La Victoria en masacre

En nuestro imaginario la ciudad de La Victoria siempre figura como símbolo de la libertad y de las luchas estudiantiles de la independencia hasta que el 4 de junio de 1972 un grupo de policías pertenecientes a la DISIP, capitaneados por el siniestro terrorista Luis Posada Carriles dio muerte a un grupo de 5 jóvenes revolucionarios que fueron masacrados por un centenar de policías.

Luis Eduardo Cool González, Francisco Hernández Cruz, José Elías Sánchez y Francisco Acosta García, fueron los jóvenes que perdieron la vida ajusticiados por la impronta de la represión y el terrorismo de estado que implantaron los gobiernos de Acción Democrática y Copei.

Allí también se encontraban las hermanas Esquivel, Brenda y Marlene quienes fueron sometidas a fuertes torturas, la primera embarazada de 8 meses golpeada salvajemente por los funcionarios cuya responsabilidad era resguardar la vida de los ciudadanos y Marlene con una niña de apenas meses de nacida, a quienes también acosaron y atormentaron física y psicológicamente.

Para ellas que sobrevivieron a la Masacre de La Victoria, la memoria histórica tiene un sentido de dignidad en el entendido que han sido testigos excepcionales del tiempo de terror de estado que vivieron miles de familias venezolanas quienes por razones políticas o no, fueron sometidos a una política que intentaba controlar y oprimir cualquier asomo de insurgencia y cambio social.

De la Masacre de la Victoria queda una verdad, la del momento histórico cuando los gobernantes de turno a la vez que hundían a la República en la corrupción, remataban a sus “enemigos” políticos con la fuerza de las armas sin el debido proceso que hoy enarbola la Revolución Bolivariana en un nuevo estado garante del principal derecho humano: la vida.



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Aldemaro Barrios


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