Para que las personas puedan autoactivarse y puedan autogobernase necesitan manejar las cosas ellas mismas, no deben permitir que las cosas, se manejadas por otros, porque si lo permiten terminarán siendo manejadas por otros”
Marta Harnecker[1]
En las primeras discusiones sobre el proceso de creación de comunas, el aspecto que más se destacaba era el de la territorialidad y la necesidad de mancomunar varios consejos comunales. Centrar la discusión en estos dos aspectos nunca me pareció una propuesta ingenua e intuía, que si el debate continuaba bajo esos parámetros, la propuesta de comuna no alcanzaría un horizonte más allá del esquema impuesto por la IV República, cuando no aparecía (ni por casualidad) el principio de Democracia participativa. Era la época de la democracia representativa y en función de los lineamientos del modelo representativo, existían las Asociaciones de Vecinos con un territorio delimitado y tratando de canalizar la solución de los problemas, enviando comunicaciones a los entes públicoss encargados de formular el programa de obras.
La comuna es una prouesta distintas a los esquemas de organización comunitaria existente en el marco de la la democracia representativas. Es el mecanismo organizativo para ir aproximandonos al momento estelar de la revolución bolivariana: Consolidaciòn del Poder Popular.
¿Qué es en Definitiva una Comuna?
Lo interesante de las reflexiones que ha venido ofreciendo Marta Harnecker en relación con las comunas es que no apuesta por un tipo de definición que no reconozaca las multiples prácticas y experiencias que están dándose en el país. Su sugerencia apunta a que esa prácticas diversas deben ser reconicidas y respetadas Por ahora nos ofrece una aproximación de lo que no es una comuna cuando expresa:
Tratando de precisar mejor qué entendemos por comuna pensemos que uno de los errores que se ha cometido es el pensar que puede crearse comunas simplemente mancomunado consejos comunales y planteando que si 6 a 8 consejos comunales deciden juntarse pueden conformar una comuna”
Así como realiza una aproximación en función de lo que no es el elemento clave de una comuna, establece seis criterios para definir sus límites: a) Tradiciones históricos culturales comunes, b) Problemas y Aspiraciones Compartidas, c) Uso de los mismos Servicios, d) Condiciones de autosustentabilidad, e) Condiciones para avanzar hacia el auto gobierno, f) Disposición de las comunidades a articularse en un proyecto común.
No apostando por una definción, sugiere en un documento[2] presentado recientemente en Aporrea, que es necesario contruirla es una de las primeras sugerencias que ofrece en el documento. Este documento, cuyo contenido es fácil de manejarlo como un pequeño manual, va dándonos orientaciones sobre las situaciones no deseables y las que fortalecen los procesos de conformación de las comunas.
De los seis criterios expuestos anteriormente, dos de ellos, considero admiten una ligera reflexión y revisión porque de alguna manera, limitan la existencia de una comuna. El criterio de autosustentabilidad (que es importante) no debe ser asumido como una situación referida particularmente al ámbito económico. No parece totalmente apropiado manejarse con el lema: “Cada comuna debería encaminarse a la construcción de un sistema comunal de producción y consumo (….) Lo lógico es que uno de los ejes estructurantes claves de la comuna sean las unidades de producción o servicios de propiedad comunal o estadal comunal”
En el documento: Las Comunas, sus problemas y cómo afrontarlo expresa lo siguiente:
Debemos recordar que un de los aspectos prioritarios en la formación de las comunas es sus autosustentabilidad económica, por lo tanto, no puede concebirse un proyecto de comuna que no haya pensado ni planificado resolver esta cuestión.
Es posible que hayan espacios “geohumanos” con condiciones para la construcción de un sistema comunal de producción y consumo, pero es posible también, que existan espacios en los cuales las condiciones sean muy restringidas para colocar como eje clave lo productivo, pero en cambio, haya interés por instalar una comuna con otro eje. La autosustentabilidad no lo ofrece únicamente el hecho productivo, más que un fin en si mismo; lo productivo puede ser un medio para darle forma a un sistema de vida. La sustentabilidad de una comuna puede estar más en lo comuneros y su nivel de conciencia y menos en un proyecto productivo común.
Este planteamiento de “Proyecto común”, reclama una mejor precisión porque efectivamente es una expresión clave y como tal, debe ser objeto de una buena descripción. Un proyecto común puede ser una planta procesadora de algún alimento, pero si por alguna eventualidad ese proyecto entra en una fase de crisis para sostenerse por falta de insumo por ejemplo; la comuna se verá amanezada porque su soprte se ha concentrado en lo económico. Más que un proyecto común debería plantearse como criterio un sistema de vida en común, que facilita los “ingredientes” para atar la existencia de los comuneros a un conjunto de valores que trasciende el ámbito económico. No se intenta restarle importancia e lo económico/productivo, simplemente se trata de recordar la necesidad de una ética socialista.
[1] HARNECKER, M y Camila Piñeiro: Democracia y Planificación Económica (1988). Disponible en: www.rebelion.org
[2] Las Comunas, sus problemas y cómo afrontarlo. Disponible en: www.aporrea.org/ide ología/a85147.html