Corrupción endógena

En Ciudad Guayana solo abren una o dos bombas de gasolina el 25 de diciembre y el 1 de enero. Las colas son notables y se sufre. Excepto cuando usted hace su diligencia temprano en la mañana.

Nuestro carro era el quinto en la cola. Veinte minutos mas tarde todavía éramos el quinto en la cola. Nos acercamos a ver que ocurría.

Acontecía que compatriotas de esos “con las pilas puestas” paraban sus carros cerca y caminaban hasta la bomba a comprar gasolina en envases plásticos y en pimpinas. El proceso era más rápido que meterse en la cola de carros. Entre ellos se pasaban la manguera frente a la indiferente mirada del propietario del negocio.

Ante la protesta de los automovilistas en la cola, el propietario llamó a las autoridades. Media hora más tarde se presentaron unos de la DISIP con sus lentes oscuros y sus nueve milímetros.

“¡OK!”, gritó uno. “¡Se acabó la venta en pimpinas!”. Alguien con un envase plástico le dijo que tenía rato esperando. Sus palabras delataron que eran familia o al menos conocidos. Ni corto ni perezoso el DISIP determinó con tono autoritario, “OK, ¡tú eres el último!”

Nos regresamos al carro. Al otro lado de la calle pasaba uno con un envase de 20 o 30 galones en los hombros. El envase era tan pesado que al caminar le caían en la cabeza gotas del preciado combustible.

Un señor mayor de edad comentaba las penurias de ser un país subdesarrollado. “¡Por culpa de esos grandes carajos es que este país está como está!”, dijo señalando al individuo al otro lado de la calle. El interpelado oyó el comentario, se volteó hacia nosotros y con “autoridad moral” nos instó: “¡Búscate una pimpina guevón!”.

Eran los primeros años de la década de los 80’s.

No mucho ha cambiado desde entonces. Hoy en día, si quieres dólares, pasaporte, trabajo, un contrato con alguna gobernación o PDVSA, ¡búscate una pimpina guevón!

Me perdonan los teólogos de la política y de la ideología, los del gobierno y los que quieren tumbarlo, pero este tipo de comportamiento no se cambia con adoctrinamientos.

La corrupción en Venezuela es un problema personal que requiere atención a niveles de conciencia. O eso o estamos condenados a ser un país de 25 millones de habitantes jodidos. ¡Eso sí, todos con las pilas puestas!


Feico57@att.net


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Elio Cequea


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