Juan Rodríguez, el primer Juan de nuestra historia, hizo la guerra a los indios como todos los conquistadores de su tiempo. Justificada o no, aquella era una guerra de conquista, y sus excesos deben interpretarse a la luz de la realidad histórica.
José Eustorgio Rivas Torres
en su libro inédito: “Dos Juanes y una Ciudad”
Sí. El que ustedes están pensando. A Juan Rodríguez Suárez, el mismo que fundo a Mérida el 9 de octubre de 1558, el “Capitán de la Capa Roja”, no hay otro, por más que entendidos historiadores se empeñen en negarlo.
Don José Eustorgio Rivas Torres dejó inédito un libro intitulado: “Dos Juanes y una Ciudad” el cual constituye su gran aporte al conocimiento de la Historia de Mérida a través de la rivalidad de los dos Juanes: Juan Rodríguez Suárez y Juan de Maldonado. Un texto que es fundamental editar con la intención que los interesados en la historia de Mérida sigan las huellas de los “Dos Juanes”, no para oponerlos de nuevo, sino para enaltecer nuestro gentilicio, engrandeciendo una ciudad llamada Mérida. Ese debe ser el mejor homenaje en sus 456 años (1558 - 9 de octubre - 2014). Ya el Fondo Editorial del Programa Cátedra Bolivariana Don Antonio María Belandria adscrito al Instituto de Cultura del municipio Rivas Dávila (IMUCU) de Bailadores tiene diagramado y listo el texto, con sus requerimientos legales, sólo falta que entre todas las instituciones culturales del Estado Mérida hagamos un pool o como se dice en criollo una vaca y cuanto antes el libro publicado ande de mano en mano para avivar la discusión histórica pero con documentos y hechos históricos que la soporten.
No es nuestra intención, como tampoco fue la de José Eustorgio Rivas Torres justificar a Juan Rodríguez, ni tampoco la de polemizar con sus detractores, sino reconocerle su mérito y su nombre como fundador de Mérida.
Ponerlo ante el paredón, sin antes juzgarlo debidamente es el peor desatino. La historia en este caso debe ser objetiva y en ningún momento acomodaticia para congraciarnos con los gobernantes de turno.
Como merideño estoy en desacuerdo con el secuestro y abandono de su estatua que durante mucho tiempo estuvo en la avenida que da entrada a la ciudad y que ahora yace depositada a su mejor suerte en uno de los talleres del trolebús, ¡acaso con ese gesto mezquino somos más merideños y estamos profundizando en un mejor conocimiento de la historia regional en nuestros jóvenes!
He seguido con mucha atención las opiniones con motivo de los últimos aniversarios de la fundación de Mérida. Hasta releí el Decálogo del Perfecto Cuentista de Horacio Quiroga, para entender este cuento, en que se ha convertido la reescritura de la Historia de Mérida, sin ningún aporte nuevo, sólo una franca contradicción con las fuentes consultadas o acopiadas.
Dice Horacio Quiroga en el V punto de su decálogo: “No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas”. Con solo leer el rimbombante titulo del sesudo artículo escrito por el augusto historiador de la Mérida Serrana, aspirante a “Cronista Mayor” de la ciudad, don José Manuel Quintero Strauss, publicado en la página de opinión 4b del Diario Frontera del 8/10/2006, intitulado “La verdadera historia de la fundación de Mérida” y que en el último párrafo señala: “Dejemos esta inquietud a los verdaderos historiadores”. Nos damos cuenta que el maestro Don Horacio Quiroga tiene razón en su quinto mandamiento. Si lo compendiado en el artículo es la verdadera historia de la fundación de Mérida, muy poco pueden hacer los historiadores por más que se desvelen en sus investigaciones a no ser de repetir como un acierto tan pródigos descubrimientos.
En ese artículo de opinión a manera de resumen señala Quintero Strauss: “San Juan de Lagunillas fue fundada un 9 de octubre de 1558; La Parroquia el 1º de noviembre del mismo año y nuestra ciudad de Mérida, donde habitamos hoy día, un 6 de mayo de 1559…”. Ante esto que podemos decir de la fundación de La Grita, Bailadores y demás lugares por donde pasó Juan Rodríguez Suárez, el efecto es a su favor, por el contrario su fama se acrecienta y lo convierte en el gran fundador de pueblos. Lo más novedoso del escrito sobre la fundación de Mérida es “un 6 de mayo de 1559” acaso en ese año glorioso existieron dos 6 de mayo.
En este mismo sentido en aporrea.org, importante ventana para el debate de las ideas, hay varias publicaciones aludiendo el tema, a manera de ilustración señalaré solamente cuatro:
1.- El Colectivo Libre Aquiles Nazoa publicó el sábado, 04/10/2008 en un comunicado lo siguiente: “La invasión fue dirigida por el tristemente célebre Juan Rodríguez Suárez, El capitán de la capa roja. Aprovechando el uso de armas de fuego, armaduras, perros y caballos, los invasores arrasaron con aldeas enteras a nombre de los reyes y el catolicismo. ¿Tiene sentido que el mismo gobierno que dice reivindicar la resistencia indígena celebre una fecha de conquista y genocidio? ¿Por qué el gobierno le da la misma lectura histórica a esta fecha que los católicos más fanáticos y la derecha más recalcitrante?
Esta celebración no tiene nada de socialista ni de revolucionaria. Los socialistas revolucionarios conmemoramos estos 450 años, en honor a los pueblos indígenas cuya resistencia es símbolo e inspiración para las luchas de los pueblos contra sus opresores y explotadores…”. [1]
2.- Rubén A. Hernández A., el miércoles, 09/10/2008 es más directo condenando a la fundación de Mérida como una invasión y a Juan Rodríguez Suárez como un malandro: “En octubre de 1558 hacía su arribo a tierras merideñas un capitán español con la misión inicial de “descubrir” minas de oro o plata, y quien será conocido posteriormente como el “fundador” de Mérida. El “héroe” de la capa roja Juan Rodríguez Suarez habría de ser el pionero de cuantos vinieron a la zona andina a iniciar el funesto proceso de conquista y colonización, en el que se sometió por la estrategia de la espada y la cruz a los pueblos prehispánicos asentados desde tiempo indefinido. Ahora bien, este “héroe” que debiera ser calificado más como el malandro de la capa roja que como un personaje civilizador y humanitario, cometió tantas tropelías junto a sus hombres en contra de los naturales, que vale la pena reseñar en este artículo algunas de tan “gloriosas” acciones. Además cabe destacar que incluso para sus propios compatriotas, Suarez se convirtió en delincuente, debido a que no tenía licencia para fundar y poblar” … y remata su artículo recriminando a los gobernantes de turno: “Lo más lamentable de todo, es que en Mérida las autoridades dizque revolucionarias están celebrando por todo lo alto el arribo y las “hazañas” del malandro de la capa roja (roja rojita, jaja) y de sus secuaces, considerando que la tal “fundación” de Mérida fue un acto glorioso, cuando en realidad se trató del comienzo del fin de nuestros pueblos antiguos con la consiguiente imposición (violenta en muchos casos) estructural hispana” [2].
3.- José Sant Roz el viernes, 22/01/2010 le atribuye todos los males de la sociedad merideña al fundador de la ciudad: “…porque alrededor de Juan Rodríguez Suárez cuajó la actual godarria merideña, se crearon un club y multitud de sociedades y organismos con su nombre y hasta un periódico. Juan Rodríguez Suárez está en el Country Club en un rutilante mosaico; Juan Rodríguez Suárez estuvo en una descomunal escultura ecuestre (mayor que muchas hechas sobre Bolívar en nuestras grandes ciudades) a la entrada de Mérida, y es el símbolo del poder eclesiástico y político de los godos. Es decir, que nuestros valores siguen siendo los de la colonia, y pensamos, amamos y sufrimos como colonizados, porque todo eso está sencillamente en la mente.” aprovecha la ocasión para proponer el cambio de nombre del Estado: “Nosotros hacemos esta propuesta como desagravio a tantos hermanos indígenas asesinados: proponemos el nombre de Terepaima para este Estado y esta ciudad, en honor al cacique que acabó con la vida de Juan Rodríguez Suárez, en venganza por los miles de indios que este asesinó quemó, aherrojó y mutiló” [3].
4.- Carlos Eduardo Alvarado, el miércoles, 26/10/2011 en su artículo: “La verdadera verdad de la Fundación del estado Mérida”, por su parte afirma que: “…esta historia irreal anti venezolana, anti merideña, nos presenta un Juan Rodríguez Suarez como una especie de héroe imperialista, tipo Superman, Batman, Capitán América, que llega y funda la ciudad de Mérida en 1558 en los alrededores de la laguna de Urao, para luego ser trasladada por otro héroe colonialista llamado Juan de Maldonado, a la altiplanicie de tatuy la cual está rodeada por cuatro ríos: chama, albarregas, milla y mucujun” [4].
Ahora uno se pregunta, puede reescribirse la historia de Mérida de manera tan sesgada, los excesos de Juan Rodríguez, y por supuesto que los hubo, deben juzgarse a la luz de los documentos existentes, leyes y realidad histórica de una época de intrigas y pasiones. Ante todo, debemos situarnos en el siglo XV y no el siglo XXI para pretender darle una justificación revolucionaria producto del sometimiento capitalista y la tesis del golpe de estado, al afirmar de manera alegre uno de los articulistas, cito:“…es que este conquistador imperialista, le cambio el rumbo a la historia armoniosa, socialista, sana, ecológica, humanitaria entre otras virtudes de la sociedad autóctona de tierras merideñas; cuando el mismo personaje dantesco funda la ciudad, cumpliendo con algunas formalidades, procedió entonces, a establecer el primer organismo del gobierno español creado para la administración de la ciudad de Mérida y su jurisdicción, el Cabildo Justicia y Regimiento, designando con vara de justicia a los alcaldes ordinarios que no vale la pena mencionar, pero lo que si vale la pena mencionar es que fue un golpe de estado, a la forma de gobierno que hasta ese entonces vivieron nuestros compatriotas autóctonos, en este sentido se estableció la siguiente estructura de poder: alcaldes ordinarios, regidores, alguacil mayor, escribano público y del cabildo, mayordomo, procurador, factor, tesorero y contador” [5]. Sobran los comentarios.
Como tampoco el desprecio por Juan Rodríguez puede ser la excusa perfecta para exigir el cambio de nombre del Estado Mérida por Estado Terepaima y en vez de merideños nos llamen terepaimeños o lomeros de Terepaima (en alusión al sitio donde se le dio muerte a Juan Rodríguez), a ustedes amigos lectores les sueña bien ese gentilicio. Porque según la pluma de otro de los detractores: “…Cómo es que hoy exista gente orgullosa de su gentilicio (denota el origen de las personas o de las cosas) merideño, el origen de nosotros, de dónde venimos. Yo no creo que ningún merideño tenga su origen en el lugar Mérida de España, que produjo más hideputas asesinos, monstruos y genocidas, de los que llenaron de espanto y de inconmensurables aberraciones esta parte del planeta”.[6] Con ello justifica su novedosa propuesta ante el Consejo Legislativo del Estado, cito: “… que el nombre del Estado Mérida sea modificado por “Estado Terepaima” en desagravio a los millones de nuestros indígenas exterminados por bárbaros y violadores de la categoría de Juan Rodríguez Suárez”.[7] Olvida este insigne escritor dos lecciones elementales de la escuela primaria: una que todos nosotros, nos guste o no, tenemos algo de españoles y mucho de árabes, a pesar que con seudónimos pretendamos ser europeos y la otra es que quien sometió y acabo con la vida de Juan Rodríguez no fue sólo Terepaima, sino una celada que en conjunto le tendieron: Terepaima, Guaicamacuto y Paramaconi, al menos eso fue lo que este humilde servidor aprendió de su maestra de primaria; respecto de la muerte de Juan Rodríguez Suárez señala el Dr. Juan Ernesto Montenegro, Cronista de Caracas: “Los indios amigos que sobrevivieron, relataron los pormenores de la lucha y dejaron para la historia y la leyenda lo que repetía el bisnieto del héroe…” [8] lo cual fue recopilada y versionado en varias crónicas, cito: “murió, y conociendo los dichos indios el gran valor del dicho mi abuelo y asombrados de su valentía aunque dos días muerto arrimado a dicho peñón dentro de las dichas armas, no se osaban llegar hasta el, más antes, así muerto, pensando estaba vivo le rogaban pedían y amonestaban su fuese y los dejase…” [9] Quizás esta escena post morten no sea del todo cierta, pero la fama de Juan Rodríguez era grande, con su muerte la sentencia de la Real Audiencia fue cumplida en la Loma de Terepaima. Aunque sin llegar al descuartizamiento.
Dejemos que sea el mismo José Eustorgio quien nos relate sus inquietudes con relación al odio y desprecio contra el conquistador español, cito: “Poco se conoce de la vida aventurera de Juan Rodríguez que pasa como fantasma sobre la geografía venezolana. Su único punto de contacto es la ciudad de Mérida que a veces parece avergonzarse de su origen y de su fundador representado como raptor de doncellas, incendiario, violador y asesino... Todo lo que se ha dicho de Juan Rodríguez es suficiente para sepultar en el olvido a cualquier héroe por muy legendario que sea, y al historiador moderno le es difícil separar lo real de lo ficticio en los documentos de la época, elaborados en medio de la efervescencia de las pasiones, especialmente de la envidia y del odio.
El ótro, Juan Maldonado, fue un capitán de mala suerte. Su cultura no le permitía rebajarse al nivel de crueldad de sus paisanos y trató de hacer una conquista civilizada. Por eso fracasó en aquel ambiente de intrigas, envidias, odios y pasiones. Pero también es digno del reconocimiento de los merideños, pues fue él quien delimitó el espacio físico que hoy conforma el Estado Mérida”.
En estos dos párrafos Don Eustorgio definió la personalidad de los dos Juanes y de manera contundente afirmó, pues se trata de, cito: “Una ciudad, Mérida, hija del primer Juan, pero raptada por el segundo, tuvo que acudir a todas sus capacidades para lograr sobrevivir y permanecer fiel a su padre. Lo logró y hoy se empina sobre la Sierra ostentando con orgullo la estrella con que la Patria la condecoró en buena hora”.
Más importante que estar quejándonos contantemente de Juan Rodríguez Suárez, achacándole todos nuestros males, pidiendo execrar su nombre y su rastro; es resaltar y dar a conocer la gallardía del pueblo merideño, desde nuestros aborígenes hasta los prohombres que recibieron y aclamaron a Bolívar en 1813 como su Libertador, eso nos debe preocupar aún más, se conmemoró el año bicentenario, con más pena que gloria y nada de eso ocurrió, donde está el impulso al estudio sistemático de la historia regional, el apoyo a su promoción y difusión. De esto último todos debemos sentirnos culpables, de lo primero no.
Quienes han escrito acerca de Juan Rodríguez y la fundación de Mérida lo hicieron con los documentos que tenían a mano, en el caso de Don Tulio Febres Cordero con lo poco que pudo acopiar en los archivos de su época y de lo reseñado en las Noticias Historiales de Fray Pedro Simón, no fue sino hasta 1917 cuando se publicó el importantísimo libro Historia de Santa Marta y del Reino de Granada de Fray Pedro de Aguado, Don Tulio seguro estoy que ni siquiera llego a saber de la existencia del expediente y juicio contra Juan Rodríguez Suárez.
Fue en 1943, cuando el notable escritor merideño Dr. Roberto Picón Lares, quien se desempañaba como consejero de la Embajada de Venezuela en Colombia, solicito al entonces gobernador del Estado Dr. Tulio Chiossone la conveniencia de transcribir y trasladar a Mérida una copia del expediente del juicio seguido a Juan Rodríguez, por haber fundado a la ciudad de Mérida sin los poderes necesarios de la Real Audiencia. Encargo que se cumpliera y así en 1944 Don José Rafael Febres Cordero publica en el Boletín del Archivo Histórico de Mérida, el acta de los primeros repartimientos hechos entre el 4 de noviembre de 1558 y el 11 de febrero de 1559, que luego fueron desconocidos por Juan de Maldonado. En ese documento están relacionados los nombres de todos los compañeros de la expedición de Juan Rodríguez.
En 1983 con motivo de los 425 años de Mérida la Alcaldía del municipio Libertador publico una colección de seis folletos bajo el nombre de Fuentes para la Historia de Mérida, de la cual destaco los dos relacionados con el tema que nos ocupa: Fundación de la ciudad de Mérida cuyo autor es Don José Rafael Febres Cordero y la Probanza de Juan Rodríguez Suárez, que está contenida en el proceso que se le siguió en su contra, que consta de cuatro tomos de doscientas cincuenta páginas cada uno. Estas podemos decir que son las fuentes de primera mano.
En 1992, Mercedes Franco publicó La Capa Roja, obra finalista del Premio de novela Miguel Otero Silva, que en principio paso desapercibida por la crítica aunque Luz Marina Rivas, profesora de la Universidad Central de Venezuela, la reivindica en el 2002 en un importante estudio titulado: “De conquistas, fantasmas y lances de amor: la colonia reencontrada en la Capa Roja de Mercedes Franco”[10] donde afirma la autora que: “…esta novela histórica tiene un gran valor literario en tanto que no sólo construye una interesante ficción histórica sobre la vida del conquistador Juan Rodríguez Suárez y la historia cotidiana del Virreinato de la Nueva Granada y de la Venezuela colonial, sino que como texto se constituye en un homenaje a la literatura del Siglo de Oro porque dialoga con el teatro español de la época y con intertextos como la crónica de El carnero, de Juan Rodríguez Freyle. Indaga, además, en las tradiciones populares, y presenta la perspectiva narrativa de la mirada del conquistador, mirada masculina inusual en las novelas históricas escritas por mujeres en Venezuela”[11].
La novela es excelente como obra de ficción, se fundamenta en la falsa premisa que de la rivalidad histórica entre los conquistadores Juan Rodríguez Suárez, fundador de Mérida, y Juan de Maldonado, fundador de San Cristóbal, se debe al amor compartido con Doña María Velasco, hija del Capitán Ortún Velasco, Justicia Mayor de la ciudad de Pamplona, donde fue el escenario inicial de la enemistad entre ambos hombres. Lo cual no es verdad. Su enemistad es simplemente por la ambición de poder de ambos y las humillaciones públicas de Juan de Maldonado contra el otro Juan. Para la autora, cito: “El padre de la joven la da en matrimonio a Maldonado cuando descubre que su hija suspira por Rodríguez Suárez, de quien se sospechaba ascendencia mora; por el contrario, Maldonado venía de una familia noble de España, que podía probar su pureza de sangre. Era el señor de Linejo y Torrecilla, con todo y escudo de armas. Sin embargo, Doña María y Juan Rodríguez se hacen amantes, lo cual desata la persecución de Maldonado. En un intento por alejarlo, Ortún Velasco consigue que se autorice a Rodríguez a conquistar las tierras de las llamadas Sierras nevadas, viaje en el cual éste funda a Mérida. Bajo el pretexto de que no se había concedido permiso para fundar ciudades, Rodríguez es aprendido y enviado preso a Santa Fe de Bogotá, donde se le condena a muerte”[12].
La historia documentada nos da otra versión de los hechos, que para no alargar el tema prefiero omitir, la misma escritora lo señala: “…también Rodríguez Suárez tiene entre los indios grandes amigos, que lo ayudan en sus empresas. …cae en desgracia y es perseguido por los representantes de la autoridad real,… Rodríguez Suárez busca reivindicarse con nuevas conquistas. Se lo muestra compasivo y piadoso con los indígenas en su campaña por las sierras nevadas y castiga a quienes, sin compasión, incendian una aldea indígena. Esto le valdrá tener enemigos que lo acusarán más tarde precisamente de lo contrario, de crueldad con los indios. Tiene hijos mestizos, que reconoce, y que son producto más de la devoción y admiración de sus mujeres indígenas que de la violación de éstas. Su capa roja crea a su alrededor una imagen legendaria, temida y admirada por los indios”. De acuerdo a esto no podemos darle el beneficio de la duda a Juan Rodríguez, a pesar de todas las pruebas en su contra, como comprobamos de su autenticidad, acaso no pudieron ser amañadas, no está la mano de Juan de Maldonado metida en la elaboración de la Probanza, quien era el principal interesado en su condena y beneficiario directo de su fracaso. Son sólo interrogantes y suposiciones sin respuesta aparente.
No puedo dejar de mencionar el trabajo de investigación realizado por el emeritólogo Andrés Márquez Carrero y sintetizado en su obra: Juan Rodríguez Suárez: conquistador y fundador de Mérida, publicada en 1993, que constituye la primera aproximación biográfica a Juan Rodríguez, aunque soy de los que piensan que todavía está pendiente y hace falta una biografía completa y objetiva del conquistador, fundador de pueblos y capitán Juan Rodríguez Suárez, el de la Capa Roja, que con toda la piedra y el lodo que le hemos arrojado encima ya ni color tiene. Hasta su estatua a lo mejor está refundida, pero como hacemos para borrar la historia a pesar que no nos guste o estemos en desacuerdo.
Bien, creo que hasta aquí hay dureza pero es necesaria.
Si valdría la pena decir que ¿a quién agredimos a la memoria de Juan Rodríguez por haber fundado a Mérida? o a una estatua fundida por merideños y hecha con elevado concepto del arte por un escultor que vino a Mérida a pasarse 60 años dando más por la ciudad en su obra portentosa que quienes se jactan de trabajar por ella sin una obra que les sirva al menos ser recordados después que pase su sepelio.
Concluyo, pidiendo disculpas por lo extenso del artículo, quizás no era lo que esperaban, voy a seguir trabajando en el tema. Lo que si considero fundamental es proponer una jornada sobre el estudio de la vida y la transcendencia de Juan Rodríguez Suárez, donde todos podamos decir lo que queramos, pero también nos escuchemos. Es una deuda con Mérida, con su historia y su fundador. Vamos a hacerla sin apasionamientos, sin juzgar y condenar antes de revisar e interpretar toda la documentación existente, que a diferencia de la época de Don Tulio ahora es abundante. De no ser así, de seguro vamos a terminar como solicito en una oportunidad un famoso abogado merideño y ahora flamante juez, proponiendo un juicio por crímenes de genocidio y de lesa humanidad contra Juan Rodríguez Suárez.
[1] Colectivo Libre AQUILES NAZOA: ¿Por qué el gobierno celebra los 450 años de la fundación de Mérida? Disponible en internet: <http://www.aporrea.org/actualidad/a65056.html>. Consulta: 06/10/2013.
[2] Rubén A. HERNÁNDEZ: ¡En Mérida celebran las “hazañas” del malandro de la capa roja! Disponible en internet: < http://www.aporrea.org/regionales/a65343.html>. Consulta: 06/10/2013.
[3] José SANT ROZ: Venezuela fue “fundada” por violadores, pedófilos y asesinos. Disponible en internet: < http://www.aporrea.org/oposicion/a93776.html>. Consulta: 05/10/2013.
[4] Carlos Eduardo ALVARADO: La verdadera verdad de la Fundación del estado Mérida. Disponible en internet: <http://www.aporrea.org/regionales/a132344.html>. Consulta: 05/10/2013.
[5] Carlos Eduardo ALVARADO: La verdadera verdad de la Fundación del estado Mérida. Disponible en internet: <http://www.aporrea.org/regionales/a132344.html>. Consulta: 08/10/2013.
[6] José SANT ROZ: Venezuela fue “fundada” por violadores, pedófilos y asesinos. Disponible en internet: < http://www.aporrea.org/oposicion/a93776.html>. Consulta: 08/10/2013.
[7] Ibídem.
[8] Juan Ernesto, Montenegro: Francisco Fajardo y la Fundación de Caracas. Concejo Municipal del Distrito Federal, Caracas, 1974. p. 90.
[9] Archivo General de la Nación: Encomiendas. Tomo XXVIII, folio 39.
[10] Ponencia presentada en el XXVIII Simposio de Docentes e Investigadores de la Literatura Venezolana. Universidad Simón Bolívar. Del 30 de octubre al 1 de noviembre de 2002.
[11] Luz Marina RIVAS: De conquistas, fantasmas y lances de amor: la colonia reencontrada en la Capa Roja de Mercedes Franco. Disponible en internet: < http://www.scielo.org.ve/scielo.php?pid=S1316-37012006000200005&script=sci_arttext>. Consulta: 08/10/2013.
[12] Ibídem.