El café como cultivo y como bebida constituye un universo de conocimientos, de oportunidades y potencialidades por hacer, mejorar e innovar que muy poco tiene comparación con otros cultivos.
El café comienza a ser consumido por los aborígenes africanos y gracias a esa intensa y ancestral actividad comercial que lograron desempeñar los pueblos árabes hicieron de los frutos de este arbusto una bebida exquisita compartida en reuniones grupales o en eventos de corte social.
Esta particularidad o este hábito, por decirlo de alguna manera, que significaba consumir esta bebida rodeado de personas, de amigos o visitantes fue cultivada por los pueblos árabes y copiadas, si se quiere, por la alta sociedad burguesa europea, vinculada a la intelectualidad.
Dada la creciente demanda de esta bebida se hizo necesario que muchas de estas sociedades, poseedoras de suficientes recursos económicos, pudieran hacer de esta planta un cultivo extensivo.
Es allí donde adquiere notoriedad la conformación de las grandes haciendas en muchas colonias de aquellos territorios conquistados por varios países europeos; en América del Sur, en la misma África o en el lejano Oriente.
A partir de allí se fueron desarrollando nuevas formas económicas orientadas al aumento gradual de los volúmenes de café producidos.
Esos mismos volúmenes estaban destinados a la atención de la exigente demanda y a el creciente gusto de las sociedades que cada vez se sumaban como consumidores de la novel bebida; sobre todo en Inglaterra, Francia, Italia, Holanda, Finlandia, Suiza Alemania y Estados Unidos, que tardíamente se inicia como uno de los mayores consumidores de café en el mundo.
El universo de los consumidores del café fue creciendo y en esa misma medida fue aumentando esa diversidad de gustos distintivos por la bebida del café.
Desde siempre la bebida del café, en un alto porcentaje, procede de frutos que de la especie: _Coffea arábiga_ ; una variedad natural que reúne excelentes cualidades organolépticas percibidas a nivel de taza.
En la medida que ese segmento de consumidores, de paladares exigentes, en los países del Norte y con elevado poder adquisitivo se va diversificando, en esa misma medida, va creciendo (y sobre todo a partir de los años 80 y 90) esa demanda de diferenciación por sabores o particularidades de la bebida que incentivan el desarrollo de perfiles sensoriales distintivos a nivel de taza, muy bien valorados por ese segmento de consumidores.
Es allí cuando comienzan a generarse otras modalidades de diferenciación de café
con particularidades únicas derivadas de condiciones bioclimáticas propias de algunas regiones del mundo.
De esa manera comienzan a conocerse el
café Blue Mountain (de Jamaica), Suaves colombianos (Colombia), otros Suaves, Geisha (de Panamá) el café de Hawaii y algunos otros.
En paralelo; la capacidad de invención de los seres humanos, moldeadores del mercado, van desarrollando otras formas creativas para alcanzar un café con cualidades diferenciadas basadas en la utilización de animales que contribuyan para con ese objetivo.
El primero en conocerse fue en kopi logber, a partir de los años noventa, procedente de la digestion y luego de la expulsión de los frutos del café por parte de la Cibeta; un mamífero propio de los bosques de Indonesia.
Según los expertos (tal vez en publicidad) una determinada cantidad de frutos de café combinada con la ingesta de alimentos por parte de este animal al estar sometida a temperaturas y procesos fisicos, quimicos y enzimaticos propios del sistema digestivo del animal permiten lograr esa diferenciacion.
En América Latina, particularmente en el Perú, y siguiendo la misma modalidad de alimentacion se desarrolla un tipo de café de especialidad utilizando otro mamifero que en Venezuela se conoce con el nombre de Guache (coatí).
En Indonesia un empresario canadiense desarrolla el mismo concepto utilizando elefantes.
Y, recientemente, en el año 2022, en Brasil se hace lo propio con una ave, también abundante en Venezuela, conocida como: Guacharaca.
En todos los casos comentados los animales son atendidos y con cuidados propios del cautiverio, realizan la recolección y el manejo de las excretas de estos animales para extraer los frutos digeridos o expulsados en las heces fecales y, así, continuando con los procesos de secado, descascarillado, selección, tostión, molienda y empaque lograr vender, internacionalmente, un producto tan costoso que puede superar los mil (1000) dólares por kilogramo.
Más allá de estas modalidades tan excéntricas, las mismas constituyen iniciativas empresariales que son ejemplos de creatividad y también, indirectamente, una manera de promocionar internacional la calidad y/o la cualidad cafetera de aquellos países.
Ojalá que en Venezuela, más temprano que tarde, pudieran conocerse otras formas creativas que como aquellas publiciten nuestro potencial cafetero en cuanto a diferenciación de perfiles a nivel de taza.
Con una "Politica cafetera" pudiera avanzarse en ésto.
Seguiremos apostando a que la iniciativa privada, llegado el caso, pueda ser acompañada por las instituciones públicas en lograr estos propósitos.
Ing. Freddy A. Colmenárez-Betancourt / 11.585.479 / Caficultor desde hace más de 25 años y Ex Investigador para el cultivo del café del INIA / fantonicbc@gmail.com / Sanare, Lara, Venezuela, noviembre de 2024.