El dolor y el sufrimiento pueden enceguecer y hacer que multitudes avancen por el mundo buscando una manera de instituir una Nación. Pero también individualidades pueden ofuscarse y a través del producto de sus elucubraciones, zaherir con saña la vapuleada dignidad de una multitud, echando a un lado hechos que tal vez superen con creces aquellos que los representantes de esa Nación han realizado y denominado, bajo la observancia de la humanidad, como “derecho a la defensa”.
Los hechos Bíblicos no están ahí para que personas, deseosas de figuración y fama, los utilicen bajo su equivocada interpretación, para manifestar con vehemencia la agresión, de indolentes manipuladores de la historia, contra un pueblo cuya existencia está sellada por el odio y el rechazo a su raza y descendencia.
No fueron de ningún modo “esclavos ignorantes, mal agradecidos y embrutecidos”. Y tampoco fueron actos de hechicería de un supuesto dios, sino el accionar del verdadero DIOS por librar al único pueblo que había reconocido su supremacía y aceptado su innegable poder e infinita superioridad. Se pretende entonces con la paráfrasis de la historia y el uso de la elocuencia, destruir la imagen del DIOS único y verdadero. El pueblo de Israel no ha sido el único en la historia de la humanidad que ha “despojado a otros pueblos de sus pertenencias en base a saqueos y robos a hurtadillas”, sería bueno recordar al menos el coloniaje de los pueblos de Europa, realizado en las vírgenes tierras del continente Americano. ¿Cuántos millones de aborígenes fueron masacrados por “la espada y la cruz” de los creídos únicos seres racionales imbuidos de supremacía por la Romana cristianización de los ahora dueños de ese dios que se invoca ahora en la Casa Blanca y en los parlamentos Europeos, en los momentos de enviar sus devastadoras tropas y sus letales armas a destruir en masa las vidas de millones de inocentes Árabes, que pagan con su sangre las culpas de las mentes obtusas que se creen que con el terrorismo se puede castigar a quienes no se arrodillan ante aquel que creen es el verdadero “dios”.
“El egoísmo, la avaricia y la perdición de adorar todo lo que represente dinero, joyas o valores materiales” no es privilegio solo de los que despectivamente ahora llamamos Judíos, sino que a través del planeta tierra y a lo largo de la historia han sido la constante de la conducta de algunas personas hostiles a la vida y a la paz.
Se ha hecho casi un hábito en el mundo, la maléfica intención de culpar a los “judíos” de todos los males habidos y por haber en la tierra, que dejan entrever que fueron ellos los que planificaron las guerras mundiales para vengarse de la humanidad. Hablan de una supuesta secta del Sionismo, la cual pretende controlar o dominar el mundo económico, política y militarmente. Por supuesto que todas estas acusaciones sin ningún fundamento serio y comprobado, busca solo criminalizar con vehemencia a los que representan el estado Israelí, acusándolo de ejecutar políticas y acciones que siembran el terror en el mundo. Es muy fácil acusar a los judíos, de haberse victimizado después de haber sufrido el horrible holocausto; de haberse cuadrado con Hitler para servir de ejecutores a los miembros de su misma raza.
Por que la verdadera historia, contada sin subterfugios que buscan satanizar a los miembros del pueblo judío, nos muestra el horror, la miseria, el odio y la saña con que muchos pueblos del mundo han tratado a los miembros de esta raza. Es obvio que los romanos junto con su religiosa estructura papal tienen mucho que ver con esta patraña. Muchos de los pueblos árabes odian a muerte a los israelitas, tanto que sus acciones han estado siempre en búsqueda de su desaparición. No es verdad que los EE UU estén bajo el dominio de los judíos, es una mentira que tratan de vendernos, para limpiar el nombre de los gringos y así Israel cargue con los crímenes que ha cometido aquella Nación.
Se debería contar la real historia del problema Árabe – Israelí, nuestras generaciones están en el derecho de conocer cuáles son los verdaderos hechos, sin manipulación e intención de criminalizar a unos y endiosar a otros. ¿O los misiles que lanzan los palestinos a diario contra Israel, son solo fuegos pirotécnicos que buscan despertar al mundo del ensueño capitalista?
Dios no es el culpable de las miserias que en su corazón anida el hombre moderno.
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