La gobernación y la alcaldía de Mérida han dispuesto celebrar a todo dar los 450 años de la ciudad de Mérida. Han organizando diversos espectáculos, conciertos, un gran desfile, y han publicitado hasta la saciedad esta celebración deste comienzos de año. El obispo de Mérida, Baltasar Porras también ha programado una serie de actividades, como representante de la Iglesia Católica. Los jerarcas de esa religión acostumbran celebrar este tipo de fechas por significar la "llegada de la fé" a tierras americanas.
En realidad, la imposición de los mitos judeocristianos a la población indígena se logró ahogando en sangre la cultura originaria de esos pueblos. La cruz no habría sido nada sin la espada.
Lo que se celebra como el "descubrimiento" de los Andes venezolanos y la fundación de Mérida no fue sino el terrible genocidio de las diversas comunidades indígenas provenientes de las culturas Chibcha y Arawak que habitaron estas tierras antes de la llegada española.
La invasión fue dirigida por el tristemente célebre Juan Rodríguez Suárez, El capitán de la capa roja.
Aprovechando el uso de armas de fuego, armaduras, perros y caballos, los invasores arrasaron con aldeas enteras a nombre de los reyes y el catolicismo.
¿Tiene sentido que el mismo gobierno que dice reivindicar la resistencia indígena celebre una fecha de conquista y genocidio?
¿Por qué el gobierno le da la misma lectura histórica a esta fecha que los católicos más fanáticos y la derecha más recalcitrante? Esta celebración no tiene nada de socialista ni de revolucionaria.
Los socialistas revolucionarios conmemoramos estos 450 años, en honor a los pueblos indígenas cuya resistencia es símbolo e inspiración para las luchas de los pueblos contra sus opresores y explotadores.
Celebrarán los curas y los empresarios junto con el alcalde de la capa roja, pero el pueblo merideño no tiene NADA QUE CELEBRAR.
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