva forma que debería ir tomando el Poder Público.
Un "Parlamento comunal" encargado como del condominio de una comunidad es una buena idea, pero su espacio es reducido. Un parlamento comunal debe ser visto y asumido en el marco de la nueva institucionalidad como un decisor estratégico en el ámbito municipal. En una nueva visión del Poder Público Municipal, que es por donde debe comenzar el proceso de formación del Estado Comunal; el parlamento Comunal, lo visualizo más como un decisor ordenador de una política municipal y al alcalde, como una figura responsable de conducir la propuesta de municipio y gestión que salga de los parlamentos comunales, que serán responsables de producir el plan de desarrollo municipal y el alcalde la figura de ejecutarlo.