El impacto cómo hoy las llamadas RRHH (REDES) revolucionan la esfera política y sobre todo sociológica de los países, es causa de no mucho agrado para muchos de sus gobiernos. Toda la información e intimidades allí vertidas (y vaya que por toneladas) se vende sin escrúpulos para fines comerciales, políticos, y aún bélicos. Nos llegan a conocer más que nosotros mismos. Muy predecibles y manipulables.
Más entretenidos que informados (o más engañados que entretenidos) los memes y los stickers pululan y congestionan la capacidad de nuestros celulares, al tiempo erosionan nuestro razonamiento crítico. La muy escasa información de provecho (que sí la hay) es aprovechada para que los influencers (de mala muerte) nos vendan con periquitos ideológicos, los buenos y los malos gobiernos. Un Bazar.
O todo un "callejón de los Pobres" donde buena parte oferta sus muy descomunales atributos periodísticos, publicitarios o su liderazgo político. En los que se pretende hacer todo un negocio algunos grupos de WhatsApp; donde algunos muy comelones y pedigüeños oran por algunas monedas. Pero a pesar de todo este ámbito resulta de una riqueza política de incalculable valor, aflora lo bien o lo mal que estamos.