Es muy probable que Trump no estuvo de acuerdo con la salida de Bashar Al Assad de Siria. En primer lugar, porque tiene que lidiar con los israelíes que se quieren apoderar de Siria y porque eso genera un desequilibro en la región, toda vez que las naciones árabes harán mucha presión, porque Israel está tomando posiciones importantes estratégicamente, como haberse apoderado de las alturas del Golán, uno de los pocos montes desde donde se puede observar al enemigo a lo lejos. Y, por cierto, ya Israel anunció que la siguiente etapa es la construcción de viviendas allí, con lo que se cumplen aquellos megalómanos planes de apoderarse de todo el medio oriente. Trump sabe que eso será un dolor de cabeza en su primer año de gobierno. No quiere tener problemas con los países árabes, y tampoco quiere que se alejen mucho, porque aparece la mácula de China y de los Brics, que en nada beneficia al Big Brother.
En segundo lugar, porque el poder en Siria quedó en manos de diferentes grupos islámicos fanáticos, que hasta no hace mucho degollaban personas públicamente, y por los que el propio Estados Unidos puso precio sobre sus cabezas, como el caso del propio mandatario que asumió, Mohammed al-Bashir, sobre quien todavía pesa una orden de captura y un rescate de 10 millones de dólares, pero que los asesores de la CIA, le pusieron trajes occidentales y lo llevaron a maquilladores, para darle un rostro de mandatario de una nación. Para que pareciera un presidente de verdad, pues. No obstante, Al-Bashir se enfrenta a otros grupos profundamente radicales y poderosos que cuestionan ese cambio de conducta. Hay al menos 8 grupos importantes: Resistencia Siria, Jaysh al-Muwahhideen, PSNS, PCS, Sootoro, Brigada Al-Abbas, Liwa al-Quds, Guardia Nacionalista Árabe. Estos son los que tienen más prominencia, más tropas y más armas, porque luego vienen una serie de grupúsculos a los que también debe dárseles una cuota del poder, que en el caso de Siria se refiere a petróleo, gas y derivados. Un elemento muy importante y nada desestimable que todo analista se está preguntando: ¿Dónde están los 300 mil soldados de las Fuerzas Armadas sirias? Es un personal entrenado, formado y con una vasta experiencia, y además muy bien armado. A dónde se encondieron, a dónde fueron a parar, dónde se exiliaron, están divididos. Es un personal que cualquier fuerza armada necesita. Algunos se plegarán a algún ejército árabe, pero dónde está el grueso de ese ejército y dónde están sus equipos militares.
Tal situación en esa nación, solo apunta a que, en muy poco tiempo, comenzarán a matarse entre facciones, pues no es un secreto que todos se mantienen con la explotación del petróleo y del gas, que también deben compartir con Estados y con Rusia, y al que Israel aspira una pequeña parte. De modo que Siria es un polvorín que en cualquier momento estalla, y será otro dolor de cabeza para Trump. Él lo sabe.
Trump ha manifestado que quiere que su país regrese a las añoranzas del pasado glorioso, cuando el American Way of life era una realidad, y el mundo entero se rendía a los pies de Nueva York. Acababan de regresar de la Segunda Guerra Mundial y se habían apoderado del mayor botín de guerra del mundo. Con las armas decomisadas a Alemania, Japón e Italia, armaron a más de la mitad de los ejércitos del mundo con aviación, armada, tanques artillería y armas ligeras, que, sumado a todas las riquezas que se trajeron de esos países, tales como oro, minerales y obras de arte, hicieron a ese país más rico de lo que era. De hecho, pagaron sus propios costos de inversión en la guerra.
Trump desea regresar al país cuando Detroit fue la ciudad mundial de las fábricas de automóviles, misma que hace unos años estaban en venta porque estaba quebrada.
Y un tercer problema que también es de vital importancia, es Venezuela. Ya conocemos sus opiniones con respecto a Maduro, aunque algunos senadores de su equipo íntimo, han dicho que el nuevo jefe de la Casa Blanca, ha mostrado cierta admiración por Nicolás, quien ha enfrentado el problema de la inseguridad y ha sacado a su país del atolladero.
No obstante, el problema central es que Venezuela tiene petróleo, y él ha dicho que se lo hubieran quedado si hubieran tumbado a Maduro. Es decir, Venezuela está en el ojo del huracán Trump. Aunque su comportamiento, en mi opinión, no es normal. Nunca lo ha sido. Así que Venezuela será uno de los primeros focos del conflicto al comenzar el 2025, toda vez que Maduro se juramenta el 10 y Trump el 20 de enero. Comenzarán juntos el mandato. Por lo pronto, Nicolás, quien aprendió mucho de la diplomacia, advirtió que es necesario un nuevo comienzo; y si Trump entiende eso como válido, entonces es posible que veamos el encuentro entre ambos mandatarios, en donde podrán decirse barriga verde, pero se conocerán, y eso es muy importante. No se ve fácil la situación, pero con Putin en el medio, es posible que el comportamiento cambie.
Trump necesita un suministro de petróleo seguro, y se está sumando tres problemas en puertas; tomar el control del canal de Panamá; el caso Groenlandia, que es la mayor isla del mundo, y que está perdiendo hielo a pasos agigantados. Debajo de su gruesa capa de agua congelada se esconden 'tesoros' energéticos que han puesto a salivar a la economía de Estados Unidos; y un impasse con México que podría convertirse en un problema de gravedad.
El petróleo de Venezuela, que lo tiene en cantidad, aquí cerquita y que no le genera mayores problemas, sería su tabla de salvación mientras resuelve los otros problemas. Por ello, negociar con Venezuela es un caso de suma necesidad y de premura. Mientras más rápido negocie con Nicolas, más rápido se encarga de otros asuntos. Los gringos son expertos en pragmatismo, y saben bien lo que les conviene. Esa sigue siendo la apuesta más segura.
