Suele decir un viejo proverbio griego que "aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco..." sentencia que pareciera recaer de manera apocalíptica sobre los EE.UU., por su demencial y sanguinario prontuario.
Quien además no por casualidad terminó siendo "blanco" principal de las punzo penetrantes advertencias que realizara el presidente Vladimir Putin en su mensaje dirigido a las dos Cámaras de la Asamblea Federal, donde en detalle exponía la enorme versatilidad y nuevo poderío que ha alcanzado su renovada tecnología militar. Además que buena parte de este arsenal prontamente estará en posesión de sus fuerzas armadas.
Poderío y tecnología que seguramente debió haber dejado, por lo menos, "locos'e bola" a quienes más temprano que tarde deberán responder por la misma despiadada ley de su actuar, no acabando precisamente a "sombrerazos".
Misiles a propulsión atómica y que pueden llegar a cualquier distante lugar de nuestro globo terráqueo, incluso capaz hasta de "juguetonamente" cambiar de curso para evitar radares y todo lo que le impida dar en el "blanco", incluso con la capacidad de transportar ojivas nucleares.
Armas hipersónicas tan letales como precisas, así como fulminantes láser de uso militar. Armas que por la factura de su innovación difícilmente podrían ser repelidas efectivamente. Además que por su bajo costo podrán estar a disposición y en operación de inmediato por sus aliados, estratégicamente apostados alrededor del mundo.
Este serio y oportuno "tate quieto" enviado por Putin también coincidió con las airadas protestas del gobierno chino al gobierno gringo por promover una secesión en Taiwán.
Incluso enfáticamente expresando: "el descenso a los infiernos es fácil". Conflicto que se pudiera desencadenar de un momento a otro por la manera porfiada como el gobierno de Trump insiste en querer "soplarle el bisteck" con esta importante y estratégica isla de la China meridional.
La carrera armamentística nuevamente ha entrado en "calor" y a pesar del evidente y catastrófico peligro que ella supone, lamentablemente, resulta una necesidad asumirla por la demencial actitud como se viene comportando el gobierno de Trump.
A pesar que el poderío militar gringo aún resulta una amenaza real y considerable, la manera decidida como Rusia y China logró renovar y en muchos casos superar su potencial bélico, los años dorados en los que se pavoneaba de ser la Matón más Poderoso del globo terráqueo, afortunadamente, quedó en el pasado.
La bulliciosa merma que en materia militar viene reflejando resulta increíble (ya que en materia económica hace rato le aplicaron el bochornoso "quítate tú"). El desquiciamiento ha sido tal que de "cantina en cantina" ha venido sumando palizas. El importante derroche de su arsenal, sobre todo en el Medio Oriente, entregándole poderosos arsenales a cuanto loco con trapo en la cabeza le jure sembrar el terror, y Rusia aniquilándolos, dentro de poco le hará una definitiva mala pasada.
A pesar que recientemente el Senado de ese país "urgió" al gobierno de Trump a realizar nuevas negociaciones con Moscú, en latinoamérica sus incondicionales "cachorritos" no solo le juran incondicionalidad buscando dar un "salto al vacío" con la locura de invadir Venezuela, sino que juegan su propia "ruleta rusa", convencidos que la discutible gobernabilidad que mantienen en sus países les alcanzará para que sus respectivos pueblos asuman la locura de enfrentar una guerra con un país latinoamericano como el venezolano.
Si algo está convencida y segura Rusia es sobre la seguridad que debe dispensarle al socio-aliado más importante que tiene en la región. Y aún cuando, a diferencia del gobierno gringo, su política exterior no es la de "perro fiero amarrado", sabe bien que en el momento más oportuno debe (cual Oso) sacar sus garras. Así lo expresó de manera manifiesta y amenazante en su Discurso.