17 oct. 2011 - El corazón de Nueva York se estremece desde el 17 de septiembre. Los “indignados” salieron a la calle, según dijeron, contra la “avaricia y corrupción del uno por ciento de la población que tiene en problemas al 99 por ciento del pueblo estadounidense y al mundo”. Acamparon en el parque Zuccotti, rebautizado Plaza Libertad, en el Bajo Manhattan, al grito de “Occupy Wall Street”. Lo hicieron dos días después de cumplirse el tercer aniversario de la caída del Lehman Brothers, el cuarto mayor banco de inversión, detonante de la más grave crisis en Estados Unidos desde los años ‘30 del pasado siglo.
Sucede que aún la economía estadounidense no ha podido recuperarse de ese desplome. Precisamente, el reflejo de los indignados tiene una base económica.
Al inicio, los medios no les hicieron mucho caso: el diario The New York Times los tildó de actores de “un progresismo de pantomima”, pero los reclamantes viven en una nación con 14 millones de desocupados, lo que se traduce en una tasa nacional de desempleo de 9,1 por ciento, según cifras oficiales.
Cuando Barack Obama llegó a la Casa Blanca en enero de 2009, el índice de desempleo estaba en el 7,8 por ciento y en dos años y nueve meses de gobierno no ha podido cumplir su promesa del “Yes we can”.
Existen millones de hogares afectados por la pobreza y la falta de trabajo, los ajustes en salud y educación, las ejecuciones hipotecarias de viviendas, las escasas perspectivas laborales de los jóvenes luego de graduarse…
Tampoco Obama ha dado solución a los desequilibrios fiscales; además, en el supuesto intento por salir de la crisis concedió nuevos paquetes de “estímulo” o rescate a las corporaciones.
El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, vaticinó que podían producirse protestas por el nivel de descontento de la gente, porque “tenemos a un montón de chicos graduándose en la universidad que no pueden encontrar trabajo”.
LA BURBUJA EXPLOTÓ
Y tal situación hizo explotar la burbuja. Dicen que el movimiento Occupy Wall Street reconoce reminiscencias de los indignados españoles de la Puerta del Sol.
El 30 de septiembre reportes noticiosos reseñaban decenas de detenidos y varios golpeados por la policía. Un día después los efectivos arrestaron a casi 700 manifestantes y usaron gas pimienta contra ellos.
Hoy a los “indignados” originales, jóvenes y no tan jóvenes desocupados, se les han sumado cerca de 15 sindicatos de de Nueva York.
Entre los que apoyan al movimiento están la Transport Workers Union (TWU), que agrupa a empleados de los servicios de trenes y autobuses, así como de diferentes aerolíneas estadounidenses; y la United Federation of Teachers, que representa a maestros de las escuelas públicas de la ciudad.
Randi Weingarten, presidente de la Federación Americana de Maestros, dijo a la cadena CBS News, que no se puede crear una sociedad donde “el uno por ciento tiene, básicamente, toda la riqueza”.
Por su parte, Augusto Suárez, de origen dominicano, narró que llegó a la movilización para protestar porque “yo fui un buen estudiante en la escuela pero no pude seguir mis estudios por no tener dónde trabajar”, de acuerdo con las reseñadas difundidas por el diario californiano La Opinión.
RÉPLICAS EN LA UNIÓN
Por más de 68 ciudades estadounidenses, entre ellas Washington, Los Ángeles, Philadelphia, Chicago, Boston, Seattle, Miami y Dallas, se extienden hoy las protestas anti Wall Street, iniciadas hace cuatro semanas en el corazón del distrito financiero de Nueva York.
De acuerdo con el sitio digital Occupytogether hasta el sábado último las acciones similares a Occupy Wall Street se replicaban rápidamente.
En la capital estadounidense decenas de miembros del grupo Occupy DC duermen en una plaza del centro de negocios de la urbe.
Pero el pasado 8 de octubre al menos una persona fue rociada con gas pimienta por agentes de seguridad durante una manifestación que obligó al cierre hasta hoy del Museo Smithsoniano Nacional del Aire y del Espacio, en Washington.
También se reportó el empleo de gases lacrimógenos y el arresto de una mujer, cuando más de un centenar de personas intentaron entrar al edificio con pancartas, luego de transitar desde la Plaza de la Libertad, próxima a la Casa Blanca, a lo largo del National Mall hasta el Capitolio.
Un editorial publicado en el diario The New York Times advirtió que el mensaje es obvio: Desde que la economía entró en recesión solo los ricos se ha recuperado y prosperado, pero “el problema es que nadie en Washington ha estado escuchando”.
En Estados Unidos la tasa de desempleo para los graduados universitarios menores de 25 años tiene un promedio de 9,6 por ciento en el último año; pero, para los jóvenes egresados de la secundaria, la media es de 21,6 por ciento.
Sin embargo, estas cifras no reflejan los graduados que se encuentran trabajando en lugares mal pagados que ni siquiera requieren diplomas, destacó el rotativo.
La tasa nacional de desempleo está anclada en el 9,1 por ciento, lo que significa que casi 14 millones de personas están sin un puesto laboral.
Para el New York Times, cuando los manifestantes dicen que representan el 99 por ciento de los estadounidenses, se refieren a la concentración del ingreso en la sociedad profundamente desigual de hoy.
Las imágenes de los indignados no pueden negarse. Las pancartas que enarbolan son elocuentes: “un día las cosas serán diferentes” o “imagine el fin del capital”, enuncian.
Hay una sensación de desolación, desconfianza, cansancio y falta de credibilidad en el presidente Barack Obama. Mala cosa para el mandatario tan próximo a 2012, un año electoral en el cual aspira reelegirse.
Obama ya admitió que será difícil su batalla por continuar en la silla de la Oficina Oval. Y en esa cadena de “aceptaciones” reconoció que el movimiento Occupy Wall Street “expresa la frustración que siente el pueblo estadounidense”.
*Periodista de la Redacción Norteamérica de Prensa Latina.