Nicolás Maduro ha sido el protagonista del mayor ridículo internacional que presidente alguno haya hecho ante la Asamblea de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Atrás, muy atrás, quedaron aquellos tiempos en que Hugo Chávez en el mismo escenario levantaba cualquier tipo de emociones y reacciones positivas de un discurso que generaba el reclamo y derecho de los pueblos por un mundo mejor.
No sólo es que emitió unas vacuas y repetidas palabras ante un escenario sin audiencia¹, sino que incluso en ese mismo espacio intentó mofarse de las delegaciones que lo dejaron con las sillas vacías, diciendo que él representaba la presidencia de los países "no alineados", que hasta donde tenemos entendido son 120 naciones², y entonces nos surgen como interrogantes: ¿Dónde estaban esas naciones escuchando al "líder" que eligieron para ser la voz de sus naciones? ¿Cómo es eso de que Maduro, siendo "presidente" de los "no alineados", llegue a la ONU prácticamente de polizón político como representante de Venezuela? ¿Por qué Maduro no presentó cuando menos ante sus panegíricos, cifras de inflación, crecimiento económico, niveles de alimentación y salud en la población, ingreso per-cápita, así como registro en la venta de vehículos, viviendas y turismo de los venezolanos? Es más, podemos decir que el presidente de los países "no alineados" fue rechazado por 93 naciones – es decir que muchos de esos no alineados estuvieron en su contra - en una votación previa sobre la violación de Derechos Humanos en Venezuela por parte de su gobierno, y por ende aprobaron una intervención humanitaria³.
Por supuesto, que las respuestas sobre las interrogantes planteadas, así como la solicitud de las representaciones diplomáticas ante la ONU, nos deja una elocuente verdad que no puede ser rebatida, salvo por fanáticos maduristas quienes siempre dirán en este caso, que los 16 países que votaron a favor de Maduro son más en términos cuantitativos que 93 que lo hicieron en su contra.
Venezuela hoy registra la hiperinflación más alta del mundo. Nuestra nación presenta los niveles en desatención y multiplicidad de enfermedades más horrorosas del continente que han desembocado en una creciente mortalidad infantil. Pobreza y miseria alarmante que se complementa con una alta deserción escolar. Un índice de criminalidad que supera las cifras más espantosas de asesinatos por cada 100 mil habitantes en el contexto de nuestra región. Y por si fuera poco, lo que le faltó decir a Maduro en ese mismo espacio, aunque fuera a la nada, era llamar mentirosa a la ONU porque ha registrado 2,3 millones de venezolanos que han emigrado de su patria por las razones expuestas que han destruido al país.
¡Pero, no! Como todo un cobarde, porque no tiene los argumentos en contra que pudieran desmentir a la ONU, simplemente de manera eufemística se refirió al hecho de tragedia para cualquier pueblo, como lo significa el éxodo, de ser una campaña mediática de ofensiva internacional en contra de su gobierno, casi que dice que ha sido víctima de un "linchamiento diplomático".
¡Vaya manera de resolver la gravedad de nuestros problemas! Lo irónico es que cuando Maduro pronunciaba semejante bazofia de contradicciones semánticas y sintácticas en el plano de nuestra realidad histórica, muchos venezolanos a esa hora estaban caminando por la cordillera de los andes para llegar hasta naciones hermanas como Ecuador o Perú, lo cual devela que ni aunque intenten disfrazar con palabras la incesante emigración que nos afecta como nación, se puede tapar el sol con un dedo, y menos ante la comunidad internacional.
En el intempestivo viaje de Nicolás Maduro, hasta Eva Golinger lo calificó como una desesperada decisión, intentando con ello, buscar un infructuoso "diálogo" con Donald Trump que pudiera darle algo de oxígeno en lo político y económico ¡Craso error! Volvió a ser rechazado y dejado a un lado en su verborrea de "paz" y "respeto en condiciones de igualdad".
Maduro es un cínico cuando dice que pese a sus profundas diferencias con Trump está dispuesto a dialogar con él, porque esa sería la "única vía" de entendimiento. De verdad que hay que ser muy cara dura para decir tanta hipocresía, mientras en Venezuela dos bomberos son apresados por hacer una parodia presidencial con un burro, una profesora universitaria también es aprehendida por cuidar los perros de un supuesto "terrorista", y una periodista especializada en el área militar nos habla de la violación de derechos humanos contra efectivos castrenses que han sido acusados de "golpistas".
Nicolás Maduro ha quedado en ridículo. Ni siquiera los países que dice "representar" se quedaron a escucharlo en la sala de reuniones de la ONU. Apenas su claque se quedó de manera forzosa escuchando sus nimiedades y mentiras. Simplemente, en esta oportunidad, la comunidad internacional no quiso percibir el aroma de azufre de cada una de sus palabras. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
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