Silencio alcahueta y golpes simultáneos

La develación a través del programa La Hojilla en la noche de ayer, de un nuevo intento de golpe de Estado incluyendo el asesinato del Presidente Chávez, no debe sorprendernos. El mismo mandatario lo ha estado advirtiendo desde hace tiempo: los aires electorales no son favorables a la derecha criolla y el mandato de Bush se acerca a su final.

Pero su coincidencia con lo que ocurre en Bolivia, con la fecha conmemorativa del derrocamiento y asesinato del Presidente Allende en 1973 y el ataque o voladura de las torres gemelas en el 2001, habida cuenta de la carga emblemática y su posible utilidad mediática, permiten suponer que el centro del poder mundial trama un golpe doble y simultáneo, que acabe de una vez por todas, con las esperanzas latinoamericanas de ejercer su soberanía y escoger los caminos que más le convengan, sin tutelaje imperial.

Tanto la violencia desatada en Bolivia por los fascistas de Santa Cruz, apoyados por la embajada gringa en ese país, como la denuncia del nuevo intento golpista en Venezuela, ocurren después de sendas victorias pírricas de las fuerzas más reaccionarias (2D en Venezuela y referendos en la llamada Media Luna de Bolivia), y en la víspera de confrontaciones de importancia nacional o regional, como son el referendo por una nueva Constitución en el país del altiplano y las elecciones de alcaldes y gobernadores en Venezuela. En ambos casos, se prevé un claro triunfo de las fuerzas populares, ya que la futura consulta boliviana encuentra a un Evo Morales fortalecido con el apoyo de la mayoría indígena, siempre oprimida por los gobiernos derechistas, mientras que en Venezuela los logros innegables de Chávez, por ejemplo en materia social y en la infraestructura vial, brindan un respaldo sólido a los candidatos chavistas a gobernaciones y alcaldías.

Los diarios y TV venezolanos han informado de lo que ocurre en Bolivia, aunque no con la objetividad que caracteriza al buen periodismo, sino siguiendo el sesgo que le imprimen a las noticias las agencias internacionales afectas a Washington. Allá la derecha cruceña (gentilicio que seguramente responde a la cruz gamada) muestra cada vez con mayor descaro su esencia racista, mediante ataques cobardes y humillantes a grupos de indígenas, que tienen la desdicha de habitar en prefecturas dominadas por empresarios de ascendencia croata.

Pero sobre el intento de golpe contra Chávez denunciado ayer, la prensa derechista de hoy hace un mutis tan elocuente que parece un lamento. Los mismos medios que no cesan de estimular el odio entre los venezolanos, que han hecho de la oposición irracional su línea editorial, en este momento miran para otro lado, silban y se hacen los locos, así como proyectaron comiquitas mientras el pueblo rescataba al Presidente Chávez el 13 de abril de 2002. Esos medios que sólo sirven para defender los valores materiales de la ideología capitalista, porque viven de la publicidad y el engaño, son incapaces de tener un mínimo de objetividad.

El gobierno izquierdista de Chávez no ha perseguido a nadie por sus ideas y opiniones, ni ha torturado ni asesinado como sí lo hicieron sistemáticamente los de adecos y copeyanos durante la Cuarta República. Más aún, jamás hubo tanta libertad de expresión en este país como ahora y si existen algunos activistas de derecha que se encuentran en prisión, lo están por cometer delitos contra el pueblo. Pero la persecución y la violencia de ambos bandos, que desataría un golpe de derecha como el que acaba de ser develado, sería de magnitudes impredecibles, considerando el éxito que han tenido los MCS de la derecha para fanatizar mayormente a la clase media, y el arraigo del gobierno en los barrios por su dedicación a los más pobres. Una guerra civil sería inevitable, por más que intervengan los marines, aliados de los pitiyanquis.

Es evidente que al imperio y las burguesías criollas de Bolivia y Venezuela no les conviene la existencia de gobiernos progresistas y justos, que puedan limitar la actividad de las grandes empresas transnacionales que controlan el planeta, y menos aún si quienes ejercen como máximas autoridades lo hacen amparados en el ejercicio del voto. También está claro que cada día que pasa la derecha se desespera más, porque “el indio” no sólo superó los seis meses que le vaticinaban sino que ha aumentado su caudal de apoyo, mientras que Chávez se afianza cada vez más en el pueblo a pesar de los errores de su gobierno, porque el balance es positivo. Por eso, se apela al argumento decimonónico, por no decir medieval, de la supremacía de la raza blanca sobre los indios andinos o los mulatos de los llanos venezolanos; por eso se resucita el miedo al comunismo después que la derecha celebró mundialmente sus exequias con la escisión de la URSS, y por eso se descubren intentos golpistas como el que comentamos en estas líneas.

A pesar de que como vecinos sufrimos las consecuencias de la violencia desatada en Colombia por el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, hace sesenta años, pareciera que a los militares y civiles que aúpan una salida golpista, sólo les importa defender los intereses gringos, únicos ganadores en tal situación.

(*) Profesor UCV


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Douglas Marín (*)


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