Unidad o Nada (Y un poquito de respeto, por favor)

Dormir el sábado fue lo más difícil. La conmoción, las preguntas, la incertidumbre, las emociones, la preocupación… todo junto se removía y tomaba por asalto el pensamiento a ratos, tratando de hallar salidas que sólo encontrarían curso con la luz del día en la acción. Por eso amanecer el domingo fue lo más fácil (a pesar del poco y mal dormir). Así, tomar camino a los espacios de combate (la Plaza Bolívar esta vez) con una de las armas a punto (opté por la cámara fotográfica en este caso) y disponerse a la pelea por la defensa, el respeto, el agradecimiento y el amor por lo hasta ahora conseguido (que no es poca cosa, aún cuando falte mucho) fue una secuencia de hechos que hizo fluir el día y convirtió el miedo del impacto inicial en verdadera fuente de energía.

En política se puede ser cualquier cosa (hasta miserable, si quieren). Pero lo que no se puede es ser ingenuo, necio y mucho menos ciego. Empezaré por la ceguera: Creer que las expresiones de solidaridad, amor, preocupación y respeto por el presidente Chávez son falsas, paniaguadas, o por miedo a perder la limosna, el trabajo o el cambur, es un acto de ceguera (uno más) absurdo que termina irrespetando (otra vez) el sentimiento, la voluntad y la inteligencia de millones de personas que hoy se sienten más chavistas que nunca. Y eso les deja a los ciegos e incapaces de entender una sola salida política: el fascismo; la absoluta negación de ese enorme país que ama, lucha y se restea con su líder, con la consecuente “solución de exterminio” si algún día se vieran en el trance de tener que gobernar con ellos.

La necedad está en el insulto, en la necrofilia, en el irrespeto por el pesar ajeno; pero sobre todo en la pretensión de hacer política cabalgando sobre estas miserias. El debate en la Asamblea Nacional y algunos medios de incomunicación privados dejaron penosos retratos de esta feria de necedades. Eso casi ni es noticia. Lo que si me resulta preocupante es la necedad de otros factores que hasta ahora, pese a las diferencias puntuales (válidas en todo caso) se habían mantenido firmes en torno al proceso revolucionario y al liderazgo del presidente Chávez. Esta es la otra necedad. La de quien no considera las circunstancias y sigue en sus trece. Insiste en su opción alegando principios, sacrificando todo lo demás (incluso otros principios). Entiéndase “lo demás” como el conjunto de condiciones objetivas que dieron viabilidad al hecho de ser siquiera una opción.

Para las fuerzas bolivarianas alineadas con el liderazgo del presidente Chávez, el llamado a la unidad del Comandante del sábado es necesidad imperante convertida en línea de acción principal. Para las fuerzas alternativas o emergentes dentro del Gran Polo Patriótico es además, la oportunidad histórica de seguir en la lucha al lado de las grandes mayorías del país en la construcción del socialismo. Lo otro es regresar al ostracismo político y al divisionismo que condenó a las luchas de izquierda a la postergación permanente de sus objetivos durante décadas.

Todos lo actores políticos que hacen vida en las filas de la revolución le deben su crecimiento (y hasta el consecuente saldo electoral) a Chávez. Eso es incuestionable. Sino pregunten a las organizaciones y líderes que brincaron la talanquera. Hoy Chávez, en un trance difícil, les hace un llamado. Duele ver que algunos ni siquiera han tenido el coraje de hacer un pronunciamiento público para darle una respuesta, mientras sus seguidores se desgastan insultando y malponiendo en su nombre.

La unidad no es un juego, ni una estrategia política. En las actuales circunstancias es una cuestión de vida o muerte. Lo que nos pone como protagonistas de nuestro destino como país, ante una lucha similar a la que libra nuestro líder por su vida. ¿Seremos parte del problema o de la solución?

La ingenuidad es pensar que después de Chávez, todo se resumirá en si gana o pierde Maduro. Si tras todas las elecciones, superación del golpe de Estado, sabotaje y traiciones, con toda la fortaleza, la popularidad y el amor que le manifiesta la gran mayoría del país, las fuerzas más oscuras de dentro y fuera de Venezuela siguen intentando salir de Chávez como sea, imagínense como será con alguien distinto al Comandante. Entonces, ¿porque no nos gusta el candidato de Chávez (a la presidencia o a la gobernación), le entregaremos a la canalla la revolución en bandeja de plata? ¿Cómo es más fácil construir ese otro mundo posible, con el chavismo o sin él? ¿Es que en aquella consigna de “unidad en la diversidad” tiene más peso “mi” diversidad que “nuestra” unidad? Finalmente, no es lo mismo el escenario de una gobernación opositora con Chávez gobernando que sin él. Negarse eso también es terriblemente ingenuo.

Mi prioridad es defender el proceso en el que hasta ahora se ha reconstruido y ha renacido mi país. No defiendo a personas, no tengo fidelidades automáticas con nadie. Pero a la revolución la defiendo y la defenderé con todo lo que tengo. Y eso, así lo entiendo hoy, pasa por defender a los candidatos de Chávez: Nicolás Maduro a la presidencia, si hiciera falta (ojalá que no) y Francisco Rangel Gómez a la gobernación del estado Bolívar, el próximo domingo 16 de diciembre.

A quienes por eso ya han empezado a llamarme bozaleao, vendido y hasta fascista, saludos. Piensen en que diferencia hay entre esa conducta y la de quienes nos llamaban focas, tarifados o chaburros cuando la campaña presidencial. Lo que expuse arriba son mis argumentos, no mi opinión personal sobre ninguno en particular. Así que bienvenido el debate; pero los insultos están demás.


miguelvarela24@gmail.com

http://elriosuenaenlared.blogspot.com/


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