En el planeta tierra, donde trascurre la existencia humana, se encuentra una variedad estética de paisajes, cargados de diferentes texturas, olores, colores, sonidos, temperaturas, relieves, formas y otras diversidades de características, que hacen posible la conformación de un nicho antrópico como este, en una cuna idónea para el desarrollo de la vida. Esta majestuosidad única en el universo, es a su vez, una realidad presente que constantemente recuerda la fragilidad existencial de todos los seres biológicos, en donde todos pueden alimentarse o destruirse en un solo instante, pasando hacer unos herederos malditos y benditos de una tierra cruel y generosa.
Dentro de la historia antigua, se señala que los pueblos de Egipto y Babilonia, son los que trataran de establecer una organización política, a través de su emperador o faraón, de un control de todo lo que este en su mundo conocido y después de esta vida. Pero de la misma manera quien no sabe lo que tiene no sabe lo que puede dominar, de ahí que en la parte geográfica, estos dos imperios, son los que dieron sus primeros pasos y los que dictaran la pauta a seguir, con una cartografía que hace visible ante su emperador o faraón, "el regalo del Dios divino", los dominios que la divinidad le había concedido. En Egipto se inicia, una cartografía como un primer intento, sobre todo en su principal recurso y símbolo de su poderío, como lo era el río Nilo y la agrimensura; por su parte a Babilonia a demás de incursionar en la cartografía, quiso ir más allá del territorio, al firmamento donde estaban las estrellas, para dar inicio al interés por la astrología.
La geografía, como la entendían en la antigüedad, consistía básicamente en medir las longitudes y las latitudes, para trasladarlas posteriormente a un mapa, es decir, lo que se conoce en la actualidad como cartografía. Ptolomeo en su compendio presentaba una teoría geocéntrica del cosmos, que proyectaba a la tierra como el centro del universo, una idea que encajó como la pieza de un rompecabezas, para ser impuesta desde Alejandría, a todas aquellas sociedades de la época y que esquivaría toda crítica durante catorce siglos, forrada de una gran solidez dogmática, que tiene su explicación en la ideología que manejaban las diferentes comunidades religiosas y muy especialmente la cristiana.
Esta descripción de los países, requería saber de todo lo que existiese entre interno-encima de la tierra, para eso se fueron creando pequeñas ciencias (geodesia, geología, geomorfología, etc.), cada una de ella, especializada en una parte concreta de la tierra, el clima, la vegetación, la formación morfológica, el relieve, las eras por las que atravesó, la hidrografía y otras. Con esto se trata de hacer presentar, que se empieza a formar una especie de divorcio entre la geografía y las disciplinas físico-matemáticas, que desde luego no llegó a ser nunca total.
En la segunda edición de su introducción a la géographie (1690) aparece ya una división tripartita de la geografía que los autores repetirían una y otra vez: geografía astronómica, que explicaría "la correspondencia del globo terrestre con el universo"; una geografía natural que se encargaría de explicar "las divisiones de todas las partes de la tierra y el agua" y una geografía histórica que considera "la tierra por los estados soberanos, para la extensión de las religiones, por la extensión de las principales lenguas, por las diferentes especies y razas de hombre, por sus colores y por la forma exterior del cuerpo". Esta ha sido la clasificación que se utiliza, con algunas pequeñas variantes en la terminología como astronómica, física y política, usada ampliamente a partir del siglo XVIII y que todavía perduran en algunos manuales escolares.
Las condiciones históricas, sociales, espaciales, políticas, económicas, culturales, entre muchas que existen en Venezuela, son transformadas a partir de 1999, con el nuevo estamento jurídico que entra en vigencia con la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que impulsa un modelo político consustanciado en un sistema de democracia participativa, que deja de lado la representatividad, que durante tanto tiempo penetró la genética social del pueblo venezolano. Este modelo político participativo, que empieza avanzar en Venezuela, buscar crear las bases para la conformación de un poder popular, que no tendrá su radio de acción en un plano metafísico o ideológico solamente, sino que su concreción se presenta dentro de un contexto espacial e histórico, que en este caso lo representa el espacio comunitario, el cuál, estaba menospreciado por los geógrafos o estudiosos de la cartografía espacial.
En este sentido, la educación geográfica que sé a impartido en nuestro país, a través de las diferentes casas de estudios universitarios, no está avanzando rápido en estos pasos, para formar esos intelectuales, facilitadores y organizadores, que estén comprometidos con un escenario más amplio de acción social, a través del cual se contribuya de forma más activa y efectiva. A la promoción de soluciones más solidarias y justas a los apremiantes problemas que aquejan a la sociedad.
A veces, suele señalarse esa nueva forma de levedad y fluidez, que se esconde en un poder político cada vez más móvil, cambiante y fugitivo, sin coordenadas que puedan ser cartografiadas, sino se entienden las claves de estos nuevos tiempos. Es por todo esto, que se busca construir un basamento que permita entender el giro epocal que tiene la geografía, como disciplina que se encarga del estudio del espacio geográfico, que únicamente tenía como epicentro las explicaciones de los macros paisajes y en un empoderamiento constantes desde las bases sociales, han hecho que ocurra un viraje en torno a la importancia de los espacios micro, como las comunidades.
El espacio-tiempo y las estructuras sociales, que se trazan desde un esquema abierto, que no busca solamente realizar un sistema de descripciones exhaustivas, de cómo percibir al barrio, la comunidad, el pueblo o la cuidad. Sino una especie de interrogante que pudiera ser el inicio de otras transformaciones que están ocurriendo, a propósito de esta contemporaneidad que nos circunda y que seria ese aporte, para comprender otra representación de cómo investigar y comprender desde los espacios de la comunidad. En este conjunto de relaciones también se hace propicio analizar a la geografía, para saber si hay aspectos de la vida social contemporánea, que puedan depender hoy de una sola forma de hacer investigación, sin reflexionar en la alianza y el intercambio.