Quien está detrás de Nosotros

La manera ciertamente higiénica como en su más reciente artículo, El Vecino Artero (http://www.panorama.com.ve/opinion/-El-vecino-artero-por-Jose-Vicente-Rangel-20180205-0052.html) el periodista J. V. Rangel maneja las tirantes e históricas relaciones entre Venezuela y Colombia, resulta una manera bastante profiláctica de abordar y hacer con responsabilidad distancia de las pestilencias que a diario emanan de la oligarquía neogranadina y sus principales medios de comunicación.

Verdaderos maestros en el acostumbrado arte del engaño y los "falsos positivos", no solo capaces de hacer que un conejo saque de una zanahoria un mago sino la de acusar de delitos de lesa humanidad al gobierno venezolano por haber dado de baja en una operación comando a siete insurgentes alzados en armas, procedimiento donde también perdieron la vida producto del enfrentamiento y por armas de guerra dos efectivos policiales mientras otros diez salieron heridos (sin decir que el cabecilla meses atrás había secuestrado un helicóptero que utilizaría para abrir fuego de ametralladora y granadas a dos instituciones públicas del gobierno, y posteriormente, en otra operación, sometería incluso un puesto militar en la que sustrajo todo el parque de armas, contentivo de 26 fusiles AK-103); generaron tal alboroto mediático mundial que el compungido Santos, famoso por sus actuaciones que bien le valieron un "Óscar" de la Paz en el año 2016, ni siquiera hasta el momento se le ha emplazado asumir una verdadera investigación tras los hallazgo de La Macarena, departamento del Meta (al centro de Colombia), donde más de 2.000 fosas clandestinas fueron descubiertas, y que lugareños  implican directamente al Ejército Colombiano por estas, a todas luces, ejecuciones extrajudiciales.

Cabe destacar que antes de la llegada del comandante Chávez al poder los gobiernos de la "Cuarta" en Venezuela también se jactaban de mantener una "alfombrita" en el propio vestíbulo de la Casa Blanca. Lo que les permitía, como los buenos "cachorritos" del presente, mover la "colita" para mantener lubricado el intercambio estratégico de petróleo a cambio de una buena ración de "perrarina".

Tratamiento que no resultaba igualmente generoso para la oligarquía bogotana, suficiente con decir que por aquellos años sus conocidos nexos con la producción y tráfico de drogas le valía ser considerada y tratada vergonzosamente como la "oveja negra" de todo el continente.

Su cuestionada reputación y el significativo hecho de estar prácticamente sitiada por la Guerrilla, producto de una guerra civil intestinal a causa de una infernal política de exclusión, la convertía en una amenaza real sobre todo para Venezuela, y más para el estratégico y sacrosanto suministro de petróleo a EE.UU. Lo que sin vacilación alguna obligó a Reagan a la urgente decisión de vender 24 F-16 a Venezuela (que para aquel momento era la indiscutible "joya de la corona" de la aviación militar gringa). Mientras Colombia, mancillada en su honor, no le quedaba más remedio que conformarse con prohibir la transmisión de la afamada serie policíaca Miami Vice por alegar que insultaba la sociedad colombiana, involucrándola con los carteles de la droga.

Varios años han pasado y a pesar de que Colombia ha diversificado y aumentado su producción de Cocaína al punto de ser el más seguro proveedor de Droga hacia los EE.UU. (suministrando el 92% que de manera enfermiza requiere ese país) no sería después que los capitales provenientes del nauseabundo mundo de la droga le permitiría a este coloso pero viciado país del norte sortear la peligrosa "burbuja financiera" por la que atravesó en el 2008, que se inauguraría una nueva y estratégica relación entre ambos.

Si bien este "salirse del closet" a nadie tomó por sorpresa, este verdadero y desvergonzado espaldarazo al inframundo de la droga que EE.UU. viene brindando a partir del público idilio o concubinato con Colombia, no sólo le permitió el pragmatismo de imponer sus 7 (siete) Bases Militares en este territorio, sino asegurarse y reclutar para sus inmediatos planes expansionistas (contra Venezuela) en la región los temibles y desalmados servicios de los ejércitos de la droga y el paramilitarismo, a cambio de retribuirle que ningún organismo nacional o internacional los investigue o juzgue por delito alguno, incluyendo los de Lesa Humanidad.

A pesar de que colateralmente provocaría nuevas y más cancerígenas úlceras a la ya de por sí maltrecha y enfermiza sociedad neogranadina. La completa impunidad y libertad de operación y acción en la que actúan en Colombia estas verdaderas hordas, sobre todo en aquellas regiones donde la FARC-EP se replegó, vienen generando verdaderos horrores en una sociedad totalmente sumida en la más terrible y premeditada orfandad.

La revista Semana ( http://www.semana.com/nacion/articulo/trasladan-a-rafael-uribe-noguera-a-la-carcel-de-valledupar/556178) en un revelador artículo sobre el paradero final de Rafael Uribe Noguera, acaudalado sujeto digno representante de eso que llaman el Jet Set bogotano, que bajo los efectos de la droga y el alcohol violó, torturó y asesinó por estrangulamiento una niña indígena de sólo 7 años de edad, y luego que su acaudalada y poderosa familia afanosamente trató de burlar la ley mediante oscuros procedimientos en los que uno de los principales testigos terminó "suicidándose", resulta solo un miserable y bochornoso caso que más por habérsele escapado de las manos a la "justicia" colombiana pudo lograr que una familia de escasos recursos económicos obtuviera la increíble hazaña de no dejar impune el abominable crimen de su hija.

Al inmediatamente trascender la noticia, incluso internacionalmente corrió como pólvora, no hubo tiempo de silenciar este aberrante caso, con lujo de detalles se conocía la manera como a diario operan prácticamente en completa flagancia los sinuosos hilos del poder, y el completo estado de indefensión que presenta la inmensa mayoría de la población colombiana ante la pretensión de una clase social que se cree la dueña de Colombia, y que como tal rige los destinos en aquella nación.

Situación que por ser suficientemente conocida y llena de hastío causó el inmediato y furioso repudio generalizado. El escándalo había logrado apoderarse de las calles, y era necesario a la brevedad calmar los ánimos de una sociedad que expectante tarde o temprano deberá despertar de la pesadilla que le tienen obligada ha padecer. (Abominable realidad que sin embargo algunos desquiciados en nuestro país atesoran y ponen de ejemplo para Venezuela).

Sólo gracias a que este crimen afortunadamente logró conmocionar verdaderamente al mundo definitivamente obligó a las autoridades colombianas encarar con severidad a este demoníaco sujeto. Pero lo que más alarma de este artículo es la ilustre galería de monstruos que "adornan" tan macabro recinto donde le tocará ir a saldar las cuentas a este sujeto y su conocido y viciado temperamento homicida. Este verdadero Salón del Horror, la Cárcel coloquialmente conocida como "La Tramacúa", bien permite dar ideas sobre el precio y lo que realmente significa para Colombia, y su población, la enfermiza insistencia por parte de su oligarquía política obligarla ha convivir bajo el lucrativo pero igualmente aberrante mundo de la droga y el narcotráfico.

"Luis Alfredo Garavito, perseguido por años por violar y/o asesinar a por lo menos a 175 niños". "Luis Gregorio Ramírez, mejor conocido como el monstruo de la soga. En cinco años, este asesino en serie torturó y asesinó a 60 personas. Las víctimas fueron hombres entre los 19 y 30 años de edad que eran primero engañados, para luego ser torturados y asesinados, siempre con la misma técnica. Al principio los asfixiaba hasta que perdieran el conocimiento. Una vez se despertaban, las víctimas se encontraban en medio de una compleja red de nudos en donde sus piernas estaban conectadas con su cuello: después de horas, los moribundos no lograban sostener sus piernas en el aire de manera que morían asfixiadas por la presión de la cuerda. El macabro asesino los observaba sin clemencia, mientras morían lentamente. Por todos sus crímenes le dieron 58 años de cárcel". "Manuel Octavio Bermúdez, conocido como el Monstruo de los cañaduzales, quien fue sentenciado a 40 años de prisión por el asesinato de más de 50 niños en Pradera, Valle del Cauca, y sus alrededores", "Carlos Sánchez, conocido como el Lobo Feroz. Este hombre fue capturado en Venezuela y es solicitado en extradición para que responda por la violación de 500 niños, que fueron usados como parte de una red de prostitución infantil por internet".

El único célebre personaje que ha pisado y salido de ella en "un abrir y cerrar de ojos" es aquel apodado "Popeye", lugarteniente y jefe de sicarios del todavía temido narcotraficante Pablo Escobar, y sus más de 200 confesadas muertes, y que ahora a pesar del horror causado en la población colombiana se da el postín y el agravio de celebrar su excéntrica y llamativa libertad desde las redes sociales. Definitivamente evidenciando que su sistema de justicia se encuentra totalmente corrompido y en franca putrefacción.

No permitiendo que el morbo se apodere de nuestras preguntas dos me son obligadas realizar: (1) qué tiene tan ocupado al gobierno colombiano para que estos sanguinarios homicidas desarrollen y adquieran tal nivel de destreza y experiencia. Cómo pueden por tanto tiempo burlar la justicia y prácticamente convertir en presas de cacería o en trofeo a ciudadanos colombianos. Tan dilatada suelen ser sus hazañas y tan increíble el número de víctimas que incluso llegan a sofisticar y profesionalizar su técnica. Incluso superando la volátil imaginación de autores cinematográficos que han quedado en "pañales" por el horror evidenciado. (2) Será porque la mayoría de los colombianos y las colombianas, como así sucedió con las que permanecen olvidadas en la Macarena, por no pertenecer a una clase acaudalada y "carente de valor, importancia o prestigio" no merecen respeto ni justicia. Y a medida que pasa el tiempo, cuando por fin los alcance la desgracia, se irán apilando por millares en la conciencia de un país que se ha transformado en una verdadera fosa común para quien no es rico o narcotraficante. 



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Waldo Munizaga


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