Tuve dudas sobre la posibilidad de tomar un tiempo para irme al Centro de votación donde debía ejercer mi derecho a elegir. Aunque no estaba seguro, había tomado la precaución porque el decidirme, implicaba varias horas de carretera y tenía previsto, en caso de tomar la decisión hacerlo después de mi regular caminata mañanera de todos los días.
Salí de la soledad de mi apartamento a caminar este domingo más o menos a la 5:30 de la mañana y a las 6: 15 ya estaba entrando al centro de Barcelona y de repente comencé a oír cohetes y todo tipo de sonido de los tradicionales fuegos artificiales. Apure el paso y pronto me encontré en las cercanía de Plaza Bolívar de Barcelona y a medida que me acercaba, creía que estaba entrando con a uno de esos grandes centros comerciales en las cuales suele ver en sus estacionamientos lo que se llama por mollejas de carros. No era una cosa dantesca, porque lo que uno comúnmente uno llama dantesco es otra cosa. No era eso, pero políticamente era algo peor, ver esa cantidad camionetas estacionadas en todos los espacios más cercanos la Plaza Bolívar. Tenerla, aun con el sudor de su frente, ya implicaba alguna tracalería.
Me aseguré y determiné que en todo ese espacio no había una exposición y ventas de orquídeas, porque llegue a suponer, que había dos situaciones y una de ellas era una posible exposición y venta de orquídeas u otra cosa de esas muy exótica. No, era la apertura de la jornada electoral interna con fuegos artificiales para motivarnos a salir a votar.
¿Por qué tenía dudas al principio?
Mis dudas estaban fundamentadas en que no vi ni oí a nadie planteándonos situaciones, ideas y propuestas. En mi caso, no veía figuras o líderes locales y estadales dándonos razones para votar por fulano y no por mengano para dirigir un círculo de lucha. Igual, no pude ver un papelito o un charlita dada por alguien, que me dijera con argumentos, que zutano para jefe o jefa de una UBECH era muy importante. Llamé a mis camaradas vinculados al centro donde regularmente hago este ejercicio de votar internamente y nadie supo darme una razón sobre un candidato que nos moviera a salir a votar.
He estado hace tiempo detrás de la ubicación de la UBECH donde actualmente vivo y no he tenido oportunidad de saber cuándo se reúne, qué discute, cómo discute y después de discutir cómo organiza el trabajo. No ha sido posible tener esa sencilla y útil información para saber, cómo uno no siendo miembro de una UBECH puede contribuir en algo a su consolidación.
El espectáculo de esta mañana del domingo en la plaza Bolívar de Barcelona, me abrió una cierta incertidumbre. Estoy seguro que puede haber mucha gente honesta y trabajadora aspirando a dirigir un círculo de lucha y una UBCH, pero no sé cuántos ni cuáles son. No he visto a nadie y no sé si finalmente puedo votar por alguien a quien no conozco de trato de comunicación y no sé tampoco, si en esta elección, como en las que hubo para delegados y delegadas al III Congreso, hay muchos Valentín Arismendi. No quiero un PSUV con muchos tipos revolucionario como Valentín Arismendi el de Puerto la Cruz.
Sinceramente, no me inspira confianza un partido cuyos “lideres” locales no sean ni discretos para mostrar su apego a la extravagancia, ostentación, consumismo y valores capitalistas. Puedo aspirar a comprarme un carrito nuevo; esa aspiración es válida, pero un carro no es lo mismo que una ostentosa camioneta.
Como no estoy seguro si voy a votar por un Valentín Arismendi cualquiera, opté por quedarme en la soledad de mi apartamento. Esto no puede ser revolucionario, pero votar si saber por quién y para qué, tampoco lo es mucho.
En la izquierda trasnochada de ayer éramos cuatro gatos y esos cuatro gatos se peleaban para ir hablar con los dos gatos que tenían como militantes para ver como los convencían y votaban por uno de esos cuatros gatos. Este PSUV no de esos partidos de cuatro gatos con dos gatos de militancia, pero como partido, no es mejor que los partidos de cuatro gatos de ayer con dos gatos de militantes en la izquierda. Pienso, que nos estamos pareciéndonos muy rápidos al partido del pueblo y al partido que dice tener a Cristo como emblema.