Este viernes visita Venezuela el presidente más ultraderechista y proimperialista de Latinoamérica, el colombiano Álvaro Uribe. Lo hace invitado por Chávez para limar asperezas y seguir avanzando en la unidad latinoamericana.
"Mejor solo que mal acompañado" es lo primero que se me viene a la mente ante ese anuncio.
Entiendo que Colombia es un gran aliado comercial. Entiendo que Venezuela (ni Colombia) pueden ignorarse mutuamente. Entiendo eso y muchas otras cosas. Las entiendo, ajá. Razón de Estado le dicen.
Pero también entiendo que Uribe sueña día y noche con el derrumbe del proyecto bolivariano, por las buenas o por las malas. También entiendo que preside el país donde se asesina más sindicalistas y uno de los que más desplazados, refugiados y perseguidos políticos tiene, en su mayor parte debido a las políticas guerreristas y antisociales de las que es devoto el infame paisa.
Álvaro Uribe es la antítesis de quienes queremos construir un mundo más justo.
Chávez prefiere creer que el pobre Álvaro es una inocente víctima de las circunstancias, y que charlando con él conseguirá que varíe su rumbo político. Uribe está donde está porque así lo ha querido: él eligió ese camino. Él se rodeó de los Santos Brothers. Él gasta millones de dólares para derrotar a una guerrilla supuestamente ya derrotada desde hace años. Él pactó con los paracos asesinos de la motosierra y a cambio de que dijeran dónde cavaron sus fosas comunes les ofreció poco menos que una condena de infracción de tráfico. Ni siquiera así consiguió desmovilizarlos, tal y como cacareó durante cinco años, negando tozudamente la realidad.
Uribe traicionó la confianza del presidente Chávez. Cortó su mediación sin previo aviso, con la intención de perjudicarlo políticamente ante el referendo constitucional, y lo logró. Bombardeó Ecuador dos días después de cuatro liberaciones unilaterales sólo porque le dio rabia el protagonismo que cobraba Chávez.
Uribe ha demostrado y seguirá demostrando que es un ser mezquino, mentiroso, cobarde, manipulador y arrastrado ante el poder del que tanto le gusta rodearse y al que es incapaz de controlar.
Y ojo: esto no es un canto de alabanza a las FARC, como la televisiva inframentalidad Juanes-Montoya-Shakirista pretende hacer ver cada vez que se critica al presidente colombiano. La guerrilla, con su empeño en prácticas deleznables como el secuestro, se ha convertido en las más perfecta y engrasada máquina de fabricación de uribistas furibundos (furibistas los llaman allá).
Por todo esto, como razón de Estado no siempre es razón, movimientos sociales, sindicales e indígenas venezolanos y exiliados colombianos manifestarán su repudio a la visita de este individuo a Caracas. Sinceramente, no veo mucha diferencia entre recibir en Miraflores a Bush o a Uribe. El primero es más fuerte, pero el segundo más peligroso, porque es infinitamente más astuto.
Yo no podré asistir, pues me encuentro en Bolivia. Otro día les cuento sobre eso.
Pero los que puedan, asistan. Nunca una protesta contra una decisión del presidente Chávez habrá sido más justificada, consecuente, valiente y necesaria.
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