El presidente Trump está muy agobiado y hasta perturbado. Y como suelen decir entre mi gente, porque soy de esta gente, llena de vicios y defectos, pero es la que tengo, "no es para menos".
Al odiado presidente de Corea del Norte, el hijo de quien fue antes gobernante e hijo del también gobernante desde los tiempos de aquella guerra, de la cual nunca se me olvidó el paralelo 38, le ha tenido que prestar atención y hasta reunirse con él por eso del agobio, pese su racismo y odio. El gobierno coreano, por el cual nunca he tenido mucha simpatía, sobre todo por aquello relacionado con el poeta y militante izquierdista Alí Lameda y sus otras prácticas, ha mostrado tener inmenso poder de fuego. Y pareciera cierto, pues lo confirma la conducta de Trump, estaría en capacidad de dejar caer sus misiles nucleares hasta en el centro de Nueva York, como dice con demasiada frecuencia y eso asusta y preocupa a cualquiera y, más tratándose que quien aquello dice es Kim Yong-un, hijo Kim Jong-il y nieto de Kim II sung. A quien, según la creencia de mucha gente, hasta de los coreanos del sur, que al fin accedieron a hacer las paces con sus vecinos y tratarse como lo que son, hermanos, no se le agua el ojo ni se asusta fácilmente.
Pero las tribulaciones de Trump no terminan allí, en ese asunto tan espeluznante. Dentro de su propio país le acosan con demandas de todo tipo como por acoso sexual, por lo que ha tenido que pagar a unas cuantas mujeres para que callen o retiren sus demandas. Por espionaje y hasta triquiñuelas electorales. Y de sus antiguos aliados y servidores más de uno ha terminado en la cárcel por haber mentido para favorecerle, quienes viéndose abandonados a su suerte le han denunciado, mientras él se hace el loco y otros contra él reaccionan por sus malos manejos en la política y hasta lo militar. Recientemente se apresuró a destituir a su más alto jefe militar antes este le renunciase por sus persistentes errores y patetismo. Pareciera que al "pobre" de Trump de verdad le persiguiera aquella predicción del cineasta Michel Moore, compatriota suyo, según la cual por loco no terminaría su período.
En estos tiempos, en buena medida, por eso del odio y el racismo que le agobian, lo que es un componente muy explosivo, contra estos pueblos "de mierda" como nos califica, ha estado empeñado en construir un muro impugnable e impenetrable entre México y su país. Uno más largo y alto que aquél que separaba las dos partes de Berlín y que tanto dio que hablar. Se trata esta vez de un muro de concreto y cabilla, un poco distinto y hasta más cruel que aquel que viene desde el fondo de la historia de cuando le arrebataron al primero la mitad de su territorio y que consiste en considerar a los compatriotas del Padre Hidalgo, Benito Juárez, Pancho Villa y Emiliano Zapata, como inferiores y hasta infra humanos. La vaina se le hizo más obsesiva cuando el hambre y la desesperación que desparrama el bienestar de allá, donde pese éste hay también de aquella, produjo el fenómeno de las migraciones masivas de Centro América, sobre todo de un país donde hay un gobierno aliado suyo, Honduras, hacia allá. Fenómeno que se manifestó dispuesto a contener a como diese lugar, tanto que desplazó tropas hacia la frontera en tanta y hasta más cantidad que las que suelen enviar hacia los países que deciden invadir porque les da la gana. Pero los demócratas que dominan el poder legislativo no están de acuerdo en satisfacerle esa "mala vaina" en la que se ha empeñado y creen que esos reales hacen falta para otra cosa. Por ejemplo, esto lo digo yo, para ayudar a Puerto Rico, su colonia, necesitada de "ayuda humanitaria", desde siempre, pero sobre todo por los efectos del último huracán que lo azotó, donde gran parte de la población, entre otras cosas, carece de luz y agua potable.
En su desesperación por convencer a los demócratas y al público para le den los reales para construir el muro, ha alegado que esa es la puerta de entrada de toda la droga que entra a EEUU, asunto que en verdad poco le preocupa, pues ese es uno de los grandes negocios que financia la economía de su país. Pero la vida es como demasiado cruel y se empeña en ser amarga con Trump. Las cosas como que no le salen como quiere o las planifica con los suyos, para muestra de ello basta el asunto venezolano.
El New York Times, periódico que muy lejos está de ser pro chavista y menos "comunistoide", le acaba de echar dos enormes vainas para seguirle amargando la vida al señor Trump. Primero se encargó de demostrar, videos en manos y explicaciones de sus periodistas, que no fue Maduro y los suyos quienes quemaron los camiones con llamada "ayuda humanitaria" y menos dentro del territorio venezolano sino que fue gente de la oposición venezolana y colombianos lo que provocaron ese siniestro y del lado colombiano. Además, el mismo diario confirmó que dentro de esos camiones no había nada merecedor de ese calificativo de "ayuda humanitaria". Lo mismo que antes dijo la Cruz Roja en Colombia.
En segundo lugar o después, como uno tras otro, el mismo diario revela que en el barco carguero Carlotta, llegado de Buenaventura, Colombia, al puerto de Newwark, en el área metropolitana de New York, se halló un cargamento "de droga" que "dejó particularmente en claro que los puertos de ingreso legales a Estados Unidos siguen siendo el principal punto de cruce de narcóticos ilegales, pese a que el presidente estadounidense Donald Trump afirma que las drogas están pasando por secciones no resguardadas de la frontera sureste para construir ahí un muro." Por las comillas, cursivas y negritas, el lector sabrá que eso lo informo el New York Times. Es bueno resaltar que la pequeña carga es de 1400 kilos de cocaína de alta pureza y provino del territorio colombiano donde gobierna su "pana burda", amigo del alma Duque, no el sucesor de Kim II-Sung, sino de Álvaro Uribe Vélez.
Venezuela, Venezuela, la del petróleo "tan amargo" como cantase el gran poeta Nicolás Guillén, tiene obsesionado a Trump. Todavía no encuentra cómo explicar a los estadounidenses de la derrota sufrida en Siria, pese el temor que le infunde Corea del Norte, que a los suyos derrotó en aquella guerra recién acabada la "segunda mundial", intenta prender una en el sur del continente muy cerca de ellos sin medir exactamente las consecuencias ni siquiera su propia estabilidad. El propio diarismo estadounidense acaba de informar una cosa que poca importancia le han dado, pese establece un precedente importante en EEUU, que un grupo de 16 legisladores, entre ellos Ocasio Cortez, han enviado a Trump un documento en el cual le reclaman por su acción injerencista en los asuntos venezolanos. Y conste que eso no significa, sea sólo ese el número que piensa lo mismo. Nunca antes, por lo menos que sepamos, en la historia del país del norte se había manifestado, en ese nivel y de manera tan numerosa, una manifestación contraria a la diplomacia estadounidense y menos en sus relaciones injerencistas con América Latina. Por ahora, en Venezuela, hasta quedando en evidencia, de lo cual se cuidaban sus antecesores, hasta ha llegado a la "peladera de cables".