Para Venezuela debieron transcurrir 44 años, desde que Morochito Francisco Rodríguez nos trajó desde México nuestra primera Medalla Olímpica de Oro, mientras que tuvimos que esperar 112 años para que América Latina obtuviera su segunda medalla olímpica de oro en esgrima, cuando el cubano Ramón Fonts nos trajo de París en el año 1900 la primera en su categoría. La historia no puede seguir esperando lapsos de 40 o de 100 años para nuestros logros como pueblo. Debemos plantearnos triunfos claros y logros precisos e indiscutidos, camino al Socialismo, a la justicia y a la Revolución verdadera que transforma hombres y sociedades. Ya es hora. La Revolución no debe ser, ni es, de palabras, sino de realidades; no es para que la haga un hombre, tiene que ser fruto de un pueblo que ya no espera, que asume su destino.
La encrucijada electoral de este 7 de octubre nos obliga a pensar que no basta con la reelección del Presidente, la cual queremos, buscamos y por todos los medios aupamos. Es necesario que todos avancemos al ritmo que se requiere y pongamos de nosotros, sin esperar que otros hagan. No quiero ver más a compatriotas en plan de espera de que otros trabajen, ni quiero ver a mi partido, al PSUV, principalmente a sus cuadros directivos en todas las instancias, esperando que Chávez diga o que el otro haga. Asumamos nuestro rol, avancemos cada uno en el camino de ser campeón en su área específica, así todo el PSUV será ganador y Venezuela será la gran triunfadora. Es el momento.
La lección de Limardo no es solo deportiva, es una lección de vida de quien nos enseña que formándonos y trabajando con constancia -y como él confiesa le inculcó su mamá- sorteando las piedras del camino, nos acercamos al éxito: “siempre nos van a poner trabas y piedras,pero para eso desenvainemos cada quien su espada.
(*) Luchador social y político