(Su conducta no ha cambiado con el tiempo)

Asi llegaron los demonios

Ah malaya aquel día; quien pudiera sacarlo de la historia y de la existencia misma de los tiempos. 12 de octubre de 1492. Entonces empezó el martirio mayor para los pobladores del continente sin nombre y del África. Sus moradores vivían con sus amores, sus sufrimientos, sus guerras, su paz, su armonía con la naturaleza, sus costumbres y, con lo principal: la libertad de ser ellos mismos sin imposición de nada ni nadie.

Pero el malayo día hubo de ser. Entonces llegaron a las costas del continente sin nombre, unas naves cargadas de seres con gran dosis a cuesta, de odio, ambición, perversión, e instintos criminales; de los cuales los originarios nunca creyeron posible pudiese encontrarse concentrada en una persona. Se trajeron a su dios y a sus representantes. Mediante ellos lavarían cómodamente las culpas de la poca conciencia que pudiesen tener, después de cometer los aberrantes crímenes en contra de quienes jamás les hicieron daño.

Los representantes de su dios, bendecían cada arma de guerra, cada crimen, cada violación, cada aberración, que se cometía contra los inocentes habitantes del continente sin nombre. Debían ser convertidos a la fe invasora; el costo seria la esclavitud, el sometimiento a los más perversos vejámenes, al despojo de sus posesiones, el arrebato de su hábitat natural, la eliminación de su conciencia y el secuestro de su propia esencia.

Con una cruz, se imponía el deseo extranjero. Unos señores de batola grande y ancha, disfrazados de monigotes, tenían la misión de bendecir la opresión impuesta a los originarios y a los que fueron secuestrados del continente negro, para ser convertidos en bestias de trabajo, después de ser libres como el viento. Dada la distancia del tiempo, son pocos los nombres propios que se recuerdan de esos personajes, llamados sacerdotes, monseñores, cardenales, obispos etc.

Quinientos años después esas alimañas, siguen ejerciendo un poder malévolo en nombre de un dios supuestamente bueno. Ellos, herederos de los que vinieron en las carabelas; tienen su cuota de poder en el dominio que ejercen las oligarquías contra las mayorías de la población. En nombre de ese dios y de otro invento de dominación, llamado ‘democracia representativa’, mantienen un neo esclavismo llamado Capitalismo.

En nuestros días tenemos nombres y apellidos de esas verdaderas maquinas de mentir. Empecemos por el último en la boga del protagonismo anti popular y vendido a la oligarquía imperialista: el cardenal OSCAR ANDRES RODRIGUEZ de Honduras. Aquí en Venezuela tenemos el vergonzoso honor de tener muchas de esas bestias tarifadas y oprobiosas: Baltasar Porras, Roberto Lûckert, Ovidio Pérez Morales, Sabino Urosa, Ubaldo Santana, Luís Ugalde, y uno que otro demonio infeliz, cuyo nombre se me va, pero que está presente en el recuerdo del pueblo desde los días previos y posteriores al golpe de estado del 2002 en Venezuela.

Estas cofradías de vagos, disfrazados de pastores de almas, ha asumido posiciones destacadas dentro de las respectivas iglesias de los países que mas se destacan por la represión y explotación de los pueblos, a costa de complicidad y favores a las oligarquías dominantes, con las cuales se han fundido en una sola masa de degradación humana. Han confabulado para usurpar todos los derechos de los pobres, se lucen en autos último modelo de lujo, viven en mansiones con excesos de habitaciones que no necesitan ni usan, comen lo mas exclusivo y costoso que tiene la gastronomía internacional, toman vinos de valor prohibitivos para cualquier mortal. Pero los muy desgraciados se disparan unos discursos en las curias y los medios de comunicación de sus compinches explotadores. Donde recriminan a la población por que se aleja de la humildad, que éllos no practican; por que no les diezman; hablan de respeto, que no practican; de solidaridad, que no practican; de honor, que no tienen; de vergüenza, que no conocen; de amor, que no sienten; de compasión, que no conocen; en fin, exigen virtudes al pueblo, que están muy distante de sus propias practicas. Pero que gracias al Dios de los pobres y de la libertad, si son parte de la vida cotidiana y la moral de pueblo llano.

Los tiempos de la conciencia popular llegaron, poco apoco la luz de la verdad se impone, de esa misma manera se apaga la mentira que profesaron por siglos en nombre de un dios de dominación, oprobio, explotación, tortura, persecución, robo, asesinatos en masa y exterminio de pueblos, lujos y francachelas de orgías ignominiosas. ESTE SI ES EL FIN DE LA HISTORIA.

javierdelvallemonagas@gmail.com


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Javier Monagas Maita


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