1. La mayoría de los venezolanos aspira a que la relación con Estados Unidos sea normal. Solo una minoría desea lo contrario. Aquella que inscribe su proyecto de acabar con la revolución bolivariana en un esquema según el cual, para lograrlo, necesita el apoyo de la potencia imperial. Inclusive, el grueso del chavismo, otros sectores de izquierda y gente adscrita a políticas de corte anticapitalista, participan en la idea de que conviene mantener relaciones con Estados Unidos, eso sí, en el marco del respeto a la soberanía y sin injerencia en los asuntos internos del país.
2. Es conveniente la precisión, porque lo que pasa con la relación de las dos naciones y sus gobiernos, la tensión permanente que existe y las reiteradas rupturas, no obedece a un capricho de los dirigentes del Gobierno venezolano, tanto en la etapa de Chávez como en la de Maduro; de los chavistas -primera fuerza política del país-, y, menos aún, como algunos pretenden, a la "influencia" que ejerce Cuba sobre la revolución venezolana.
3. En el terreno de las conjeturas interesadas, de las versiones que perturban la evaluación del tema, cabe todo. La guerra mediática facilita la distorsión y siembra equívocos. Ejemplo: la versión con más peso es que el gobierno bolivariano necesita confrontar permanentemente con Estados Unidos para mantener tenso al país y en alto la bandera antiimperialista para impedir que decaiga la combatividad del pueblo. Esta interpretación -la misma que explico a observadores extranjeros en busca de información sobre lo que ocurre en Venezuela- no es caprichosa. Corresponde a lo que sucede desde que Chávez arribó a Miraflores en 1999 hasta ahora. De parte de los gobiernos norteamericanos nunca hubo comprensión del proceso venezolano. Siempre privó en ellos un prejuicio que, progresivamente, alimentó la animadversión. Sustentada ésta, en gran medida en la conducta perversa de una oposición antidemocrática, cultora del odio que se apoderó de los desplazados del poder.
4. Semejante prédica fue determinante -y sigue siéndolo- en la posición de los gobiernos norteamericanos. Se expresa a través de reiterados comunicados y ruedas de prensa por cualquier motivo, cuya finalidad no es otra que descalificar el proceso venezolano, su proyecto y a los dirigentes; o acciones concretas de injerencia para derrocar al gobierno, como pasó el 11 de abril de 2002 cuando participó directamente la misión militar de EEUU en el golpe; en el paro-sabotaje de la industria petrolera, e infinidad de episodios destinados a estimular una oposición terrorista, contraria al orden democrático. Esa conducta es constante. La iniciativa siempre partió de personajes e instituciones de la política norteamericana, del Pentágono, Departamento de Estado, el Congreso, la Presidencia, los partidos Demócrata y Republicano, la señora Clinton y los señores Kerry, Bush y Obama.
5. Luego de diversos episodios traumáticos en las relaciones, algunos causantes de que las representaciones diplomáticas de ambas naciones quedaran acéfalas, se produjo una especie de tregua en los ataques provenientes del Norte y ocurrió la designación en Washington y Caracas de jefes de misión. Luego hubo una positiva entrevista del funcionario acreditado por Estados Unidos, Lee McCleeny, con el ex canciller Elías Jaua. Parecía que la situación se encaminaba por una senda de prudencia y sensatez. Pero, de pronto, insurgió un vocero del Departamento de Estado con críticas a la administración de justicia venezolana y al tratamiento a dirigentes de oposición. Todo ello basado en informaciones infundadas, seguramente provenientes de la oposición. Es decir, que se repite la historia: la injerencia y el desplante imperiales, alimentados por un sector del país que busca reavivar la confrontación con EEUU cada vez que se dispone a actuar a través de golpes de Estado, terrorismo o la provocación mediática contra el gobierno legítimo y la Constitución. Así no es posible normalizar las relaciones Por consiguiente, se impone estar más alertas que nunca. Ya que se percibe la continuación, por parte del Gobierno norteamericano, de una relación tortuosa que siempre presagia aventuras.
Laberinto
Todo indica que la advertencia que hice en anterior columna sobre la irrefrenable tendencia de la oposición a repetir errores, parece que se dará de nuevo. Guarimba II está en marcha. Calentando motores. Violencia en San Cristóbal, Barinas, Barquisimeto -donde asaltaron y destruyeron un local del Saime-, y ciertas zonas de Caracas: Bello Monte, El Cafetal…
Sin embargo, hay un dato que representa la diferencia con lo que sucedió a partir de febrero -Guarimba I-: que el sector democrático de la oposición parece que ahora no está dispuesto a callar. En una declaración durante el acto aniversario de AD, Ramos Allup habló con claridad. Fue enfático en decir que su partido no apoya aventuras, que su política es cívica y se realiza a través de la senda electoral. Que está dispuesto a dialogar con el Gobierno cuando sea y sobre el tema que sea. Por cierto, el partido Voluntad Popular de Leopoldo López, no asistió al evento…
El otro día corrió por las redes sociales la noticia de que en un hotel de Caracas habían hallado el cadáver del general Hugo Carvajal. Al instante se determinó la falsedad del hecho. No obstante, conviene reforzar la seguridad del ex director de contrainteligencia militar. Sobre todo después de la amenaza -ni siquiera velada- del ex embajador norteamericano en Caracas, alto funcionario de Obama, William Brownfield, proferida recientemente contra el general de que es objetivo prioritario para EEUU, y que tarde o temprano le pondrán la mano organismos de esa nación…
Un amigo, buen analista político, vinculado a la oposición, comentaba la situación en términos pesimistas. Decía que el drama del país consiste en que no tiene gobierno, pero que lo peor es que tampoco tiene oposición. Mi amigo es un hombre desencantado del liderazgo de este sector, al que atribuye gran responsabilidad en la crisis por no haber actuado con seriedad aportando ideas para canalizar a sectores confundidos. Señaló, sarcásticamente, que "el chavismo tiene una gran deuda con la ineptitud opositora", y se preguntó: "¿puede haber para Venezuela un futuro más terrible que volver a las manos de esta oposición?". Pienso que más allá del tomo de sus palabras, de la decepción que lo embarga y del desenfado con que se expresa, en lo que él sostiene está parte de la explicación del drama que vive la oposición…
Insisto en que el Gobierno tiene que extremar los esfuerzos por abastecer al país. Es cierto que ha mejorado la situación, pero las penurias del consumidor subsisten. Inexplicablemente. Porque la intención de superar la crisis existe, lo mismo que los recursos. A la situación precaria, que es realidad y no alharaca opositora, se suma la desinformación. ¿Hasta cuándo aguantará la cuerda que la tensen?...
A la propuesta refrescante, hábilmente planteada por Maduro en el Congreso de la Juventud-Psuv, de que 50% de la representación a la próxima Asamblea Nacional sea de jóvenes menores de 30 años, la oposición respondió de forma deplorable. Calificó la propuesta de "populista". No hay derecho a tanta torpeza política. ¿Acaso es la reacción de la gerontocracia parlamentara opositora? ¿Qué piensan los jóvenes del sector?...
Desaparece un gran venezolano: Elio Gómez Grillo. Paz a su alma.