Lo ocurrido en Barinas permite una revisión de esa batalla electoral. La primera lección es que no se puede ser Bolivariano y Chavista de palabra, son los hechos quienes hablan. Muchos falsos y falsas deben ser removidos de la estructura dado que no pueden ocultar su alegría por la derrota.
Algo parecido pasó, salvando las distancias, en otros espacios del continente y en especial en la región insular. Una derrota táctica que nos permite revisar, corregir, reimpulsar y renovar cuadros. La política es acción en movimiento y la comunicación el arma más importante para generar opinión. Informar no es suficiente. Hay que conocer y manejar la información creando comunicación política y retroalimentación con el pueblo, el verdadero protagonista de nuestro proyecto bolivariano. Ese pueblo siempre da alertas tempranas y ha venido pidiendo cambios en la vieja forma de hacer política adeco-copeyana. Esa práctica clientelar, egoísta, inhumana e individualista que no termina de morir para darle paso a la nueva forma revolucionaria, solidaria, humana y colectiva. En dos palabras, mandar obedeciendo. Ahí los jóvenes tienen la palabra. Combinar juventud con experiencia revolucionaria es una fórmula comprobada que no falla para victorias estratégicas en el futuro.
La derrota en Barinas, sin embargo, es por dónde se la mire, un triunfo de la Democracia Participativa y Protagónica consagrada en nuestra Constitución. La oposición se encuentra contenta con sus cuatro gobernaciones. Nosotros dolidos por no haber ganado en Barinas, pero alertas, tranquilos y sobretodo, conscientes de la fuerza que nos brinda tener el resto de las gobernaciones del país.
Hoy el Presidente Maduro tiene espacio político para avanzar. Han sido derrotados los golpistas y apátridas, esos lacayos y fieles servidores del imperio. Han regresado los que desean luchar los espacios políticos dentro de las reglas democráticas que nos garantiza nuestra Constitución. No más violencia ni intentos de imponerse por la fuerza. Una vez más el pueblo le ha dicho NO a los terroristas y violentos. Ganó la paz. Ganó Venezuela.
Es tiempo de reflexión y revisión para cambiar lo que haya que cambiar como debe ocurrir en una verdadera y auténtica revolución. Estamos en el momento justo. Pronto se cumplirán 30 años del despertar de un pueblo. La juventud militar nos dio el ejemplo aquel 4F. Hoy, pueblo y Fuerza Armada caminan juntos como en Carabobo, ese campo de Libertad donde el Pueblo se hizo Ejército.
Todavía quedan tareas pendientes para hacer irreversible la Revolución Bolivariana. Nos la jugamos con la Juventud para poder construir la Venezuela que soñamos. Independiente, Soberana, Libre y Democrática. Todo dentro de la Constitución, el libro sagrado de la gran familia venezolana. Por irrespetarla, el pueblo exige castigo a los culpables de atentar contra Venezuela. Justicia y Renovación son las dos palabras que debemos combinar en la acción para avanzar en la dirección correcta. El PSUV debe ser el brazo político y de control de la gestión pública dando las alertas y orientaciones cuando sean necesarias.
La batalla más importante de las próximas semanas y meses es la económica. Allí se vienen alcanzando logros innegables. Hemos tenido un pequeño crecimiento económico, pero real y se ha estabilizado la inflación. Ahora hay que tomar medidas que permitan mejorar el bienestar del pueblo. Una de ellas, aumentar el poder adquisitivo. Debemos hacerlo consolidando lo logrado en el 2021 y avanzar rumbo a una economía productiva y diversificada no dependiente del ingreso petrolero.
Son estas algunas humildes, pero comprometidas palabras, para ser tomadas en cuenta por nuestra vanguardia revolucionaria. Derrota en Barinas, sí, pero Victoria Estratégica de la Democracia Bolivariana.
Sigamos juntos construyendo la esperanza con el pueblo. Los sueños se hacen realidad cuando hay amor y en Venezuela, como dijo Chávez, la capacidad de amar es infinita.