¡Otra vez el maletín!

Los zombies se levantan de sus tumbas y atacan nuevamente

La falta de tiempo y la angustia no son buenas consejeras. El poco tiempo que le resta a la administración Bush en el poder, la posibilidad de que los republicanos no logren repetir y las necesidades cada vez más urgentes de la potencia imperial y las grandes corporaciones -en medio de un panorama económico y financiero global tambaleante- hacen recrudecer los mecanismos de ingerencia y dominación en un momento que parece ser coyuntural.

Sin haberse atrevido todavía a realizar la peligrosa jugada de atacar militarmente a Irán, empantanados en Irak y Afganistán, parecen haberse puesto en juego múltiples mecanismos orquestados desde los “Think tanks”, la “comunidad de inteligencia” y los recursos del Departamento de Estado para conseguir avances rápidos en el “proyecto del milenio”, ante la posibilidad de perder los hilos de los mecanismos institucionales del poder en la potencia del Norte, y como posibles aportes a una campaña electoral que deben remontar.

Así, el recrudecimiento de la desestabilización en Bolivia o la ingerencia en Paraguay ante el nuevo gobierno de Lugo son algunas de las acciones producto de esta necesidad de recuperar lo más rápido posible mecanismos de control, en una Latinoamérica que se presenta cada vez más reacia a obedecer los designios del “hermano del Norte” y se encamina progresivamente hacia la integración y la búsqueda de su propio destino.

El fracaso en Argentina de la desestabilización provocada por las grandes compañías de la agroindustria al paralizarse el conflicto, y la imposibilidad de contener los innegables avances en el terreno internacional del protagonismo venezolano, apoyado por una economía interna en innegable crecimiento y un claro desenfado en sus acciones, que está gestando alianzas, promoviendo nuevos mecanismos de integración y denunciando sistemáticamente y sin ningún miedo las maniobras hegemónicas, parecen haber provocado la urgencia de crear formas de contrarrestar estas condiciones.

Para ello han caído nuevamente en recurso sistemáticamente usado (de menor costo que las intervenciones militares) que sólo consiste en hacer funcionar mecanismos muy aceitados: la elaboración de alguna matriz de opinión generada en laboratorios de opinión, que atente contra la credibilidad o los logros de los “actores molestos”.

Así, se desentierra mediáticamente de su tumba el caso del famoso maletín que el año pasado intentara introducir en la Argentina con U$ 800.000 un empresario venezolano-norteamericano residente en Miami, y que fuera decomisado por el servicio de Aduanas argentino.

Se publicita abundantemente un juicio que ocurre en Miami (territorio dónde los neocoms manejan todo el sistema judicial incluida su Suprema Corte de Justicia). Que curiosamente no se realiza contra el hombre acusado de tratar de ingresar esos dólares en Argentina, sino contra algunos residentes de la Florida de nacionalidades latinoamericanas. Estos hombres fueron acusados (casualmente por la misma fiscal que acusara a los cinco cubanos que hace diez años están detenidos en EE.UU por tratar de investigar el terrorismo de las logias anticastristas en ese Estado) de trabajar secretamente para un gobierno extranjero en territorio americano sin haber informado esto al Fiscal General de los EE.UU.. El grueso del material que incrimina a estas personas es aportado por el FBI, dentro de las potestades que le otorga la Ley Patriota, por las cuales no les es necesario presentar ni revelar sus fuentes, sino que el mero hecho de su presentación los convierte en elementos de juicio.

Este proceso judicial comenzó en diciembre del año pasado. Casualmente es ahorita, en este preciso momento en que empiezan a traslucirse algunos “resultados” de este juicio.

Un juicio en que:

1. El principal implicado en el asunto del maletín (Antonini Wilson) es testigo protegido del FBI, por lo tanto es intocable y está exento de penalidades, y tampoco puede ser extraditado a la Argentina, donde tiene pendiente una orden de arresto.
2. Los principales testigos son los propios acusados, que parecen ser quienes están produciendo declaraciones “escandalosas” que intentan implicar a los gobiernos de Argentina y Venezuela en algún tipo se sucia maniobra internacional.
3. Estas declaraciones son hechas bajo acuerdos con la fiscalía acusadora, de las cuales por supuesto dependerá su sentencia.



A partir de allí, se ha generado una campaña en los medios corporativizados de comunicación global, que pretende “informar” sobre ellos. Curiosamente, toda la información que van proporcionando consiste en insinuaciones, supuestas declaraciones de los testigos, grabaciones de hechos colaterales, o testimonios de “funcionarios”, que nunca se definen claramente. Es imposible determinar a través de la prensa internacional, que información surge del FBI, que declaran formalmente los testigos, quienes son los funcionarios que hacen declaraciones y cuanto de lo que se informa es producto del embellecimiento de la noticia realizado por los propios medios.

Pero lo que se intenta traslucir es que el delincuente (Antonini Wilson) es ahora la víctima, se le menciona lateralmente, pero como un pobre empresario que fue engañado (aparentemente por el gobierno venezolano), que se le abandonó cuando fue descubierto por los agentes de aduana (aunque nunca fue detenido, se fue de Argentina y volvió a Estados Unidos) y que finalmente fue perseguido por “agentes secretos” para que no hiciera público lo que sabía (oscuros manejos de dos gobiernos).

Igualmente, los que más aportan nuevos “hechos” son los propios acusados, que cantan como pajaritos, con la vieja técnica del ventilador, echando en todas direcciones acusaciones en cantidades industriales, implicando a funcionarios del gobierno venezolano (con nombre y apellido) y al gobierno argentino. Estos “hechos” son nada más que las supuestas declaraciones acusatorias, repetidas hasta el cansancio por la red de medios internacionales.

Una vez más nos encontramos en medio de la famosa guerra de cuarta generación. El uso de los medios masivos como generadores de matrices de opinión, la creación de un “teatro mediático” para generar confusión y dudas, para modificar opinión, orientado por los intereses de los grandes poderes otra vez en acción.

El caso en Venezuela

Nos hemos tomado el trabajo (bastante agotador por cierto) de realizar el seguimiento y análisis de la forma como esta matriz ha sido desplegada en Venezuela por el principal canal de televisión opositor, Globovisión. Creemos que el esfuerzo ha valido la pena para poder desentrañar con más detalle como se está realizando la manipulación y generación de la “realidad virtual”.

El primer hecho destacable es notar como durante varios días, en un canal que se supone de noticias, la cobertura del caso llegó a ocupar hasta el 40% del total de la información. Ni la caída de las torres gemelas tuvo esta cobertura en el mismo canal. Cada bloque informativo presentado en ese período estaba centrado en “informar” sobre el caso del maletín y el juicio en Miami. A esto se agregaron por lo menos dos “investigaciones periodísticas” sobre el caso, presentadas aparte de los bloques informativos. Mientras esto era la noticia para Globovisión, Bolivia estaba convulsionada por la violencia de la derecha, la UNASUR se reunía de emergencia en Santiago de Chile, la Bolsa de Nueva York vivía la mayor crisis de su historia, quebraban gigantes financieros en EE.UU. Pero aparentemente estas eran informaciones poco importantes ante el tema del maletín para el referido canal de televisión.

Uno de los problemas de cualquier canal es poder elaborar los contenidos para mantener la programación. En un canal de noticias como Globovisión, es necesario generar los contenidos que llenen por lo menos 12 horas diarias de noticias. El tratamiento tan “intensivo” de los sucesos del maletín, los obligó a una repetición permanente de los mismos pocos “hechos” con que se manejó la prensa internacional. Así, en cada bloque de noticias el mismo contenido, con el mismo guión fue repetido por diferentes locutores (eso sí a veces en un orden distinto) para poder cubrir esos bloques.

La otra cosa significativa es la forma en como el mismo hecho iba cambiando de significado. El ejemplo paradigmático que mostramos (que fue repetido con otras “informaciones” y que también muestra como la “información” difundida se limita a rumores confusos repetidos sistemáticamente es el siguiente:

En determinado momento de la cobertura, en un bloque informativo se dice: “un funcionario de la Aduana argentina habría declarado que en el mismo avión, además del maletín con U$ 800.000 se habrían transportado otros U$ 4.200.000”. No se dice más, ni que pasó con ese supuesto dinero, que tipo de confirmación existe de que ese dinero del que no se tenía noticias hubiera estado allá, ni ningún dato del funcionario, ni más aclaraciones. Esta mera declaración basta para que en adelante los hechos cambien. Desde “El tema de el maletín, que ahora parece implicar una cantidad de U$ 5.000.000…..” hasta “Los U$ 5.000.000, que sería la cantidad enviada en el avión…” Claramente se pudo percibir el cambio de contenido las “informaciones” a partir del mero hecho de la repetición sostenida en el tiempo,, convirtiendo una mera especulación en una “verdad periodística”

Pero el asunto llegó hasta la caricatura en uno de sus programas de “investigación periodística” del tema. Allí, en diez o quince minutos de micro, se llegó hasta a repetir tres veces, las mismas imágenes (entre las cuales estaba incluida una animación) y los mismos textos para llenar el espacio de “contenido”.

La necesidad de generar espacio (y escándalo) con la difusión del tema del maletín, llegó en este caso a convertirse en un espectáculo grotesco, cosa extraña en Globovisión, que en general organiza su mensaje político con un cierto cuidado de las formas.

Es posible que esto obedezca a la necesidad urgida de promover a como diera lugar la matriz de opinión, que en este caso no sólo estaba respondiendo a los intereses hegemónicos, sino que también debe haber sido considerado que podía tener algún efecto sobre el próximo proceso electoral venezolano de noviembre, visto el paulatino derrumbe de las propuestas y acuerdos de la oposición y el apoyo sostenido a la gestión de gobierno reflejado en las últimas encuestas.

En definitiva, la guerra mediática continúa, la creación de una realidad adecuada a los intereses de quienes siguen intentando dominar al mundo y su repetición sistemática, penetrando constantemente a través de la televisión en el seno de nuestros hogares, sigue siendo una de las armas más poderosas empleadas contra todos nosotros. Sólo que en los últimos tiempos, poco a poco, estamos generando las respuestas, desentrañando los mecanismos de la dominación.

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Miguel Guaglianone

Comunicador, productor creativo, investigador, escritor. Jefe de Redacción del grupo de análisis social, político y cultural Barómetro Internacional.

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