"La clase media es la fuente de gran parte de los idealismos y extremismos de este mundo"
De modo general una revolución podría definirse como un cambio rápido, profundo y posiblemente violento que afecta a las instituciones políticas, económicas o sociales de uno o varios estados. En un proceso revolucionario normalmente aparecen enfrentadas de forma más o menos nítida dos fuerzas: los partidarios de mantener las viejas estructuras (reaccionarios) y los partidarios de derribarlas para crear otras nuevas (revolucionarios).
Uno de los grandes errores, de la Revolución Sandinista, en su primera etapa, fue no tomar en cuenta a la clase media.
La clase media como medio para evitar las revoluciones.
Es una idea muy vieja, de Aristóteles, que la existencia de una extensa clase media permite a los Estados evitar las revoluciones. Actúa como un colchón, como un amortiguador, entre la extrema pobreza y la extrema riqueza. Esta idea ha penetrado tanto en la conciencia ordinaria, que la mayoría de la gente cree que un país va bien cuando hay una extensa clase media y que va mal cuando ésta no se ha formado o ha mermado.
En este momento cuando los acontecimientos diarios fuerzan la conducta de la ciudadanía hacia una vorágine de acciones fuera de lo normal, mediante mercados y grupos paralelos que animan a la burocracia, la prepotencia y la agresión, se deja ver un clima de desesperanza entre los habitantes que tienen claro que la salida a los problemas del sector de Los Nuevos Teques, pasa por exigir el cambio de comportamiento de algunos miembros de la comunidad que hacen florecer los antivalores, y donde en sus miradas brota el odio y en las expresiones manifiestan sus frustraciones y rencores, sus mentiras y sus descontentos; donde abundan las críticas sin ofrecer soluciones, donde aportan poco y exigen mucho; donde no se incorporan al trabajo silencioso y productivo en pro de la propia comunidad; donde no valora tener un Consejo Comunal legalizado por el MPP para la Comunas y los Movimientos Sociales, donde te orinan la cara y dicen que está lloviendo.
Cuando esto sucede y no hay la suficiente madurez mueren los sueños, la imaginación de un futuro feliz y la pérdida de la noción del tiempo. A esta comunidad se les arrebata la magia, a cambio se les han dado gritos, abandono, irrespeto, estancamiento, retroceso, involución, dejadez, desaire, desintegración, inactividad, fealdad, escasa atracción, insalubridad. Se le ha silenciado.
Por ello es fundamental aprovechar el inicio de este año para recordar uno de los valores humanos más importante: la esperanza. Una esperanza para el buen vivir, para luchar, para alcanzar la utopía, para crecer y para tener hermandad.
Es comprensible que los CLAP Bolivarianos no lleguen a Los Nuevos Teques, mientras la comunidad no se organice imparcialmente sin mirar colores ni ideologías políticas ni intereses provincianos. Es esa falta de planificación comunal la que, más bien, se halla bloqueada por estos voceros opositores.
Nuestros operadores políticos no se dan cuenta de que están sentados sobre un barril de pólvora. Porque la clase media, a la que se niega toda perspectiva de ascenso social, podría recurrir a la revolución como último recurso para hacerse escuchar. La existencia de una extensa clase media con carácter omnipresente, es un rasgo esencial de las sociedades capitalistas avanzadas. Circunstancia que nos permite concluir que el freno a la revolución, a los cambios radicales, se manifiesta en todos los campos de la vida y en todas las formas de la práctica social.
Ante estas situaciones los que por encima de las adversidades militamos y simpatizamos con el proceso revolucionario debemos mantenernos unidos aun con las diferencias de enfoque que podamos tener y convertirnos en propagadores y defensores de los grandes logros de la revolución Bolivariana y de la necesidad de fortalecer la lucha para defender y conservar el poder político que nos fue otorgado por el heroico y libertario pueblo Venezolano.
Dada la descomunal contracción del poder de compra del salario, resulta evidente que la clase media ha utilizado herramientas heterodoxas para poder sobrevivir y no cambiar demasiado su estilo de vida, pero la agonía ha sido extensa y ya muchas familias que antes vivían como clase media, hoy les toca sobrevivir como pobres.
La clase media ha visto cómo su calidad de vida ha sido devastada. A diario nos toca oír múltiples casos de personas desesperanzadas, desesperadas por no poder pagar rubros básicos. Hoy queman sus ahorros, se endeudan lo más que pueden, se exponen a perder sus vehículos, comen mal para que la alimentación de sus hijos sea la mejor posible. Son sin duda los nuevos pobres, muchos de ellos con años de estudio y de desarrollo profesional, que no logran entender tanta divergencia entre su salario y su esfuerzo.
El decreto de estado de excepción aprobado por el presidente Nicolás Maduro les dio facultades extraordinarias a instancias organizativas como los CLAP, cuya base de apoyo originalmente fueron el partido político PSUV a través de las UBCH, el Frente Francisco de Miranda, la organización política Unión Nacional de Mujeres y un representante de los consejos comunales, entre otros. Los consejos comunales, la instancia más participativa, están minimizados, al punto de quedar desplazados por las demás instancias. Pero además este sistema de distribución de alimentos se sometió al control militar.
Al no poder cubrir el total de la población venezolana, la priorización en la distribución de la bolsa de alimentos está siguiendo criterios políticos. La comida se les entrega a los políticamente afines y a quienes residen en sectores populares.
La lucha ideológica de la izquierda radical contra la clase media.
No es cierto que la clase obrera haya dejado de ser revolucionaria, sino que el predominio de la clase media impide que la clase obrera adopte un papel revolucionario. Si la existencia de una extensa clase media impide que se puedan producir revoluciones, lo impide tanto en el terreno de la práctica como en el terreno de las ideas. De ahí la necesidad que tiene la izquierda radical de luchar ideológicamente contra la clase media. La necesidad de esta lucha no es nueva. La clase media equivale a lo que los marxistas siempre han identificado como pequeña burguesía. Y quien lea detenidamente los textos de Marx y de Lenin, observará que una gran parte de la crítica ideológica contenida en esos textos está dirigida contra la pequeña burguesía.
Una revolución de ideas
Rosa Luxemburgo y Antonio Gramsci fueron, sin lugar a dudas, dos sobresalientes y excepcionales dirigentes políticos revolucionarios marxistas del movimiento europeo de la primera mitad del siglo pasado, que dedicaron sus energías vitales a luchar y promover la revolución socialista en sus países, Polonia e Italia, respectivamente. También se esforzaron por pensar creadoramente de nuevo las condiciones necesarias que deben cumplir siempre los revolucionarias para lograr el triunfo de esa revolución, pues estaban convencidos de que la lectura e interpretación que los marxistas rusos, con Lenin a la cabeza, y los bolcheviques, de las condiciones de esa revolución socialista, adolecían de defectos o fallas fundamentales.
Para Rosa Luxemburgo la falla principal consistió en que los bolcheviques, no reconocieron el derecho fundamental que deben tener todos los miembros de la nueva sociedad en proceso de construcción, inclusive de los que no son integrantes del partido o de los que tienen opiniones críticas diferentes a la de sus dirigentes, de expresarse libremente en el espacio público de la sociedad. La libertad es siempre y exclusivamente libertad para el que piensa de manera diferente.
Rosa Luxemburgo, entonces, estuvo profundamente convencida de que el nuevo orden socialista sólo se puede construir con validez y justicia si los dirigentes políticos revolucionarios que lo promueven aceptan sin límites que todos los miembros de la sociedad puedan expresar libremente sus opiniones en el espacio público, es decir, si reconocen que la libertad de todos hace parte de manera consustancial de la nueva sociedad socialista. Y si, al contrario, no reconocen o aceptan esta libertad este nuevo orden social no sólo negará la esencia humana del proyecto socialista, sino que también carecerá de la legitimidad necesaria que le permita mantenerse y renovarse con el paso del tiempo, como efectivamente ocurrió con el modelo de socialismo que los bolcheviques construyeron en la Unión Soviética y que fue adoptado luego por los dirigentes revolucionarios de los países de Europa del Este después de la segunda Guerra Mundial.
El derrumbe y desintegración de este modelo de socialismo después de la caída del muro de Berlín en 1989 puso de presente de nuevo, tras 70 años de olvido, la validez de la concepción de Rosa Luxemburgo sobre el imperativo de sustentar la posible sociedad socialista no sólo en el principio de la justicia sino también en el de la libertad.
Ante la polarización, el resentimiento y el miedo que caracterizaron este 2016, ¿cómo vamos a hacer para reconciliarnos y construir una sociedad capaz de trabajar unida y no mirándose con recelo desde los extremos?
El mundo al día de hoy, nos da todo al alcance de la mano con el capitalismo, pero a veces parece que no tenemos nada, y que estamos deshumanizados…
Absolutamente deshumanizados. El sistema mundial nos está llevando hacia una dirección muy fea. Miremos la nueva política de los Estados Unidos. Pero por experiencia siempre miramos hacia adelante con positividad y optimismo en cada cosa y en cada situación. También en los momentos en que nos sentimos ahogados intentamos llevar las cosas por el buen camino. Es esto lo que nos permite despertar y abrir los ojos. A veces las situaciones más difíciles pueden ser las situaciones que te dan nuevos estímulos para renacer.
Por eso aquí, en Los Nuevos Teques, no queremos un muro para separar a ricos de los pobres. No queremos una iglesia para expresar bajos sentimientos como el odio y el desprecio hacia los semejantes y para incitar a acciones violentas a una parte de la población contra sus hermanos en Cristo. No queremos una iglesia que le ponga el acento en la ideología en la cabeza del pueblo para que piense como burgueses. No queremos a los príncipes de la iglesia usando la investidura concedida por la iglesia romana apliquen el fariseísmo que tanto combatió Jesucristo nuestro Señor y contraviene el mensaje del Santo Padre el Papa Francisco.
Igualmente, los vecinos del sector no queremos escuela de perros, ni grupo de rescate en el Parque Los Nuevos Teques, no queremos que funcionarios de la Alcaldía conviertan a la Avenida Principal en una Calle del Hambre, no queremos ferias agrícolas cuyos precios no sean competitivos y que no beneficien a la comunidad, no queremos estar invadidos de vendedores ambulantes ni camiones de pescado sin permisología en el sector, ni comercios con actividad de juegos de Envite y Azar. Cuando se violan los derechos y garantías constitucionales de la comunidad, es imperioso el ejercicio de las acciones legales para restablecer la situación jurídica infringida. Queremos que se nos escuche. Aquí hay problemas, muchos problemas y necesidades.
Hay que tomar conciencia y hacer, por pequeña que sea, la acción. Así es como pensamos que podremos vivir en un mundo mejor.
Lo importante es mantener la solidaridad, no olvidarse jamás de las luchas que hay en cada momento, que por muy pequeñas que sean nos necesitamos mutuamente.
En Los Nuevos Teques intentamos siempre dar voz a las situaciones que no la encontramos. Por fortuna algunos miembros de nuestro Consejo Comunal ROSAREAL, vivimos de la solidaridad.
Llevamos demasiados años con un sector dividido, arrogante en sus creencias y terco con sus prejuicios. Podemos, por supuesto, tomar la decisión de seguir odiando con motivos ideológicos y aislándonos, pero hay señales nacionales y en el resto del mundo que nos piden entender que los retos sociales son cada vez más grandes y por ende sería útil poder enfrentarlos entre todos.
La llegada del año nuevo trae consigo propósitos y metas que en su mayoría no llegan a materializarse por ignorar la manera de hacerlas realidad.