Como teníamos pautado, hemos iniciado la búsqueda y encuentro de nuestros iguales con el único fin de construir un espacio para la discusión y formulación colectiva de un proyecto para el rescate y transformación de Cabimas en un intento radical para poner fin a los 100 años de saqueo por parte de factores internacionales, nacionales y una dirigencia local de ambos bandos que solo están divididos en la retórica electoral pero muy en el fondo, son caimanes del mismo charco.
Estuvimos visitando los Hornitos y la avenida 51, en esta oportunidad tuvimos el privilegio de compartir con nuestros viejos, trabajadores, amas de casa y jóvenes, me correspondió aperturar el encuentro que trate de hacer con una dinámica que facilitará la reflexión colectiva para comprender que somos un pueblo inmensamente rico viviendo en condiciones de extrema pobreza ya que lo que en línea general es que estos encuentros tengan carácter vinculante y contribuyan a caracterizar que nuestra fortaleza este relacionada directamente con nuestras debilidades porque estás son estimuladas con la división.
Les hable de una experiencia que viví durante mis primeros años de existencia, dije lo siguiente:
Para este tiempo ya estamos en temporada de mangos, cada vez que veo a nuestros muchachos tumbando mangos, algo que se convirtió en los último años en un salvavidas, está imagen me recuerda mi infancia y adolescencia, nací inmensamente rico en una familia pobre en el barrio INOS de la ciudad de Cabimas en 1971.
Era costumbre de nuestros abuelos construir sus casas combinando la creatividad de las casas de barro con bloques en grandes patios convertidos en conuco.
No recuerdo exactamente qué edad tenía, quizás 5 años, pero mi mamá se levantaba muy temprano asustada a buscarme porque soy noctámbulo desde su vientre y anhelaba el amanecer para salir a nuestro jardín del Edén, mis abuelos procuraron ocupar cada espacio de tierra para la siembra de árboles frutales como varios tipos de mango, naranja, toronja, limón, coco, aguacate, lechosa, ciruelas, guayaba, maíz, yuca, quinchoncho, frijoles, caraotas y otros que le daban el toque de frescura y dónde se paseaban desde las taras maraqueras, los galápagos y una gran variedad de aves.
No tenía nada que envidiar a nadie, era muy feliz en mi inocencia y mi pasión era trepar los árboles imitando a Tarzán, quizás por eso después de viejo deje de comer mango, otro detalle muy importante es la gran diferencia de los productos de aquella época en la que no existían la modificación genética de las semillas y los agroquímicos que mataron la continuidad de nuestros productos alimenticios ancestrales, actualmente entre es una sorpresa ver una mata de limón en algun patio, los mangos, plátanos y verduras perdieron la calidad, el olor y el sabor de aquellos tiempos.
Una vez mientras salí de cacería con mis primos Robert, Daniel y Luis Alberto Espinoza Campos a un monte llamado cerro amarillo, en aquella época monte y culebra hoy eje poblacional en la parroquia Jorge Hernández, llegamos a la zona donde construyeron el hipermercado #CostaMall donde habían unos árboles centenarios que me gustaba trepar porque desde la altura se podía ver la costa de nuestra ciudad y las instalaciones petroleras en el lago, fue en ese lugar que conocí la mata de jobo, un árbol inmenso que producía un fruto parecido a una ciruela amarilla con un sabor extraordinario y divino pero que al mismo tiempo producía dentera, no se como pude pero a mí no me producía dentera o quizás la toleraba porque me gustaba mucho ese fruto que más nunca volví a ver en nuestra tierra.
La gente vivía del día día, en el barrio la fabricación de sillas corianas era una importante fuente de ingresos de las familias y la principal actividad económica que alternaban con la cacería, pesca, artesanía y uno que otro, dedicado a la administración pública.
Los niños y jóvenes dedicados al estudio aunque era una calamidad tener que trasladarse a R10 y el Lucero, eran algo distinte las instalaciones educativas.
Nótese que estoy hablando de una época que pudiéramos decir que es la mitad del periodo de 100 años tomando como referencia el inicio de la explotación petrolera, quiere decir que si lo calificamos como un periodo de transición, era la mitad del camino.
¿Como era la vida en la Cabimas anterior al petróleo? La pregunta es válida porque ya sabemos que estamos viviendo las consecuencias del desarrollo utópico que nos ofrecieron a cambio del saqueo de las entrañas de nuestra madre tierra.
Resulta que la vida antes de la aparición del petróleo estaba marcada por la ruralidad y lógicamente, la actividad económica predominante, era la agricultura, cria, pesca, cacería y artesanía, de eso vivían nuestros abuelos y no me atrevo a decir cuál fue nuestro mejor momento pero lo que si se puede afirmar es que el actual no es.
El inicio de la explotación petrolera provocó un gran movimiento demográfico desde otras regiones del país y desde otros países que fueron seducidos por las bondades del oro negro, ello también trajo otras culturas y tradiciones que se fueron mezclando con las nuestras hasta la producción del gentilicio cabimero tal y como lo conocemos en la actualidad.
La explotación petrolera también produjo la migración de la vocación agrícola hacia otros sectores.
Trabajar para la industria petrolera se convirtió en la fantasía y deseo reprimido de los hombres, he escuchado chistes de señoras que le inculcaban a las hijas casarse con un trabajador petrolero y a los hijos casarse con una maestra, consideradas en aquellos tiempos como "una beca", siempre había protestas y huelgas pero cuando les pagaban podían comprar un carro, remodelar la vivienda y resolver la satisfacción de muchas necesidades de la familia.
Entorno al antes y después del inicio de la explotación petrolera siempre se han movido pequeños grupos de dirigentes que no dirigen a nadie pero por el simple hecho de ser portadores de alguna dirección política, han llegado a ocupar cargos desde donde se ha podido planificar y ejecutar proyectos de inversión social para mejorar la calidad de vida de nuestro pueblo, pero cada uno se ha dedicado al enriquecimiento ilícito con los dineros que son de nuestro pueblo, por eso no funciona ninguno de los servicios públicos: sistema de distribución de agua potabilizada, sistema de recolección de aguas residuales, sistema de distribución de gas, sistema eléctrico, vialidad, el aseo urbano y lo peor, la falta de autoridad para implementar una planificación urbana adecuada a nuestras condiciones geográficas que fueron afectadas por la explotación petrolera y que amerita la realización de un estudio de geodesia ya muchos barrios fueron construidos en zonas que técnicamente son inhóspitas porque anteriormente fueron cause de ríos, ciénagas o humedales.
El asunto es que nuestra fortaleza es la unidad y nuestra debilidad la división, eso lo sabe la dirigencia de ambos bandos, ellos saben qué para continuar con el saqueo de nuestra ciudad nos tienen que mantener divididos y desconectados de lo importante y lo urgente que es la unidad de los iguales para rescatar nuestra ciudad y enterrar los 100 años de saqueo y corrupción para enrrumbarnos por los caminos de la refundación.
Solo así podemos decir que haremos con la ciudad que tenemos la ciudad que queremos, solamente así podemos materializar los sueño y esperanzas truncados a nuestros antepasados.
Cabimas es tierra sagrada.