Cátedra Comunal

Decálogo del Socialismo Humanista que estamos construyendo (II)

Habíamos escrito en nuestra anterior entrega de “Cátedra Comunal”, que la revolución y proceso de cambio no es de un hombre, es de un pueblo puesto es marcha, motivado y movido por valores, que son puntos de referencia que dan sentido a las acciones. Anunciamos que en diez puntos, que denominaríamos Decálogo del Socialismo Humanista, resumiríamos los valores de la nueva sociedad. Ya analizamos libertad e igualdad, así como democracia. Abordemos hoy otros tres valores: pluralismo, por un lado, por otro, solidaridad, fraternidad y unión, y por último, en está Cátedra Comunal nos referiremos también a la complementación.

Si admitimos los valores a los que ya escribimos, libertad, igualdad y democracia, tenemos que admitir el pluralismo, es decir, que exista - como lo establece la Constitución - un gobierno “pluralista”, que escuche a todos y donde todos participen.

El pluralismo es tolerante, y se expresa en la disposición de reconocer y admitir el derecho de otros a su propia forma de pensar y obrar, como valor fundamental para la convivencia pacífica. Ante el conflicto, el tolerante no utiliza la violencia para la solución, prefiere el diálogo y el acuerdo; entiéndase que ser tolerante no es ser pasivo, no es negar nuestro propio derecho a manifestar y defender nuestras ideas, a hacer que prive y se acate la decisión de las mayorías.

El poder de la solidaridad es inmenso, derrumba montañas y hace posible alcanzar las metas. Cuando dos o más personas unen sus inteligencias, sus potencialidades y sus fuerzas, cuando colaboran mutuamente entre ellas para conseguir un fin común, estamos hablando de solidaridad, valor trascendente para el género humano, para el alcance de altos grados de civilización, desarrollo y felicidad.

Defendamos los derechos individuales, pero no el individualismo; propiciemos el pluralismo. En el ideario del Libertador, la unión está ubicada en alto pedestal; él está consciente, a tal grado, que afirma “la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración” (1815); “más esta unión no nos vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos” (1815); “Unámonos y seremos invencibles” (1817) y…”la unión hace la fuerza” (1824).

Las personas, al igual que las naciones, son incompletas, en consecuencia imperfectas, nadie tiene ni posee todo lo que requiere para su realización, es lo que podríamos llamar insuficiencia. Pero, simultáneamente somos sobreabundantes, hay potencialidades, virtudes, capacidades que poseemos de más, que son tan abundantes en nosotros, que podemos dar sin correr el riesgo de quedarnos con insuficiencia de ellas.

Yo, en lo personal, no se confeccionar mi ropa, ni preparar mis alimentos, no obstante satisfago las necesidades de vestir y comer porque otros, sobreabundantes en esas especialidades, preparan lo que requiero. De mi lado, la vida me ha llevado a ser profesor, preparador de conductores y gerentes para los Municipios de Venezuela. Eso lo sé hacer, y soy sobreabundante en esa especialidad, lo que ha hecho pasar por mis aulas, en ya casi trece años, a muchos miles de participantes en seminarios, talleres, cursos y charlas.

Los pueblos, igualmente, deben complementarse; Venezuela, por ejemplo, es sobreabundante en petróleo, satisface sus propias necesidades energéticas, y puede dar a otros, mientras esos otros complementan nuestra deficiencias en otros rubros. La complementariedad, el intercambio de lo sobreabundante para satisfacer carencias, tanto en el plano humano como en el de los países, tiene que darse en un campo de respeto entre iguales. Rechazamos la intromisión, deploramos las imposiciones y combatimos los imperialismos que la humanidad ha tenido en todos los tiempos, los rechazamos en la historia, así como le declaramos la guerra en el presente y en el futuro.

EL LLANTO DE LOS BARRIOS (En honor a Juan Pipa)

El llanto de hoy es por los guareneros, quines actualmente somos victimas en nuestra ciudad de las aguas negras que corren libremente. Indignan las alcantarillas tapadas y la inmundicia dueña de las calles del pueblo. Estos últimos días ha sido una constante, en toda la geografía de la ciudad, las aguas negras desbordadas, las aguas servidas afectan no sólo el paisaje, sino la salud de nuestra gente. Si bien el sector Valle Verde es de los más perjudicados, el mal no se concentra sólo ahí. Nos preguntamos, ¿dónde está Hidrocapital?, ¿qué está haciendo?, ¿por qué no se ve en ningún lado ni se percibe su tarea?. Confieso que llegué a pensar que una mano “pelua” estuvo metida en esté asunto, intentando efectos electorales. En cualquier caso, estamos frente a un atentado contra la salud y calidad de vida de los guareneros, por quienes hoy va nuestro llanto.

* Municipalista

cesar_dorta@hotmail.com


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César Dorta *

Luchador social y municipalista

 cesar.dorta62@gmail.com

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