El pasado 31 de octubre fue inaugurada con bombos, platillos y otras regalías más efectivas la Avenida La Ahuyama, donde comparten intereses varios traficantes de influencias que se dan la gran vida en esta Isla de Margarita.
No deja de ser curioso que una avenida con tan extraño nombre sea puesta en servicio el día en que los gringos celebran Halloween, o la noche de brujas, una tradición que posiblemente se haya originado entre sus antepasados alquimistas, expertos en venenos e invocaciones diabólicas. La ahuyama es el símbolo por excelencia de dicha fiesta satánica y aparece en tal fecha en todas las formas imaginables, pero básicamente como un cascarón vacío con cavidades que semejan una cara siniestra de la cual emana la luz de una vela u otro artefacto luminoso. Entre nosotros sería algo similar a rendirle pleitesía a la sayona.
De entrada La Ahuyama beneficia al iniciador del gran negocio, Virgilio Avila Vivas, quien hace varios años dio que hablar por su presunta sociedad con Cecilia Matos, a la sazón barragana presidencial de bajo perfil, pues todavía no había salido del closet, cosa que ocurrió después de la desfachatez de la Ibáñez en tiempos de Lusinchi.
Entonces surgieron denuncias de tráfico de influencias que involucraban a Virgilio Avila y la susodicha en el engorde de una enorme propiedad conocida como La Ahuyama, objeto de un negocio turbio e ilegal. A la postre pasaron agachados y todo quedó en puras investigaciones, al cabo de las cuales Virgilio Avila ostentó la propiedad del terreno que hoy ocupa el campo de golf aledaño al Hotel Margarita Hilton. En tal calidad se asoció con los tracaleros de Cavendes, antes de que Luís Vallenilla pasara a engrosar el grupo de banqueros estafadores. Lo curioso es que la parte de Cavendes quedó en manos del Estado, pero presuntamente Virgilio Avila aún es dueño del terreno del campo de golf, actualmente mantenido a un enorme costo por los representantes de Fogade. Mejor negocio no se le puede pedir a este gobierno.
Sin embargo parece que no solo Virgilio Avila sale ganando con la nueva avenida, pues la misma atraviesa diversas propiedades que ahora multiplican su valor de mercado, con todo y la crisis financiera, que afecta a los más pendejos, pero no a los magnates que engordan terrenos aún en tiempos de vacas flacas.
El caso es que la Av. La Ahuyama no beneficia a los sectores populares, pero pone a valer a unos cuantos conchupantes vinculados a las mafias bipartidistas.
Mucho más interesante, aunque menos lucrativo, resulta el caso del retiro del contingente militar que vino a Margarita para aplicar el Plan Guaiquerí. Resulta que el Gobernador Rodríguez salió de su eterna abulia para reclamar la supuesta presencia de 750 militares ajenos a la isla y dedicados a combatir los delitos más violentos que acogotan a los habitantes insulares.
Lo que teme Morel Rodríguez es que dichos militares voten en Nueva Esparta, alterando así la supuesta mayoría de más de 10 puntos que proclama tener a su favor.
O sea al Gobernador Rodríguez la ola delictiva le sabe a plín. Lo que le resulta insoportable es que vengan unos militares a quienes les tocaría votar en esta región.
Será por eso mismo que se opone a la instalación de una Base Naval en nuestras islas.
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