Hace ya mucho tiempo que quisiera hablar de Chávez, o, mejor dicho, con Chávez. Pero bueno, quién soy yo, un poeta de madera estupefacta, de parlanchina arcilla o de ceniza que ni siquiera tiene antecedentes de fuego, para soñar con hacerme de una porción de la Realidad delante del « Gran Sueño »?! Pero conste que no digo « gran sueño » porque yo crea que éste es inalcanzable, sino porque algunas de las « esquinitas », o « ángulos », de la masa del mismo sueño, me parecen a veces un poco ásperas, indelicadas, ordinarias, desabridas y, aunque muy a menudo chistosas, también densamente sosas! Pues alguien que, como el Comandante Hugo Chávez, hace reír con amor revolucionario, también puede hacer caer de vez en cuando, del alma de quien le escucha, una lágrima de seca pena.
Soy maya. En la antigüedad, é incluso en esta estúpida modernidad, los sobrevivientes de mi pueblo en Chiapas y Guatemala, cuando elegían (y cuando eligen) a su Chamán jefe, lo hacían (y lo hacen) bajo la condición de que Éste contuviese (o contenga) en su ser profundo, la cualidad más grande que este mediocre, y a veces grandioso ser humano, haya finalmente llegado (aunque cierto, raramente) a incorporar a su ser: LA HUMILDAD!
Ya un día, porque las « personalidades » únicas (salvo el Che y Fidel) no me parecen indispensables, me pregunté por qué el Comandante Chávez, por quien siempre he cultivado un respeto profundo, tan profundo que, hasta hace dos semanas aún, yo afirmaba, en plena vía pública y completamente sobrio, que yo daría mi vida por Él (como la daría por Fidel, por Raúl, o por mi hija de once años, recientemente secuestrada por su propia madre), no hace nunca hincapié en el hecho de que, en dado caso (que espero nunca llegue a suceder, pues, si sucediese, yo dispararía de nuevo!) que el Imperio llegara a eliminarlo físicamente, habrían, no sólo en Venezuela sino en cualquier lugar del Mundo, miles, si no millones, que pudiesen reemplazarlo, a Él, el Comandante Chávez… ahora y siempre ! Sí. Estoy absolutamente seguro, y el Comandante también lo sabe!
Quise recalcarle esto, pues Él, el Comandante, nunca lo subraya en alta voz! Parece que el Comandante estuviese ciego de belleza, embelesado en su propio humor (que para él es sinónimo de amor, y tiene razón), distraído en sus sueños (que son miríficos y valen más que negro oro). Mas todo ello no es censurable. Lo que es censurable es el hecho de que tenga los ojos tan abiertos, el corazón tan grande, pero que no sea capaz de ver que Él, el Comandante, no es Único, carajo! Lo único que es único es la Vida, y, por el momento, la Vida no es más que el Pueblo, por el momento y en este caso, el Pueblo Venezolano.
De hecho, el hecho de que el Comandante no haga hincapié en ese hecho, tiene ya mucho que decir. Fidel fue, es y será un caso único (aunque él no hubiese querido serlo) y nadie podrá imitarlo, pues toda tentativa de imitación acaba por ser estúpida, risible e innecesaria. Marulanda lo sabía, y por eso se quedó callado y se dedicó a andar bajo la lluvia, con su reuma inminente, su repudio de la motosierra, su capa de usado plástico cubierta de manchas de esperanza, hasta que se murió de silencio, de asedio, de humedad, de mosquitos y de orquídeas.
Los mexicanos, en el clímax de la estupefacción, se exclaman: «!No mames, cabrón!» O «!No maaanches, huey!»
Mucha tristeza me da confesarlo, pero luego de la captura, el mal trato del que Joaquín Pérez Becerra fuera objeto por parte de la Guardia Nacional de Venezuela (el colmo es que Pérez Becerra afirma que la guardia colombiana lo trató con más decencia), y luego su expedita é inmediata deportación hacia Colombia (y no hacia Suecia, país del que él, Pérez Becerra, según las leyes de este prostituido mundo profano, es real ciudadano), el tono, el timbre y la semántica salidos de la boca del Comandante Chávez, que antes me daban escalofríos y hasta me hacían llorar de amor, ahora me inspiran un poquitín de vergüenza, de pena y hasta de náusea ajena.
Querido comandante (con minúscula esta vez): Por qué no, en lugar de decir : « Que cada uno asuma su responsabilidad », no dice usted esta vez, en voz baja, y no con el aire de arrogancia con que usted habló últimamente, llegando incluso a comparar el caso de Chávez Abarca, verdadero y confeso terrorista, con el del comunicador social, periodista y no terrorista, Joaquín Pérez Becerra : « En nombre de la Revolución (ya no digamos « mundial », sino sólo venezolana) le pido perdón (ya no digamos a la hijita de tres años de Pérez Becerra) sino al Pueblo Venezolano, por el error garrafal y estúpido que acabo de cometer »!? Yo le aseguro, estimado Comandante, que si Usted incurriera en esta forma sublime de humildad, muchos de nosotros (que a Usted quizás le valemos madre, cierto!) lloraríamos de alegría y fervor revolucionario, y estaríamos infinitamente más dispuestos a dar la vida por la Revolución Mundial, y no sólo por la Bolivariana!
No maaanche, Señor Presidente!: Si Usted no pide perdón, ya no digamos a la Humanidad, sino al glorioso Pueblo Venezolano, a Usted la Historia nunca lo absolverá!
Usted podrá, sirviéndose de los poderes que le otorga la hermosa y sólida Constitución venezolana, aumentar los salarios al 100, al 400, al 1000% a todo el Pueblo Venezolano (que tanto lo merece), pero nunca podrá usted extraer, liberar de las mazmorras colombianas a un verdadero revolucionario, como es Joaquín Pérez Becerra, ya que su « amigo » Manuel Santos se lo trae a usted de los huevos (que no raras veces hace usted creer que tiene)!... No maaanche, usted, Señor Presidente, pida usted un real perdón lo antes posible, pues muy a menudo, como lo digo en mi novela « La isla de la nieve caliente », el Perdón resulta ser más alto que el Amor.
Y para terminar, una última y humilde pregunta: En mi próxima y primera visita a Venezuela, deberé yo sentir miedo, pavor o desconfianza, querido Comandante, que, por el hecho de denunciar en mi poesía y mis canciones al Estado genocida de Israel, al nomás yo llegar al aeropuerto de Maiquetía, me deporte Usted hacia esa guarida de bandidos, psicópatas y hienas que es el nido sionista?!
Con todo mi rojo respeto por los verdaderos revolucionarios bolivarianos.
Por el socialismo y el amor universal,
iQi Balam.
Montreal, Quebec, Canadá.
qibalam@hotmail.com. Cantautor del grupo La Banda de Gaza, autor de la canción Saquen a bailar a Hugo Chávez (www.labandadegaza.com).