El Presidente Chávez
dejó constancia que el encuentro cumbre Colombia-Venezuela, constituye
un importante acontecimiento en la vida de las dos naciones hermanas,
en la lucha contra la guerra, y liquidar la amenaza militar que se cierne
sobre nuestra Patria y los países del Hemisferio promovida por Estados
Unidos. El Comandante fue franco y honrado en dicho encuentro, puesto
que se basó en principios tales como la igualdad y la seguridad mutua;
tomó en cuenta los intereses de ambos países, de sus vecinos y de
todos los pueblos Latinoamericanos, dando una muestra concreta de actitud
y mentalidad nuevas, cuya necesidad está impuesta por la injerencia
en la política de nuestra Región por parte del imperialismo norteamericano.
Inspirado en los más altos ideales Bolivarianos y movido por una sincera
aspiración de alcanzar un acuerdo de paz, formuló nuevas proposiciones
que tomaron en cuenta la parte colombiana, y lograr un acuerdo en los
problemas más importantes, como la no intervención en los asuntos
internos de ambas naciones, y no permitir que desde Colombia sea la
partida de una agresión militar hacia Venezuela o cualquier otro país
vecino y la total liquidación de las amenazas de intervención.
Al hacer reales dichas
proposiciones, surge la posibilidad de lograr un viraje radical en el
desarrollo de las relaciones entre nuestros países, evitar la amenaza
de guerra y fomentar la colaboración pacifica de todos los miembros
de la comunidad Sudamericana. Venezuela procura convencer a Colombia
de que debe renunciar a esa peligrosa idea de una guerra entre naciones
hermanas. Chávez procuró persuadir a la Administración colombiana
de que busque la invulnerabilidad, la defensa, por otro camino: el de
la pacificación de su guerra civil interna, que excluya cualquier clase
de guerra, drogas y narcotráfico. El único obstáculo para lograr
tales acuerdos está en que Colombia se convirtió en una sociedad muy
hermética: allí aíslan hábil y eficazmente las nuevas ideas de contenido
social, a la gente de la información objetiva. El pueblo colombiano
debe saber la verdad de lo que ocurre entre Colombia y sus vecinos,
de nuestros propósitos verdaderos; del verdadero contenido de nuestra
política. Pero eso es un proceso muy peligroso al que la clase gobernante
colombiana no quiere ni puede tolerar.
Por eso la plataforma
promovida por Venezuela en la reunión de cancilleres de la UNASUR en
Quito, con respecto a la guerra interna que se desarrolla en Colombia,
fue acogida con comprensión por todos los cancilleres de los países
de la región. Considerando que nuestra plataforma de propuestas interrelacionadas
y minuciosamente equilibradas desde el punto de vista de los intereses
de los propios participantes en las negociaciones y de toda la comunidad
de Estados de UNASUR, expresa concretamente el nuevo enfoque, la nueva
mentalidad, que imponen las realidades de los intereses de todos en
armonía. Venezuela dedicó la debida atención a la declaración de
los participantes en la Conferencia de Quito sobre la disposición de
seguir desempeñando un papel activo en la solución de la tarea orientada
a garantizar la paz y la seguridad en nuestro Hemisferio.
Nos permitimos abordar
el tema de los problemas y conflictos regionales. Nosotros somos testigos
presenciales de que en la escena nacional y sudamericana aparecen ahora
nuevas decenas de millones de personas; con todas sus peculiaridades,
sus méritos y deficiencias. Una vez ganada la independencia política,
nuestros pueblos quieren como es natural, fortalecer también su independencia
económica, quieren poner bajo su control los recursos que les pertenecen,
humanos y naturales. Pero esto afecta a los intereses de aquellos que
se estuvieron lucrando a lo largo de siglos de la explotación de otros,
de la utilización de los recursos de los pueblos que emprendieron el
desarrollo independentista. Naturalmente, semejante vía y semejante
opción va en interés de todos. Y nadie puede privarnos de esa opción.
Pero eso no agrada a quienes se aprovecharon como saqueadores de nuestros
recursos. Esas fuerzas no quieren aceptar la autonomía y la independencia
de los Estados y pueblos. No quieren retroceder la realidad de que el
mundo ha cambiado. Es otro. No aquel que era a comienzos de siglo XX.
No aquel que era hace cincuenta o diez años.
En la renuncia a reconocer
esas realidades están la raíz y la causa principal de los llamados
problemas regionales. Nuestros pueblos quieren marchar por su propio
camino, ellos hicieron su opción, pero los viejos amos, insistimos
en llamarles saqueadores, no quieren aceptar esa opción. Nuestros criterios
se basan en el respeto del derecho de cada pueblo a la opción económica
y política independiente. Esta es una cuestión de principios. Si no
se reconoce este principio de partida, entonces no nos imaginamos sobre
qué base pueden asentarse las relaciones entre Venezuela, Colombia
y nuestros vecinos en estos días. Si se renuncia a ese principio y
no se utiliza en la construcción de las relaciones entre nuestras naciones
al día de hoy, estaríamos condenados al caos. Estamos convencidos
—y nos lo enseña nuestra filosofía social— que cada pueblo, a
fin de cuentas, él mismo, determinará y trazará su propio camino
hacia un futuro mejor, independientemente de los siglos que le impidieron
realizarlo.
Los venezolanos elegimos
cómo tenemos que vivir, qué es lo que tenemos que copiar, y qué no,
de otros pueblos y cómo utilizarlo, cómo estructurar, en general,
nuestras relaciones con otros Estados. Hay y habrá dificultades dramáticas
enormes, gigantescas en este camino de independencia y progreso. Pueden
haber conflictos, incluso armados, esto lo vemos ahora. Puede haber
y hay retrocesos, demoras, atolladeros en este movimiento. Esto es también
natural. Pero son superables y se vencerán. Se crearán o se encontrarán
las formas políticas y sociales acordes con las condiciones nacionales
de nuestros pueblos, los partidos, organizaciones y líderes que saben
ver las necesidades de cada pueblo, deben tener en cuenta su voluntad
y justificar sus esperanzas.
El imperialismo gringo hace cuanto les es posible por obstaculizar este proceso de liberación. La concepción del neoglobalismo se inventó precisamente para eso. Es la expresión más generalizada de la política del colonialismo moderno y del militarismo. El apoyo material y la fuerza de choque de esta política son las multinacionales. Es un mecanismo que sirve a los países capitalistas industrializados para extraer las riquezas y los recursos de los países en desarrollo. Además, no se detienen en nada. Se trata de azuzar a unos Estados contra otros; de avivar los conflictos surgidos entre nuestros países; de las acciones militares, del terrorismo de Estado contra los regímenes progresistas que no son de su agrado; de adiestramiento, armamento y financiación a contra revolucionarios, separatistas y terroristas; del bloqueo económico y el empleo del chantaje de la deuda; de toda clase de sabotajes e intrigas políticas e ideológicas; de la injerencia en la lucha política interna y de otros intentos de minar los regímenes desde adentro.
Todo esto lo vemos en este inhumano mundo, en Oriente Medio, en el sudeste y sur de Asia, en África. Estos métodos y procedimientos los conocemos perfectamente en la América Latina e islas del Caribe. Tal es el neoglobalismo en su aspecto natural. Todo lo demás que contiene son embalajes ideológicos. El ritmo de desarrollo de nuestros jóvenes Estados, el éxito en la superación de las dificultades heredadas del pasado y el cumplimiento de las tareas nuevamente surgidas, dependen en mucho de si logramos o no hacer frente al neoglobalismo, que es el mal principal en el camino del progreso. De esto dependerá también la solución del problema global del desarrollo; de eso van de la mano también las perspectivas del nuevo orden político y económico mundial.
¡Bolívar! ¡Bolívar! Siempre ¡Bolívar!
“Con el paso de los
tiempos vuestra gloria seguirá creciendo, como crecen las sombras cuando
el Sol declina”.
Yanquis, ¡Ho Home!
¡Libertad para Gerardo!
¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad!
Salud Camaradas.
Hasta la Victoria Siempre.
Patria Socialista o Muerte.
¡Venceremos!
manueltaibo@cantv.net