El Espejo

Antes y después del 4 de agosto

1 El atentado contra el presidente Nicolás Maduro tiene un antes y un después, como todos los hechos que ocurren. Pero esta perogrullada se explica porque en el caso de los acontecimientos del 4 de agosto en la avenida Bolívar, del magnicidio frustrado y la masacre que pudo darse ese día, no hay duda de que existe una evidente continuidad entre el clima que precedió la acción criminal y el que se generó luego de la ejecución de ésta.

2 En los días previos al 4A se acentuó la ofensiva desestabilizadora y golpista en contra de Venezuela, tanto en el interior del país como en el exterior. Se extremaron el bloqueo y las sanciones contra el gobierno de Maduro y dirigentes del chavismo. Hasta los suizos, tan ajenos a tomar partido en la contingencia política internacional, adhirieron la lista del gobierno norteamericano execrando a dirigentes venezolanos. A la vez, la Unión Europea endureció la crítica y voceros del Departamento de Estado, del Pentágono, del Comando Sur, del Vicepresidente de EEUU, congresistas y medios de comunicación multiplicaron las amenazas y las versiones distorsionadas acerca de lo que pasa en el país. Igual hacían los miembros del grupo Lima y un conjunto de países alineados de manera militante, como la Argentina de Macri, el Chile de Piñera, el Brasil de Temer, y, por supuesto, la Colombia de Uribe y de Santos.

3 Sugiero revisar el contenido de los medios, todos sin excepción, en las fechas previas al atentado. Particularmente los colombianos, chilenos, argentinos y peruanos. En el primero destacan las declaraciones de altas autoridades oficiales y de dirigentes de ese país. En el caso del entonces presidente Juan Manuel Santos, son de extrema gravedad cuando de manera descarada presagia la caída del presidente Maduro, de su inminente final, como lo manifestó horas antes del frustrado intento de magnicidio.

4 En Colombia, en la cúpula del poder y en círculos dirigentes de la derecha, se planificó, sin la menor duda, el atentado del 4A. Se preparó el apoyo logístico y organizativo, y, a la vez, Álvaro Uribe -pese a estar acosado por la acusación en su contra que cursa en el Tribunal Supremo- abordó con su proverbial inquina hacia Venezuela el tema y la urgencia de acabar con del gobierno bolivariano.

5 El 4A contó con el precedente de la apología de gobiernos y personalidades en el mundo. Con el estímulo directo de factores externos. Con la orientación de quienes, ubicados en el terreno del aventurerismo, consideran que la única opción que le queda al antichavismo, es la violencia. Que es inútil insistir en el camino electoral. Que la oposición no existe como tal. Que no cuenta con pueblo para lograr una insurrección popular, ni con militares que la apoyen o que estén dispuestos a dar un golpe de Estado. En tales circunstancias, para ellos no queda otra alternativa que tirar la parada del atentado personal. La última ratio en materia de desesperación.

6 Pero una vez más, como sucede con todo cuanto pretende la oposición, el resultado fue el fracaso. De nada le vale negar su responsabilidad en la autoría del hecho. De nada le vale negar el carácter de atentado criminal que, de haber tenido éxito, se habría convertido en masacre. De nada vale incurrir en la ridiculez de alegar que fue una tramoya montada por el propio gobierno de Maduro, cuando hay pruebas irrefutables, testimonios, análisis de expertos y declaraciones de los propios comprometidos y participantes que confirman que el atentado fue planificado por personeros de la oposición y contó con el apoyo de niveles de los gobiernos norteamericano y colombiano, así como de otros factores ubicados en Miami y Panamá.

7 Pero por si fuera poco, lo que significa el inefable mensaje instigador de gobernantes y líderes de otras naciones y los presagios estimuladores del magnicidio, está además el silencio ominoso de todos los elementos que integran la oposición interna y el bloque que opera en el exterior. Y no solo el silencio, sino la banalización de tan grave suceso que ha conmovido al mundo y suscitado una solidaridad, nunca vista antes, con el presidente Nicolás Maduro y el proceso bolivariano. Es una vergüenza, algo que degrada la condición humana de aquellos –instituciones y personas– que deberían condenar un acontecimiento que pudo provocar la muerte de centenares de seres humanos y lanzar al país a una contienda fratricida, como es el caso de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), el Colegio Nacional de Periodistas, Partidos Políticos y directivos de la UCV. La violencia en el país alcanzó la tarde del 4 de agosto, su más alta y oprobiosa expresión. A partir de esa experiencia vivida por los venezolanos, hay que estar claros que fueron desbordados los límites de lo racional, y que Venezuela requiere con urgencia frenar el desbordamiento que significa que los delincuentes planeen a sus anchas el delito y que haya sectores que reaccionen con satisfacción ante semejante descaro. Que lo ignoren o, tácitamente, lo apoyen.

Laberinto

La manera como se desarrolla la investigación del atentado del 4 de agosto en la Av. Bolívar, de los insólitos aspectos del mismo, de sus particularidades, ha generado graves discrepancias en el campo opositor. En principio se cuestiona la precipitada decisión, inconsulta, de dudar de lo ocurrido y atribuirlo a un montaje del gobierno, ya que los testimonios surgidos en la propia oposición -y de comunicadores antichavistas en el exterior-, así como de dirigentes del sector que confirman que sí se trató de una acción destinada a asesinar al presidente Nicolás Maduro y a cuantos se hallaban en la tribuna presidencial ese día, deja muy mal parados a sus voceros que mantuvieron la versión contraria…

La participación del gobierno de USA -no se sabe a qué nivel- en el intento frustrado de magnicidio, es algo que se analiza a través de diferentes enfoques. Uno, por ejemplo, considera que fue absoluta. Que prestó una considerable ayuda en la preparación del atentado. Otro enfoque, basado en fuentes acreditadas en Washington, señala que en esos medios se recomendó actuar con cautela, debido a que desconfían del conglomerado opositor, tanto en Venezuela como en el exterior. Consideran que en su seno existe una verdadera anarquía que compromete el resultado final de cualquier operación…

En ese sentido se habla de la inquietud que existe en los servicios secretos de los EEUU por el peligro que significa involucrar al país en delicadas operaciones políticas que no estén debidamente controladas y quedan en manos de personal inexperto…

Excelentes los programas de Zurda-Conducta por el Canal 8. Los muchachos y muchacha están haciendo un trabajo periodístico que demuestra capacidad, sentido crítico y, al mismo tiempo, humor y visión optimista del país. Tanto los videos como los comentarios son de primera…

El Comando Sur de los Estados Unidos aumenta su área de presencia militar en la región con diversas actividades que incluyen intercambios y preparación de componentes militares de diferentes países, siendo Panamá uno de los centros seleccionados. La finalidad de los ejercicios es fortalecer la cooperación regional y multinacional, con una clara orientación política, a los fines de prevenir cambios sociales y frustrar avances del movimiento popular. Esta coordinación incluye al Secretario de Defensa de los Estados Unidos (Pentágono), James Mattis, quien acaba de hacer una gira por la región. ¿Qué presagia estas actividades? ¿Más tormenta sobre Venezuela?…



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José Vicente Rangel

Periodista, escritor, defensor de los derechos humanos

 jvrangelv@yahoo.es      @EspejoJVHOY

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