E l comandante William Fariñas, Presidente de Foncrei, fue designado para pastorear a los borregos del chavismo margariteño durante el proceso electoral legislativo que culminó con el retiro en masa de la oposición.
Así pues, se anotó un éxito, aunque se tratara de una pelea ganada por forfeit. Luego coordinó las elecciones presidenciales en la Isla, triunfo que en propiedad le correspondió a Chávez y a nadie más. Finalmente le tocó motivar el voto de los chavistas margariteños en el referendo del 2D 2007, fracaso cuya responsabilidad nadie asumió en la región.
Es curioso que un comandante sin experiencia partidista ni fogueo en las bregas socialistas y desconocedor de la idiosincrasia margariteña, sea designado ejecutivamente para venir a esta ínsula a exhibir su buena voluntad, pero absoluto desconocimiento, en la formación del Psuv.
Debo confesar que me resulta chocante e inaceptable que buena parte de los funcionarios gubernamentales detenten roles partidistas en este proceso revolucionario, mezclando ambas funciones de tal manera que no se sabe dónde termina una y comienza la otra.
Como es natural al comandante Fariñas se le abrió el apetito electoral en Nueva Esparta y ahora aspira a ser gobernador de la entidad. Para ello tiene una ventaja de la que no disponen sus posibles adversarios, como lo es la capacidad financiera de Foncrei, organismo que ha otorgado una cantidad inusitada de créditos en la región.
Claro está que no todos los préstamos han sido en función electoral, sobre todo al principio de su gestión insular, pero, poco a poco, ha formado una maquinaria proselitista cuyos integrantes disponen de créditos al granel en abierto ventajismo frente a los demás aspirantes.
El presidente Chávez ha prometido que los candidatos saldrán de la base del Psuv mediante mecanismos transparentes y pulcros.
En Nueva Esparta parece que no será así pues los compradores de votos se están asociando para repartirse las candidaturas a alcaldes y a gobernador.
Por lo visto los procedimientos de la conchupancia seguirán imponiéndose en Margarita y Coche a pesar de los discursos éticos y los reglamentos simbólicos.
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