Nos hiere lo que acaba de pasar en Brasil, no porque se monte un gobierno de la ultraderecha sino el gran peligro de una guerra contra Venezuela de ese señor que se ve que tiene más agallas que Duque por su perfil de fascista. En este momento se siente poderoso, el Pentágono, la OTAN, la OEA y la Unión Europea lo celebra porque vamos a perder definitivamente un gran país aliado que pueda ser usado como operador de conflictos intrefronteras.
Hoy todo el mundo entre llantos y alegrías analiza lo que pasó en Brasil. La intención del voto parecía a favor del candidato Fernando Haddad que reemplazó a Lula Da silva, aunque las encuestas le daban ventaja a Jair Bolsonaro y así fue; un 55.49% al ala Ultraderechista y un 44.51% al ala popular y de izquierda. Análisis los hay de todo tipo como favoreció el voto religioso evangélico como los sectores de clase media, alta, empresarios, etc. mientras los sectores populares que son mayoría un 20% se abstuvieron y el resto no pudo lograr el triunfo.
Comienza las excusas y la distribución de las culpas; sabemos que el PT queda muy golpeado como partido popular que gobernó ese país por 10 años donde ahora pasa a la oposición por ley ay que lo que antes tenían como gobierno es una dictadura, esta vez no porque se realizó unas elecciones libres y democráticas aunque la campaña de la oligarquía fue muy manipulada tanto en los sectores protestante como en las redes sociales. Nadie hasta ahora ha gritado fraude, que de seguro lo habría pero como la ventaja fue de 10 puntos no hay que chillar, no se le puede a Bolsonaro negar el triunfo.
Uno cuando ve estas realidades que tratamos de entender como que un pueblo sometido por una dictadura terminan la mayoría electoral dándole el apoyo a un hijo de la misma dictadura, es decir la misma clase política que buscó fórmulas de ir eliminando políticamente al liderazgo social como Lula y Dilma y que está en amenazas el actual candidato perdedor.
Razones de la derrota; la campaña de la derecha señalando a todo dar la corrupción en el gobierno de Lula y Dilma teniendo al Partido de los Trabajadores como el centro de la crítica; y es aquí donde me quiero detener. Uno no se explica como un gobierno progresista, porque no podríamos decir socialista, debido a que éstos llegan al poder y ves de transformar radicalmente el Estado, sus estructuras políticas y económicas a favor del Pueblo terminan es con los pañitos calientes de la Reforma.
Es que no tomaron el ejemplo de Chávez de transformar la nación, de llamar al poder constituyente y crear un nuevo piso jurídico, un nuevo pacto social que integre a todos por el país, de liberar a la nación de estructuras que mantiene a las mayoría en la pobreza y el atraso, y todo eso que aquí hemos superado gracias al poder constituyente que está muy vigente y activo hoy.
Los gobiernos de Argentina, Brasil, Paraguay, Ecuador y hasta la misma Nicaragua quieren seguir gobernando como híbridos con ambos sistemas; el capitalista y el socialista sin ir a fondo de los cambios estructurales, pensando que pueden eternizarse en el poder.
Quedó demostrado que la oligarquía que conoce bien sus constituciones, sus vicios y sus leyes se han dado a la tarea estar en la retaguardia derrumbando paso a paso todos estos gobierno donde aún permanecen el de Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia, el resto lo hemos perdido a causa de la desconfianza en los sectores que apoyaron en su momento estos proyectos de liberación y progreso a causa de la corrupción, la falta de eficiencia plena en la gestión, la no formación ideológica y de conciencia como las divisiones internas de los partidos y hasta movimientos sociales.
Tratan de gobernar con las armas blindadas del capitalismo, con las mismas estructuras, con las mismas leyes como si eso fuera más que suficiente. No lo hicieron, no vieron más allá de las buenas intenciones y de la confianza popular conociéndose a fondo que la derecha cuneta con armas poderosas como los Medios de Comunicación, el ejército y la economía.
Ejemplo máximo de todo lo contrario ha sido nuestra revolución, gracias a Chávez que apenas logrando un gran triunfo popular llama a un proceso constituyente cuando en esa época no sabíamos qué era eso, pero asumimos y hoy tenemos una de las mejores constituciones del mundo, se ha ejercido mucho de su articulado, se ha concienciado al Pueblo de las nuevas formas y de las estructuras nuevas que se buscan imponer.
En nuestras narices fueron socavando los gobiernos progresistas y ahora se busca acabar de una vez por todas con sus líderes originarios como Rafael Correa, Cristina Kisner, Lula, Dilma, Lugo, Ortega y hasta Maduro, aunque lo hicieron con Chávez asesinándolo. En menos de 15 años nos dejamos arrancar los pueblos, el gobierno por nuestros monstruos internos, nuestros corruptos, la complicidad, la ineficiencia, la desconexión con el pueblo, etc. hábitos y costumbres culturales del capitalismo donde no terminamos de convencer al electorado que somos la alternativa, la esperanza, el cambio radical y permanente.
Uno se sorprende como la derecha se nos coló hasta con traiciones como le sucedió a Rafael Correa con Lenin, grosera traición de ese señor que en nombre de la revolución está acabando con la misma. Ciertamente ganamos un nuevo país México confiando en que el hombre no se desvíe, sea débil y se lo trague el estructuralismo, sino que realmente sea la esperanza liberadora de un Pueblo, ahí tan cerca de los Estados Unidos y esperemos que de Dios también, pero perdimos a un gigante como el Brasil.
Recordemos y seamos sinceros en el análisis el porque la mayoría electoral en el Brasil le da el triunfo a un representante del fascismo y la ultraderecha, qué le espera a Brasil es realmente incierto, eso se verá en la ejecución del gobierno en sus primeros 100 días. Ya me imagino a la derecha venezolana viajando al Brasil.
Pongamos nuestras barbas en remojo porque Venezuela es la corona de oro que aspira la ultraderecha, por eso se ha enfocado en debilitar nuestro gobierno, socavar la revolución, desmoralizar al pueblo en lo económico donde realmente ha golpeado. Tenemos esos monstruos internos en ciertas pero pequeñas divisiones, una constante corrupción, sorprendentes traiciones, etc. Las próximas elecciones de Concejales son muy importantes porque calibran el ambiente del apoyo popular al chavismo que pudiera ser vinculante con las elecciones posteriores de la reforma de la constitución.
Es bueno que vayamos observándonos muy bien: hasta dónde la corrupción revelada por el excelente fiscal Tarek William nos salpica y pueda ser usada por la ultraderecha como lo hicieron en el Brasil en la campaña tomando como discurso la anti corrupción. También debemos estar muy pendientes con respecto a la hiperinflación, el alto costo de la vida inducido, y todos estos males económicos que parecen no detenerse; lamentablemente el pueblo no suele ser muchas veces claros ideológicamente que puedan terminar mañana votando en contra de ellos mismos.
La perdida por la vía democrática del Brasil manda muchas señales a todos, o seguimos dividiéndonos, traicionándonos, acusándonos, corrompiéndonos, siendo ineficientes y burócratas, etc. todo eso contrario al socialismo real. Nuestro proceso debe ser un ejemplo inmaculado, participativo, ético, unido, honesto, sincero, vinculado estrechamente con el pueblo, eficiente, creativo, renovador, eficaz, radical, amoroso, entregado, etc. y etc. para que la Ultraderecha no tenga de dónde agarrarse para sembrar la duda, la desesperanza, la desilusión porque si perdemos este proceso será peor que haber perdido a nuestro gigante Chávez porque le estaríamos traicionando.