Se comprenden las dificultades de los gobernantes invitados que tuvieron que hacer gala de alta habilidad para hablar y hablar sin develar al capitalismo, sin tocar la profunda herida de la corrupción, sin mencionar el centro de la geopolítica actual: la falta de un polo Socialista. A lo más que llegaron es a acusar de imperialista a los gringos, de padres del capitalismo, obviando que Rusia es un país capitalista, no socialista.
La verdad es que el balance de estos 70 años del triunfo sobre el nazismo es negativo para la humanidad: se perdió el campo socialista, el capitalismo campea orondo por el planeta, y del Socialismo sólo queda el nombre, y a veces ni siquiera el nombre. En realidad lo que se conmemoró en Moscú fue una inmensa traición y un futuro incierto para la humanidad.