Fue el verdadero mensaje del reciente discurso de Trump a propósito de sus intenciones y desespero por entrar en territorio venezolano.
No es nuevo ese miedo. En 1991, Margaret Thatcher dijo:
"La URSS es un país que supone una seria amenaza para el mundo occidental. No me estoy refiriendo a la amenaza militar. Estoy hablando de la amenaza económica. Gracias a la economía planificada la URSS logró alcanzar altos indicadores económicos. Si añadimos a esto los enormes recursos naturales de los que dispone, son más que reales las posibilidades que tiene de expulsarnos del mercado mundial".
Continuó confesando: "por eso siempre hemos adoptado medidas encaminadas a debilitar la economía de la URSS y a crear allí dificultades económicas. Por desgracia y pese a todos nuestros esfuerzos, durante un largo período, la situación política en la URSS siguió siendo estable."
El actual inquilino de la Casa Blanca y vocero de los grandes capitales repitió sin descanso que el socialismo es sinónimo de miseria. Es tanto el temor que lo invade que prometió a los norteamericanos que "jamás habrá socialismo en EEUU".
Temen a un modelo que a pesar de que apenas transita hacia la igualdad, logró disminuir desde el 2003 la pobreza extrema y estructural en 67% (en 2003 era 13,2%, hoy es 4,3%), la tasa de mortalidad infantil en 64%, la desnutrición de menores de 5 años en 24%, permitió erradicar el analfabetismo en Venezuela, entre otros.
Les aterra un modelo que habiendo sido sometido a todas las pruebas de sabotaje y a pesar de habernos generado pérdidas alrededor de US$ 130 mil millones en los últimos 5 años, con bloqueos financieros, embargos comerciales y ataque a la moneda, Venezuela sigue siendo, según la CEPAL, el país menos desigual de la región, distribuye alimentos a 6 millones de hogares, construye más de 2,5 millones de viviendas, no ha cerrado una sola escuela ni hospital, el 100% de los viejitos reciben su pensión.
No es el socialismo la causa de lo que ocurre en Venezuela, por el contrario ha sido justamente este modelo que coloca en el centro al ser humano y no a los capitales el que ha permitido resistir ante los enormes esfuerzos encaminados a derrocar la revolución bolivariana. Profundicémoslo, es el momento.
Por cierto, el miedo es libre.
Tomado de: Últimas Noticias