Una imagen recorrió el mundo. Los zapatazos dirigidos al presidente George W. Bush por Muntazer Al Zaidi, periodista iraquí en Bagdad, atravesaron la red de comunicación global en todas direcciones, cubriendo en pocas horas nuestra aldea global.
Trascendiendo el contenido de este episodio como muestra de la resistencia del pueblo iraquí al ejército invasor y su rechazo a una guerra devastadora, que arruinó a su país y les está dejando un saldo de miles de muertos, heridos y desplazados, el significado simbólico capturado en las imágenes de video tiene una trascendencia universal e histórica.
De la misma manera que las escupidas recibidas por Nixon en Caracas en 1958 (hace ya 50 años) han quedado reconocidas como un símbolo de la resistencia al poder imperial, este nuevo gesto, que no aporta nada desde el punto de vista militar pero que tiene un significado profundo como ejemplo de esperanza y oposición al poder hegemónico, quedará registrado en la memoria de los pueblos del mundo como una muestra de dignidad y entereza. Va a agregarse a la larga lista de hechos históricos, tales como la Comuna de París de 1871 o el asalto al Cuartel Moncada, que en su momento parecieron verse frustrados, pero que se convirtieron en banderas de batalla que trascendieron el tiempo.
Así, el acontecimiento se hace símbolo de la expresión de los millones de personas que de una u otra manera han sufrido o vienen sufriendo la opresión, la devastación y la guerra por parte del poder absolutista.
Ya las primeras muestras de su importancia están a la vista. Las cadenas de comunicación hegemónicas tuvieron obligadamente que retransmitirlo, dada su dependencia de la “noticia”, aunque hayan tratado de minimizarlo -sobre todo para el público de los Estados Unidos- destacando la agilidad y reflejos de Bush para esquivar los “proyectiles”. Una muestra más de cómo los mecanismos comunicacionales de la dominación (igual que el Internet) pueden tener una función opuesta a la de sus objetivos primarios. Es que la tecnología tiene siempre una doble cara, permite ser usada contra quien la han desarrollado de acuerdo a sus intereses de dominación.
Igualmente el hecho ha desatado a lo largo y ancho del planeta el humor, esa arma universal tan poderosa contra los dominadores. El carácter casi surrealista del acontecimiento hace recordar los pastelazos en eventos públicos, utilizados como arma frente al status quo político.
Y como todos estos eventos, deja sus mártires. El hermano de Muntazer ya ha denunciado que el periodista ha sido muy lastimado, costillas rotas y hemorragias internas han sido el primer saldo de su acción. Está prisionero en la zona verde de Bagdad, en la cárcel de alta seguridad que tienen allí las fuerzas armadas norteamericanas y que es comandada por un reputado halcón. Va a ser acusado por el gobierno títere iraquí por “atentado a un mandatario extranjero”, lo que puede resultar en el mejor de los casos en varios años de cárcel. Es parte del realismo mágico del acontecimiento, los zapatos se han convertido de golpe en poderosas armas antipersonales. Como ya lo ha dicho algún humorista, es posible que de aquí en adelante haya que descalzarse para participar en las conferencias de prensa.
Y en lo que respecta a George W. Bush, mucho más allá de sus palmadas en el trasero a alguna dama en un acto público, la inspección militar usando prismáticos con sus tapas puestas, o la lectura de un libro del revés cuando le comunican la caída de las Torres Gemelas, este hecho va a calificarlo para la historia como el payaso tragicómico que fue “zapateado” al fin de sus dos períodos de nefasto mandato como la cara visible, no sólo del poder imperial, sino de los intereses más oscuros del neofascismo de los neocoms y de las grandes corporaciones.
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