Quisiera poder decir como Martin Luther King “Yo tengo un sueño”, pero no puedo, porque lo que tengo es una gran preocupación y también mucha curiosidad por saber quien toma algunas decisiones en el gobierno que merecen decirle algo así como “no me defienda compadre”. Ejemplo de ello fue el cordón de policías con toda y barricada incluida que a algún sabio en nuestro Ejecutivo se le ocurrió poner en la esquina de San Francisco para evitar que pasara la marcha de la UNETE, que con motivo de introducir un documento, se dirigía a la Vicepresidencia pasando frente a la Asamblea Nacional. El colorido de las pancartas y el contenido de las consignas no dejaban lugar a dudas de la inclinación o parcialidad de quienes marchaban y no es que ello sea un salvoconducto o licencia para hacer o deshacer, no, lo señalamos porque la oposición ha marchado sin barricadas ni policías por ese mismo lugar; es más recientemente se dejó en libertad a un reconocido y redomado hampón producto de una caricatura de huelga de hambre de unos “manitas blancas” hijos de papá y mamá , es decir se accede a peticiones y presiones de quienes sabemos forman parte de un preconcebido plan desestabilizador y se coarta y amenaza con reprimir una marcha de la mayor central de trabajadores del país que se esfuerza para que los trabajadores sean el sujeto histórico de este proceso.
Mientras, fuera de Venezuela, se enfrenta en la OIT a la oligarquía internacional defendiendo los principios y logros de esta revolución que lidera nuestro comandante Chávez.
No podemos evitar otra pregunta: Quien puso los policías allí sabrá que en el sitio estuvo a punto de crearse una confrontación con trágicos resultados para todos, incluida la imagen del gobierno y que aparte de brazos, cabezas y piernas rotas se pudieron romper algunas ilusiones y esperanzas de hombres y mujeres quienes han oído decir en alguna parte que este es un gobierno obrerista, y que Chávez se la juega con la clase obrera. El cordón de apertrechados policías y las barreras cerrando el paso no nos facilita mucho convencerlos de ello. En la UNETE nos resistimos a pensar que son las diferencias expresadas en algunos momentos, las que generan medidas y represalias de este tipo pero si por descerebrada casualidad es así, exhortamos a dar la discusión que ideológicamente está planteada como un única forma de dilucidar las diferencias, además porque una organización que no discute puede ser presa fácil del rumor, del corrillo y pugnas que a la larga no construyen sino que terminan con el proyecto político y eso es contra lo que hay que luchar todos los días.
La Unión Nacional de Trabajadores no oculta sus diferencias con algunas políticas y posiciones que de repente asume tanto el gobierno, como el partido, así debe ser, malo fuera si las ocultara, en busca de simpatías o huyendo de represalias, y es que partimos de que este proceso está en construcción, y en esta construcción no solo debemos participar todos, sino que estamos obligados a hacerlo, y una de las formas de participar de manera eficaz y constructiva es diciendo lo que creemos.
En un proceso revolucionario en gestación, cada sector da su aporte en la conformación de la política y el programa de lucha a poner en práctica en el seno de las masas, esto será así siempre que se esté claro en que la discusión es necesaria, que enriquece el contenido ideológico, que construye y fortalece la organización política. Por el contrario, cuando se margina se califica o sataniza a quien hace la crítica y o plantea la diferencia, es porque se supone que lo que está dicho, dicho está, y lo que está hecho, hecho será y no hay discusión, porque se considera innecesaria la discusión y sin importancia otras opiniones, lamentable que a estas alturas se continúe cayendo en estos vicios, producto de una concepción pequeña burguesa del trabajo revolucionario. Lo normal y revolucionario es discutir la diferencia con la única arma del razonado argumento y la disposición a la autocrítica, algo en lo que el máximo líder de este proceso ha venido insistiendo mucho pero que lamentablemente su llamado a la autocrítica no consigue mucho eco ni en el partido ni en el gobierno, y es que para ser autocritico primero hay que ser muy humilde, cualidad sine qua non en todo revolucionario que se precie de tal.
A la UNETE, de diferentes formas, se le ha venido cobrando su posición crítica a posturas y conceptos planteados con el único propósito de que se corrijan y se retome el camino correcto, o que se plantee la discusión del caso de que se trate mayormente referidos a aspectos que tienen que ver con el movimiento obrero, donde consideramos se viene improvisando y cometiendo algunos errores por no oír y por despreciar la opinión de quienes discrepan.
Mientras se continúe cerrado a la discusión franca y constructiva seguiremos estancados y sin poder dar respuesta a tantos retos y soluciones a problemas, muchos de los cuales ya algunos se tornan crónicos, como el de Guayana donde se ha recurrido a todas las fórmulas, y los problemas siguen, problemas que algunos no nos explicamos y que nos gustaría que el partido nacional o el de Guayana explicaran, el caso de los dirigentes sindicales del PSUV en la Región que se han dado a la tarea de sabotear y paralizar las empresas básicas por cualquier cosa y cada rato, estos dirigentes que forman parte del “equipo político del gobernador de Guayana, de los diputados de la Asamblea Nacional por Guayana, también del presidente de la Comisión de Asuntos Sociales de la Asamblea Nacional, todos ellos “camaradas” del partido, supuestamente “Muy comprometidos con el proceso”, con sus paros y marchas le han ocasionado pérdidas multimillonarias a las empresas básicas que ahora son del Estado venezolano y donde se viene intentando fortalecer el contenido y espíritu revolucionario de la lucha sindical. Estos inexplicables hechos es lo que debemos discutir sin etiquetar a nadie a ver si tienen o no razón estos dirigentes de lanzarse una huelga a cada rato en nuestras principales empresas de hierro y el aluminio, donde tantos esfuerzos se hacen por fortalecerlas y sacarlas a flote.
Quién explica? El partido o el gobierno? que unos militantes, máximos dirigentes apoyen estas seguidillas de conflictos, marchas, huelgas, trancas de los portones en estas empresas donde se han creado Comisiones, mesas de trabajos, se reúnen los ministros con los trabajadores. También el presidente los reúne, nombran al frente de las empresas a los mismos trabajadores y aún así las pérdidas son incalculables, por los conflictos promovidos por estos “revolucionarios”, no solamente “comprometidos” con el proceso, sino que ostentan altos cargos dentro de él, Cosas como estas son las que en la Unión Nacional de Trabajadores no hemos callado, ni callaremos.
La otra diferencia que está planteada es la unidad del movimiento sindical, y que quienes hoy lo plantean son precisamente los que un buen día tomaron la decisión de separarse de la UNETE con la idea de fundar otra central, qué les pasó? No sabemos pero nos extrañan, los bríos unitarios de quienes rompieron una unidad surgida al calor de la lucha contra las embestidas golpistas y reaccionarias de la cúpula cetevista y otros lacayos enemigos del proceso revolucionario para ese entonces en sus inicios.
En la UNETE valoramos la importancia de la unidad del movimiento obrero máxime en un momento como el que vivimos, pero en primer lugar creemos que es la unidad por la base, producto del trabajo al lado de los trabajadores y no por resoluciones o acuerdos burocráticos, menos si quienes lo plantean lo que han demostrado es su ambición del poder por el poder y no la formación y organización de un poderoso movimiento obrero que empuje y fortalezca la revolución venezolana, posiciones como estas y otras más, es lo nos hace una gente incómoda, conflictiva, poco confiable etc, pero fiel a nuestros principios. Seguiremos haciendo las observaciones que a nuestro juicio haya que hacer para que este proceso vaya por el verdadero camino por la transformación revolucionaria que el comandante Chávez nos ha planteado. Solo la confrontación de las ideas dentro del campo revolucionario y con el único objetivo de clarificarnos y avanzar cada día más hacia la sociedad socialista, nos garantizará la victoria por una patria nueva, trabajando al lado de los trabajadores, los campesinos vinculados a los procesos reales que vive el pueblo en general, forjando la unidad pero por la base, jamás unidad de cúpulas ni decretos.
Finalmente, sí tengo un sueño, un gran sueño, es que nuestra revolución alcance su madurez y con ella nosotros los revoluciones, también para hacer de la discusión de nuestras diferencias, una Escuela sin dogmas ni prejuicios, corrigiendo lo que haya que corregir, criticándonos en lo que haya que criticarnos y con un solo objetivo, El Éxito de la revolución bolivariana.
(Guameño)
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