La doctrina Monroe y el petróleo venezolano: Explotación y resistencia

En la actualidad, el 81% de las reservas petroleras mundiales se encuentran en el subsuelo de países miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Venezuela, es el miembro fundador de la OPEP que posee actualmente las mayores reservas en la organización, unos 277 mil millones de barriles de petróleo que representan un 24,5% del total de reservas mundiales. Aunque en Venezuela se conoce la existencia de este mineral desde la antigüedad, cuando los indígenas le llamaban “mene” y lo utilizaban para alumbrado y remedio para ciertas dolencias, no es sino hasta 1917 cuando comenzó a ser explotado de forma intensiva y comercial, convirtiéndo al país en 1928 en el primer exportador de petróleo y el segundo productor mundial hasta 1960. Entre 1917 y 1960 (creación de la OPEP) se extrajeron de Venezuela, hacia al mercado internacional, más de 18 mil millones de barriles de petróleo, cantidad que representaba para entonces un 53% del total de recursos petroleros certificados en todo el territorio de la república y que equivale a todas las reservas petroleras actuales de un país como Brasil. Venezuela garantizó a las potencias occidentales el suministro de 5 mil millones de barriles de petróleo entre 1936 y 1950, que fueron de suma importancia durante la segunda guerra mundial e inicio de la reconstrucción de Europa. Durante ese período de quince años, el precio del barril estuvo alrededor de los 1,48 dólares, un valor considerablemente bajo, en comparación con los precios actuales. Estas grandes cantidades de petróleo de calidad, suministrado de manera confiable y a un precio muy bajo permitieron y soportaron la expansión económica occidental y su destacado crecimiento de los años 50´s y 60´s.

Para la población venezolana, los beneficios de una energía abundante y barata para el resto del mundo no significaron mayor provecho social ni desarrollo económico. En 1960, el país tenia una población de 8 millones de habitantes, de los cuales solo una pequeña minoría se beneficiaba del ingreso petrolero mientras que el resto de la población vivía en condiciones de pobreza y miseria. El historiador venezolano Salvador de la Plaza, perseguido político de las dictaduras y exiliado en diversas oportunidades, reflexionaba en 1962 acerca de la inmensa riqueza petrolera nacional y las condiciones reales de vida de la población venezolana de la siguiente manera:“¿Cómo se explica esta aparente paradoja? Por una parte porque el petróleo es extraído del subsuelo, refinado y exportado por grandes consorcios internacionales, principalmente por los grupos Standard de Estados Unidos y Shell anglo-holandes. Por la otra, por que el régimen de apropiación latifundista de la tierra que ha predominado y sus inherentes relaciones de producción, han mantenido a la población rural -casi un 50% de la población del país- en condiciones de vida infrahumanas. Los grandes propietarios de la tierra, los trusts imperialistas extranjeros y los comerciantes importadores, en estrecha alianza, han integrado en la pirámide de la sociedad venezolana , la cúspide de las clases sociales que extorsionan y explotan a la gran masa de la población...”. Para el momento en que Salvador de la Plaza reflexionaba sobre estas cuestiones, el país había agotado más de la mitad de su riqueza petrolera, cuantificada hasta entonces, bajo un esquema de explotación en el que, ciertamente, la producción y riqueza petrolera nacional estaban en manos de consorcios norteamericanos (80%) y anglo-holandeses (20%).

En los Estados Unidos, durante los años 50´s y 60´s el presidente Dwight Eisenhower aprovechó los bajos costos petroleros para impulsar el desarrollo de un amplio sistema de autopistas, muchas de las cuales fueron asfaltadas con baratos crudos venezolanos, mientras que en su política exterior se desplegó la conocida como Doctrina Eisenhower. Esta doctrina, implementada junto a John Foster Dulles, ponía el énfasis en la intervención en cualquier parte del mundo donde se observara “influencia soviética”. En la práctica, en América Latina, esto se tradujo en el intervencionismo manifiesto, por ejemplo, en el derrocamiento de gobiernos como el de Jacobo Arbenz en Nicaragua, en junio de 1954. La intervención norteamericana en países de interés comercial o estratégico para esa nación, es un hecho histórico reconocido incluso por representantes de la política económica norteamericana, como el profesor de la Universidad de Harvard Jeffrey Sachs, ex-consejero especial del secretario general de la ONU Koffi Anan, quien reconoce que durante el siglo XX “la política exterior de Estados Unidos ha mostrado dos caras... acciones destacadas del unilateralismo estadounidense fueron el derrocamiento amparado por la CIA de varios gobiernos, el asesinato de innumerables altos cargos extranjeros y diversas acciones de guerra unilaterales y catastróficas. Estados Unidos ha inclinado la balanza de procesos electorales mediante financiación secreta por parte de la CIA, ha incluido en la nómina de la CIA a dirigentes extranjeros y ha apoyado acciones violentas...”.

La doctrina Monroe y el petróleo venezolano

Desde el inicio de su vida republicana, Venezuela ha padecido las “dos caras” de la política exterior norteamericana, la hostilidad y el intervencionismo de sus gobiernos. Los Estados Unidos, nacidos bajo premisas de “libre comercio” sostuvieron contra las nacientes hermanas repúblicas del sur de América un bloqueo comercial durante las guerras de independencia, llegando a castigar hasta con pena de muerte a los ciudadanos norteamericanos que comerciaran con ellas o apoyaran su causa independentista. En 1818 el Libertador Simón Bolívar dirigía una carta al Señor Bautista Irvine, en su calidad de agente de los Estados Unidos, en la que decía “La prohibición no debe entenderse sino directamente contra nosotros que éramos los únicos que necesitábamos protección. Los españoles tenían cuanto necesitaban o podían proveerse en otras partes. Nosotros solos estábamos obligados a ocurrir al Norte así por ser nuestros vecinos y hermanos, como por que nos faltaban los medios y relaciones para dirigirnos a otras potencias... Mr. Cobett ha demostrado plenamente en su semanario la parcialidad de los Estados Unidos a favor de España en nuestra contienda. Negar a una parte los elementos que no tiene y sin los cuales no puede sostener su pretensión cuando la contraria abunda en ellos es lo mismo que condenarla a que se someta, y en nuestra guerra con España es destinarnos al suplicio, mandarnos exterminar.”. El gobierno norteamericano, no solo prohibió el comercio con las nacientes repúblicas de Suramérica sino que intervino directamente en contra de ellas suministrando armas a los realistas españoles en el sur de Venezuela. Esta política se ordenó y sistematizó, durante todo el siglo XIX, bajo la llamada Doctrina Moroe de 1823, según la cual toda América debía ser controlada directamente por los norteamericanos. Bajo ésta doctrina, los Estados Unidos hicieron posteriormente la guerra a España, acabando en 1898 de forma definitiva con su Imperio y ocupando Cuba y Puerto Rico, ambas islas de un gran valor económico y estratégico en el mar Caribe.

En el contexto petrolero venezolano y en el marco de la Doctrina Moroe, destaca la intervención directa de la empresa petrolera norteamericana New York & Bermúdez Company en asuntos internos venezolanos. Esta empresa operó en Venezuela entre finales del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX (gobierno del dictador J.V Gómez) y se dedico al manejo, explotación y comercialización del Lago de asfalto de Guanoco, en el oriente venezolano y algunos pozos petroleros que perforó en la misma zona, entre ellos el Bababui 1 que fue el primer pozo profundo de producción petrolera del país. Las medidas nacionalistas del presidente Cipriano Castro (período 1899-1908) provocaron malestar en esta empresa que decidió financiar una rebelión de los caudillos que habían sido apartados de la vida política por Cipriano Castro. Esta rebelión, llamada por sus organizadores la Revolución Libertadora, se convirtió en la guerra civil más sangrienta habida en el país desde la Guerra Federal. La guerra civil financiada por la New York & Bermúdez Company provocó pérdidas humanas y económicas tremendas al país asi como a ciudadanos alemanes, ingleses e italianos con inversión en el país que reclamaron ante sus gobiernos europeos la intervención directa en Venezuela. Entre fines de 1902 y principios de 1903 las marinas de guerra del Imperio Británico, el Imperio alemán y el Reino de Italia bloquearon los puertos venezolanos exigiendo el pago inmediato de las supuestas deudas contraídas por Venezuela a las compañías de sus connacionales. La enciclopedia libre describe el hecho de la siguiente manera “El 9 de diciembre de 1902, 15 unidades de la armada inglesa y alemana actuando en operación conjunta atacaron el puerto de La Guaira. Desembarcaron tropas en los muelles, de los cuales se apoderaron; a las 12 de la noche fuerzas alemanas atravesaron la ciudad para conducir sus representantes diplomáticos a bordo de la flota y así ponerlos a salvo de una eventual represalia del gobierno venezolano. A las 5:00 a.m. del día 10 los ingleses harían lo mismo, trasladando además a varios connacionales que exigían protección. La pequeña marina de guerra venezolana no opuso ninguna resistencia...”. Esta agresión de tres potencias imperialistas europeas contra Venezuela puede entenderse como una tentativa para dirimir con Estados Unidos áreas de influencia en territorios americanos, en momentos en que el petróleo estaba pasando a ocupar un lugar cada vez más importante en la geopolitica capitalista global. Así como las potencias imperiales del siglo XIX habían rivalizado por las colonías con abundantes carbón, té, azucar, canela y esclavos, las nuevas potencias industriales del siglo XX comenzaban a pugnar por los países con mejores y más abundantes yacimientos petroleros (Venezuela, México, Norte de Africa y Oriente Medio).

El bloqueo naval a Venezuela terminó con la intervención de los Estados Unidos y el retiro de los buques de guerra de las tres potencias europeas involucradas. Esta situación en Venezuela preocupó al presidente norteamericano Theodore Roosevelt (período 1901-1908) quien propuso en el Discurso del Estado de la Unión del 6 de diciembre de 1904, una enmienda a la Doctrina Monroe según la cual no solamente se debería mantener a los imperios europeos fuera de América sino que se consideraría a América Latina y el Caribe como territorio para expandir los intereses comerciales de los Estados Unidos. Es decir, se establecían unilateralmente derechos semi-coloniales sobre todas las repúblicas del resto del continente americano similares a los que tenian Inglaterra y Francia sobre sus colonias de Asia y Africa. En este sentido, varios autores afirman que hubo participación activa, directa o indirectamente, del gobierno de los Estados Unidos en acciones contra los gobiernos venezolanos de Cipriano Castro (derrocado finalmente en 1908) Isaías Medina Angarita (1941-1945) y de Rómulo Gallegos (1948) que fueron forzados a dejar el poder luego de procurar reformas petroleras importantes en defensa de los intereses de la república. Lo que si es un hecho histórico comprobado es que, en todos los casos, el gobierno de Estados Unidos reconoció y apoyó inmediantamente al bando de los golpistas que asumieron el poder luego del derrocamiento de cada uno de los intentos de gobierno democrático y sobernista en Venezuela, y apoyó a los respectivos dictadores que les sucedieron (J.V Gómez, M. Pérez Jimenez, etc.).

Venezuela y la creación de la OPEP

Durante el gobierno democrático del escritor Rómulo Gallegos, el Ministro de Fomento Juan Pablo Pérez Alfonzo, a cuyo despacho correspondía entonces todo lo relacionado con Minas e Hidrocarburos, estableció las bases de la política denominada de "No más concesiones petroleras" y fue autor principal de la reforma legal, adoptada el 12 de noviembre de 1948, mediante la cual se estableció la fórmula conocida mundialmente como el fifty-fifty (50-50), de reparto del excedente petrolero entre el fisco nacional y las compañías concesionarias extranjeras. A la caída de Gallegos, el 24 de noviembre de 1948, Pérez Alfonzo pagó cara la osadía de procurar un mayor ingreso petrolero a Venezuela y pasó siete meses en la cárcel de Propatria (Caracas) y posteriormente fue expulsado del país. Vivió con su familia en el exilio hasta la caída de Marcos Pérez Jiménez en 1958. Al asumir la Presidencia de la República Rómulo Betancourt, en 1959, luego de unas elecciones libres y democráticas, nombró a Pérez Alfonzo Ministro de Minas e Hidrocarburos y bajo está responsabilidad, el Ministro venezolano, impulsó la creación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de la cual se considera fundador. Con la OPEP, creada en 1960, se inicia una nueva etapa de resistencia a la explotación desigual que ejercieron las grandes transnacionales sobre los países productores. En esta etapa, con altos y bajos, con divergencias y convergencias exitosas, la lucha por la defensa de los derechos soberanos sobre la riqueza petrolera se ha elevado a un nivel internacional, que en la actualidad se muestra muy fortalecida en comparación con las primeras décadas de funcionamiento de la organización. Sobre la OPEP, el actual secretario general de la Unión de Nacionas Suramericanas (UNASUR), ex-ministro de energía y petróleo de Venezuela y ex-secretario general de OPEP, Alí Rodríguez Araque ha manifestado que “es una organización intergubernamental para la mejor defensa de los derechos soberanos de nuestros países, sobre todo del petróleo, y se puede decir que es la única organización de los llamados países del tercer mundo que ha sido exitosa, más de 52 años, con una particularidad: es difícil encontrar una organización de esta naturaleza que esté integrada por regímenes tan diversos como la OPEP”.

Conclusión

La intervención extranjera en Venezuela ha castigado al país tal y como los antiguos dioses griegos al fundador y rey de Éfira, más comunmente conocido como Sisifo. En la mitología griega, este personaje fue obligado a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio, una y otra vez. Así Venezuela ha procurado históricamente elevar el enorme peso de su riqueza petrolera hasta la cumbre donde esté realmente al servicio del desarrollo social y económico de la nación, pero los nuevos dioses del mercado, en su faceta más oscura e imperialista, se han encargado una y una otra vez de derribarla ladera abajo hasta los pantanos de la explotación descarnada, la corrupción y la miseria especulativa, poniendo a esa riqueza al servicio del capitalismo financiero internacional y la correspondiente ruina nacional. Los más interesados enemigos externos de la democracia verdadera en Venezuela cuestionan a su pueblo y su gente culpandola de los males tremendos que aún agobian a nuestra sociedad, dejando de lado todo el calvario por el que ha tenido que pasar este país desde su nacimiento como república hasta la defensa de sus riquezas enormes, con tantos y tan poderosos enemigos. Aún hoy, Venezuela padece problemas de pobreza, desigualdad, delincuencia y graves carencias de infraestructura e industrias. Pero en todo esto es importante reflexionar sobre la historia de luchas y las inmensas pérdidas humanas y económicas que ha tenido este país por defender lo que soberanamente le corresponde. Esta historia parece acompañar a esta nación desde la lucha por su independencia cuando el Libertador Simón Bolivar escribía “Venezuela, sin deshacerse de los monstruos que la despedazan y devoran, no puede aplicarse a mejorar las instituciones que deben ser la consecuencia y no las premisas de su reconocimiento e inscripción en el registro de las naciones libres e independientes”. Esos monstruos no solo han intervenido a favor de España en la guerra de independencia sino en contra de todo movimiento democrático que ha pretendido poner al servicio del pueblo venezolano, la mayor parte de su riqueza petrolera.

En cuanto al uso que se le dé al ingreso petrolero y el daño que la renta ocasiona a la economía venezolana, son temas que competen única y exclusivamente al pueblo venezolano y su gobierno. Sin embargo, ciertos factores externos interesados en tener libre acceso al petróleo venezolano esgrimen toda falla, todo mal y todo error en favor de su posición interesada basada en un supuesto derecho internacional compartido sobre todas las riquezas petroleras, según la cual los productores de petróleo carecen de derechos regulatorios sobre ese importante recurso energético. En 1974, Juan Pablo Pérez Alfonzo, ya retirado de la lucha política y la OPEP, comentaba al respecto lo siguiente “El sentido de la justicia reclama que si uno tiene algo que vale mucho, aunque le vaya a causar males, no lo regala a otro, sino que obra su precio justo. Despues, el problema de emplear bien o mal ese dinero recibido es otra cosa. De manera que si a mí me ponen de nuevo en la circunstancia de tener que volver a trabajar por la creación de la OPEP, volvería a intentar su creación...”. La OPEP como único mecanismo efectivo de defensa de los precios del petróleo y los países productores, fue recuperada del control total y absoluto de las transnacionales petroleras en el año 2000 gracias a las gestiones del ex-presidente Hugo Chávez. Desde 1999, el ex-presidente Chávez propuso un esquema de bandas de precios que fue aceptado e incluso celebrado por el ex-presidente Clinton de los Estados Unidos. Sin embargo, en Abril de 2002 se gestó un intento de golpe de estado contra el gobierno democráticamente elegido de Hugo Chávez, durante el cual estuvo secuestrado por un grupo de militares rebeldes por más de 48 horas. Luego de restituido en el poder, y a partir del año 2003, el ex-presidente Chávez ejecutó profundas reformas en el sector petrolero nacional que han permitido reducir la pobreza en Venezuela de manera muy notable, el resto es ya historia viva...

REFERENCIAS:

[1] http://www.opec.org/library/Annual%20Statistical%20Bulletin/interactive/current/FileZ/Main.htm

[2] DE LA PLAZA, S. El Petróleo en la Vida Venezolana. Universidad Central de Venezuela. Dirección de Publicaciones. Caracas, Venezuela. 1974.

[3] PÉREZ ALFONZO, J. Hundiéndonos en el excremento del diablo. Colección Venezuela y su Petróleo. Editorial Banco Central de Venezuela. Caracas, Venezuela. 2011.

[4] RODRÍGUEZ ARAQUE, A., ELIZALDE, R. Antes de que se me olvide. Editora Política. La Habana, Cuba. 2012.

[5] SACHS, J. Economía para un planeta abarrotado. Editorial Debate. Caracas, Venezuela. 2008.

[6] PEREIRA, G. Simón Bolivar, escritos anticolonialistas. Carta escrita al Señor Bautista Irvine el 20 de agosto de 1818. Ediciones Correo del Orinoco. Caracas, Venezuela. 2013.

[7] PEREIRA, G. Simón Bolivar, escritos anticolonialistas. Carta escrita al Señor Bautista Irvine el 29 de julio de 1818. Ediciones Correo del Orinoco. Caracas, Venezuela. 2013.

[8] ROBERTS, P. El fin del Petróleo. Ediciones B,S.A. Madrid, España. 2004.

[9] http://es.wikipedia.org/wiki/Jacobo_%C3%81rbenz

10] http://es.wikipedia.org/wiki/Doctrina_Monroe

[11] http://es.wikipedia.org/wiki/Bloqueo_Naval_a_Venezuela_de_1902-1903



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Alejandro López González

Doctor en Sostenibilidad (Cum-Laude) por la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC). Sus investigaciones sobre la sostenibilidad de proyectos de electrificación rural con energías renovables en Venezuela le valieron el reconocimiento como la mejor tesis doctoral en el período 2018-2019, según la comisión de doctorado de la UPC. Se graduó de ingeniero electricista en la Universidad del Zulia en 2004 y ha publicado más de una docena de artículos científicos acerca de la sostenibilidad de la electrificación con energías renovables en países en desarrollo

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