La vitalidad de una ciudad en cierta medida, la define su actividad cultural y comercial, sobre todo en sus expresiones más domésticas, más allegadas a la gente común. Ambos elementos trazan las mejores pinceladas de sus sociedades.
Pero muy desafortunadamente, a muchas ciudades se les nombran más por sus altos índices delictivos, por sus redes de delincuenciales, de contrabandistas, de males cuyo soporte es el mercantilismo ilícito. Quién no sabe que las grandes mafias financieras y de la droga dominan sociedades como la neoyorquina, la Río de Janeiro o de Bogotá…Y que en Caracas hay zonas donde la delincuencia hace "toques de queda" pese a los esfuerzos del gobierno del Distrito Capital por promover una ciudad cultural.
Lo cierto es que la dinámica mercantilista ilícita terminan imponiendo sus cánones a los ciudadanos: la estafa, el tráfico de drogas, la corrupción…Y lo hacen en reductos geográficos determinados, con índices demográficos altos y de mucha pobreza. Bien son barrios, o mercados donde el gobierno desaparece literalmente, y que paradójicamente como en los casos del Bronx de New York y Bogotá, y en el mercado las Pulgas de Maracaibo, están a escasos metros de sedes principales de instituciones del poder gubernamental.
En ellos la policía casi no entra, y si lo hace es complaciente con quienes delinquen ante sus ojos (a menos que ejecuten unos de esos operativos "cuaresmales"). Cómo comprender que siga existiendo un lugar como estos en la Maracaibo de hoy en los momentos críticos que vivimos, y que por demás se siga potenciando con el silencio e inacción der las autoridades
La mafia en sus diferentes expresiones esta diseminada en las Pulgas y sus alrededores, en el casco comercial de Maracaibo. Hay desde compra-venta de oro, euros, dólares, pesos, pasando por el mercadeo especulativo de los alimentos, hasta la conformación de clanes que intersectan a las personas y los despojan de sus pertenencias, o se apropian de las colas en las tiendas donde se expenden productos regulados para vender puestos a sus antojos y nadie "ve" ni "dice" nada por temor a recibir una puñalada….Y los mendigos, recoge basura están allí también, sintiéndose protagonistas de ese drama hasta que algún día, uno de ellos en su mayor infortunio, aparezca sin vida en algún lugar del malecón como ocurre con cierta frecuencia.
Ojala que estas crónicas, muy pronto se conviertan en ficción opuesta a la realidad esplendorosa que el maracaibero y Maracaibo se merecen.