Salud Mental Colectiva y Decolonial

Sin soberanía no hay emancipación, ni liberación de los pueblos originarios de Abya Yala

La semana pasada comentamos, si era pertinente o no, que luego de 532 años de Encubrimiento y 25 años de proceso revolucionario bolivariano, que propuso acertadamente para ese momento inicial, sustituir el Día de la Raza por el Día de la Resistencia Indígena, para entonces se promulgó una Ley de Pueblos y Comunidades Indígenas, se han elegido parlamentarios aborígenes a la Asamblea Nacional y creado un Ministerio del Poder Popular para Asuntos Indígenas, estos  logros alcanzados son importantes, pero no suficientes para transitar el camino de liberación y soberanía de nuestros pueblos originarios,  algo “encubre” esa categoría de “resistencia indígena”, diría nuestro Libertador Bolívar ¡Acaso no bastan 532 años de resistencia!, no será que en la dialéctica de los contrarios, los anti-Patria, los anti-aborígenes, han subsumido a los patriotas que han debido contribuir a construir Soberanía de los Pueblos originarios de Abya Yala, ¿Se cambiaron de bando?, ¿Se les olvidó la Misión encomendada de luchar por la emancipación de nuestro pueblo, incluidos nuestros hermanos originarios?

Si revisamos la realidad de los pueblos originarios de Abya Yala, siguen en resistencia sin ser oídos, menos tomados en cuenta, por gobernantes calificados de progresistas, de izquierda, veamos lo que está sucediendo con el pueblo Mapuche en Chile, lo que sucede en Guatemala, Salvador, Honduras, en México y con las más de 40 o 50 etnias existentes en nuestra Patria; ni que pensar de gobiernos libertarios de derecha y ultraderecha, cuyas “batallas culturales” las resuelven rápida y exitosamente, los obstáculos que representan esos “pueblos y comunidades aborígenes”, que sobran según sus cálculos demográficos y maltusianos, que se  mueran de hambre, enfermedades prevenibles o hartos de plomo, al fin y al cabo, esos gobiernos se comportan como herederos de José Ginés de Sepúlveda, para quien los “aborígenes del nuevo mundo” , había que matarlos, porque eran animales sin alma y mucho menos tenían razón” esa es la subjetividad, que ha sido inculcada en nosotros como pueblo, respecto a los hermanos originarios por el orden político, la formación y el conocimiento académico, los medios masivos de comunicación y más recientemente las redes sociales, lograr una subjetividad personal y colectiva alienada ideológicamente. Mediante la colonialidad como patrón ideológico y cara oculta de la modernidad europea y anglosajona, diferenciadora, subalternizadora e inferiorizadora de todos los pueblos del Sur Global y en particular las minorías de los pueblos y comunidades aborígenes. 

Desde nuestra posición como República Soberana del Sur Global, tenemos que tener presente en nuestra conciencia, que tenemos una impronta histórica desde 1.492, fuimos y somos pueblos conquistados, colonizados, colonializados, mediante la imposición de una cultura, religión y lengua, extraña a nuestra ontología, por lo que debemos revisar, repensar, construir colectivamente desde una perspectiva decolonial e intercultural las acciones políticas estratégicas y Políticas Públicas desde los gobiernos, para contribuir a la autonomía, autodeterminación de los pueblos originarios, que con la aparición de los Estados-Naciones modernos, quedaron incluidos y a la vez excluidos de la protección de ese Estado-Nación moderno, recién constituidos en territorios que ancestralmente eran pueblos originarios y pluriétnicos; que a pesar de existir una legislación supranacional del Sistema de Naciones Unidas (ONU) de fiel cumplimiento por todos los países que integran, existe un flagrante incumplimiento de dichos instrumentos jurídicos por la mayoría de los Estado-Nación modernos, que cuentan en su territorio con pueblos y comunidades aborígenes.

El impacto de la conquista, colonización y colonialidad en nuestros pueblos originarios ha generado: a) Traumas coloniales por la imposición de creencias, valores y prácticas extrañas a dichos pueblos, que resultaron en alienación de las culturas originarias, en sus prácticas lingüísticas y religiosas; b) Desestructuración del tejido social, de formas y organizaciones comunales de vida, convivencia, cosmovisión y espiritualidad, que indudablemente impactó y sigue impactando la salud comunitaria de dichos pueblos; c) Imposición de una mirada sobre la vida, la salud, la organización y convivencia comunal de conquistadores y colonizadores, imponiendo sus saberes y conocimiento, sin respetar los saberes y prácticas de vida, salud y curación ancestrales; d) Un sistema económico colonial de trabajo forzado a través de la mita, la encomienda, pasando de una economía autosustentable originaria, a una economía de explotación de la naturaleza y pueblos originarios; e) Persecución de la espiritualidad y religiones originarias, con la imposición del cristianismo, que dañó, invisibilizó y subalternizó las cosmovisiones, religión y lenguas originarias; f) Deshumanización y pérdida de identidad cultural, por la violencia, esclavización, no reconocimiento como seres humanos, subalternización e inferiorización, afectando la dignidad  de dichos pueblos; g) Alienación cultural profunda por imposición de una lengua, religión y cultura ajena, lo que causó una ruptura en la transmisión de sus saberes y formas de vida comunales ancestrales a su descendencia; h) El genocidio, etnocidios, epistemicidios y saqueo cultural, que causó y sigue causando un trauma en la subjetividad transgeneracional hasta nuestros días.

Ante tales consecuencias coloniales destructivas y violentas, los pueblos originarios para sobrevivir biológica y culturalmente, han recurrido a la “resistencia y resiliencia”. Resistencia cultural y espiritual, tratando de mantener la integración vida, cuerpo, espiritualidad y naturaleza de sus diversas cosmovisiones, de igual manera resiliencia comunitaria a través de la cohesión étnica, la colaboración y solidaridad comunal y manteniendo la unidad como pueblos. La resistencia y resiliencia aborigen ha mantenido a lo largo de los 532 años del Encubrimiento de 1492 mediante: a) Lucha constante por la lengua, la culturas ancestrales y territorios autónomos; b) Actitud de resistencia como respuesta al genocidio, etnocidio, epistemicidios y todos los “…icidios que se nos ocurra”; c) Proteger la identidad cultural, resguardar la naturaleza “pacha mama” y la conservación territorial; d) Como método de lucha ante los Estado-Naciones modernas e invasoras, la resistencia y fuerza física, la protesta, además de uso de instrumentos legales, porque ha sido un conflicto permanente entre los pueblos aborígenes que no conocen de fronteras y exclusiones, de allí nace la necesidad de una legislación nacional e internacional, para los pueblos originarios, que son los auténticos pobladores y defensores de la naturaleza y territorios donde se han desarrollado sus vidas ancestrales, que en la repartición arbitraria de los Estados-Naciones modernos creados, los pueblos y comunidades aborígenes, no fueron consultados y han sido sometidos a una situación dilemática de inclusión/exclusión;  e) Han demostrado resistencia activa frente a la violencia activa y el desplazamiento forzado de sus territorios; f) Han mantenido su liderazgo comunitario, siempre guiados por sus Consejos de Ancianos; g) Es una resistencia legítima, pero de resultados no propuestos, ni esperados, por ello, hay que repensar la resistencia más allá de la fuerza, constancia y persistencia, la lucha, resistencia y resiliencia, tienen que tener como horizonte político y meta, la soberanía, autonomía y auto determinación como pueblos, sustentada en Declaraciones Internacionales, Convenios, Pactos internacionales, Protocolos entre otros instrumentos jurídicos de la Organización de Naciones Unidas (ONU) de estricto cumplimiento por los Estados-Naciones modernas que la integran. 

En el horizonte político y sentido estratégico soberano de los pueblos originarios, es necesario develar: a) Su existencia territorial anterior a los Estados-Naciones modernos, por lo tanto su soberanía como pueblos autónomos y autodeterminados política, económica y socialmente, debe ser respetada; b) El derecho a tener sus propios gobiernos y poder negociar en condiciones de igualdad, respeto, justicia y sin exclusiones con los gobiernos de los Estados-Naciones modernos, con base al cumplimiento de las legislaciones nacionales e internacionales; c) Mantener el control y la permanencia de sus territorios; d) Su soberanía sobre los territorios originarios y ancestrales, les da derecho y capacidad de decidir sobre la protección de la naturaleza y sus territorios, según sus usos y costumbres; e) Promover pactos de gobernanza territorial, porque históricamente la conquista, colonización y actualmente la colonialidad, afecta su soberanía al ,imponerles fronteras y estructuras de poder ajenas a su organización comunitaria, organización política y formas de convivencia ancestrales; f) La resistencia es un medio para alcanzar la soberanía de pueblos y comunidades aborígenes que les garantice el desarrollo pleno en armonía con su identidad ancestral; g) Difusión masiva de Declaraciones, Protocolos, Pactos Internacionales, cuyo propósito es  garantizar la reparación histórica en lo político, económico, lo social como propiedad de la tierra y lo cultural, para lograr un reconocimiento y legitimación soberana.

Finalmente, todo lo narrado hasta acá ha tenido un impacto negativo en los pueblos y comunidades aborígenes en sus pobladores, la conquista colonización y colonialidad han provocado: a) una experiencia devastadora masiva en la vida, la salud, la espiritualidad y subjetividad; b) No solo afectó el entorno físico y social de los pueblos y comunidades aborígenes, sino que colonizó y aún colonializa sus subjetividades -en artículos anteriores, categorizamos  la salud mental colectiva y decolonial, como el encuentro entre tres grandes subjetividades, la subjetividad del ser humano, la subjetividad del amor como calidad y cantidad de interacciones, relaciones sociales, vínculos afectivos, la subjetividad del tener condiciones materiales de vida digna y un estar territorial de calidad y eficiencia en la convivencia comunal y los servicios públicos básicos, necesarios, suficientes y eficientes- que nos permitan un bien-estar de integración social, de felicidad convivencial y de satisfacciones materiales, que nos alejen del mal-estar como poca integración social dificultades y pobreza de interacciones relaciones sociales y vínculos afectivos e insatisfacción por necesidades  materiales no satisfechas y un estar convivencial con dificultades y poca armonía. 

Con la categorización de salud mental colectiva que hemos descrito, solo falta acotar, que el conquistador construyó una imagen de los aborígenes como “otro” no reconocido como igual, sino subalternizado e inferiorizado, como mecanismo ideológico de falsamiento e encubrimientos del otro y el nosotros originario, para dominar políticamente a través de una falsa conciencia, imponer cognitivamente conocimientos, como los únicos, verdaderos y universales en contraposición a los saberes ancestrales como pluriversos, verdaderos y validados por vivencias y experiencias milenarias, que pueden contrastarse mediante “encuentros de saberes” sin descalificaciones, subalternizaciones e inferiorizaciones, de igual manera la subjetividad de los aborígenes, fue alienada ideológicamente como infrahumana, improductiva, idolátrica, inculta, no científica, borrando colonialmente y echando al olvido histórico, lo que encontraron los conquistadores, colonizadores y evangelizadores en estos territorios, desconocidos para ellos:  civilizaciones avanzadas, culturas, saberes sobre la naturaleza su protección y preservación, salud, agricultura, calendarios para la organización del tiempo humano, organización comunal, pueblos guerreros también, en defensa de sus territorios, fundadores de pueblos, comerciantes y grandes navegantes. 

Una reflexión final, nuestros gobernantes y líderes políticos nacionales, regionales y locales, de diversos colores políticos y matices ideológicos, se han tomado el tiempo para repensar sobre la gran deuda histórica que tenemos con nuestros pueblos y comunidades originarias, más allá de recordar el 12 de octubre como “Día de la Resistencia Indígena”, Solo con resistencia, sin soberanía, autonomía y libre determinación de los pueblos originarios, no será posible su emancipación y liberación.    

 


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Pedro Alcalá Afanador

Doctor en Ciencias Gerenciales - Doctor en Ciencias Sociales - Especialista en Salud Pública - Psiquiatra - Médico Cirujano

 alcalaafanadorp@gmail.com      @alcalaafanadorp

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